“¡Otto, te atravesaste!”, así le dijo la pequeña Liliana Sosa González, cuando solo tenía cinco años, a aquel niño que en medio de la presentación de su grupo, en la actividad de los círculos infantiles, tomó un “camino musical” que no era el correcto.
Ella, tocando la tumbadora, se percató de su error y los adultos presentes fueron apresados por el asombro, ante la demostración de talento de la pequeña.
“Yo sabía que atravesarse o montarse quería decir que se había ido por el camino que no era, es como que las claves van por un lado y la tumbadora por otro, ¿entiendes?”, me explicó luego.
Desde entonces, y luego de que Tin (Carlos Alberto Cremata) la descubriera, Liliana pasó a integrar la gran familia que, según ella, es La Colmenita. Poco a poco, con lo que sabía de la tumbadora, fue adentrándose en el quehacer del grupo musical que en la compañía existía y poco tiempo después, su hermano mayor, Alejandro, también se sumó.
“Aprendimos a tocar la paila y la batería para poder alternar entre los dos cuando alguno estuviera en el escenario actuando”, me dice. “Así es mejor, porque podemos hacerlo juntos, al mismo tiempo, pero también uno de los dos puede asumirlo todo si el otro está ocupado”.
Hoy Liliana tiene 13 años, cursa el séptimo grado en la Escuela Secundaria Básica Carlos J. Finlay, en el Vedado, y afirma, convencida, que “La Colmenita es mi mundo, más bien, mi reino”.
“Desde que estaba en la barriga de mi mamá estoy segura de que ya me gustaba la música, porque en mi casa tenemos claves, bongoes, tumbadoras, pailas, güiros, guitarras… Es que mi papá es percusionista y mi hermano aprendió desde chiquito. ¡Imagínate, cuando todavía no había nacido ya yo estaba escuchando notas, acordes, ritmos, supongo!
”Después, con el tiempo, ellos me fueron enseñando y en la compañía aprendí todo lo demás que sé hasta ahora, porque no pertenezco a ninguna escuela de música ni mi hermano tampoco. Aquí hemos crecido con la música, haciéndola entre todos”.
Ileana, su mamá, confiesa que sus hijos parece que son de otro mundo. “Ellos viven para y por La Colmenita. Más allá de la escuela, este es su planeta, y en la casa pasan horas tocando y escuchando música. A Liliana le gusta también ver seriales y ha visto la película Titanic 18 veces o más, pero ella y su hermano dedican horas y horas a escuchar a los Van Van, a descifrar los solos de guitarra que en la orquesta se hacen, a reproducirlos, así todo el tiempo”.
Y cuando se habla de los Van Van, la pequeña Liliana salta de alegría. “Ese es mi sueño. Algún día tocaré con esa orquesta, aunque no pueda formar parte de ella. Cuando preparamos el espectáculo Elpidio Valdés y los Van Van, yo me sentía en el aire, volando, feliz”.
Titubea un poco cuando le pregunto por qué se decidió por la batería y la paila, y no por la tumbadora, primer instrumento que aprendió a tocar.
“La tumbadora es fácil, con los otros la cosa se complica un poco más pero así también te diviertes. Aunque no se usen pentagramas, todo pasa por el oído, y se nace con eso pero también se desarrolla. Todo el cuerpo se pone en función y es por eso que formar parte de La Colmenita es lo más grande que me ha pasado, porque aquí todo es un juego, claro, con seriedad, con cuidados.
"Nadie piensa que está obligado, al contrario, ojalá estuviéramos en esta casa todos los días y a todas horas… (se refiere a la sede de La Colmenita, en Oficios, entre Teniente Rey y Churruca, La Habana Vieja). Claro, también estudiamos, y es un compromiso grande el que tenemos porque hay que obtener buenas notas en la escuela, si no, nos regalan vacaciones en La Colmenita, un método bueno para los adultos pero muy malo para los niños.
"Por eso todos estudiamos hasta en los recesos de los ensayos y por las noches, aunque regresemos tarde a la casa. Yo no podría estar sin La Colmenita, y si a cambio tengo que estudiar mucho y salir bien en las pruebas, entonces lo hago. Me encanta la Historia de Cuba y el Español, pero las ciencias sí tengo que estudiarlas bastante porque no me agradan mucho. En los meses de mayo y junio es cuando más aburrida estoy, porque recesan las actividades aquí para que podamos estudiar para los exámenes finales… ¡Cómo extraño tocar!”.
La espontaneidad y gracia de esta niña es contagiosa. Imagino los momentos de tensión cuando tiene un espectáculo y a la vez un seminario en la escuela; o lo cansada que debía estar hace unos años, mientras filmaba la película Y, sin embargo, de Rudy Mora… “Me levantaba a las 4:00 de la mañana, iba a filmar, y regresaba casi a las 8:00 de la noche, y al otro día para la escuela, sin protestar”.
Sus viajes a México, Venezuela, Rumanía, Bulgaria, España, Estados Unidos, Bélgica, Turquía y otros países son buenos recuerdos que la acompañan. “He conocido lugares lindísimos, he tocado en escenarios importantes, mucha gente buena nos ha ayudado, nos ha preguntado por Cuba. Los espectáculo que hemos presentado, la Cenicienta y los Beatles, Meñique, Elpidio Valdés y Adalberto, cualquiera, ha sido bien recibido. La gente ve llegar a La Colmenita y todo es bueno, como si fuéramos estrellas”.
Y ella se siente como una, que brilla mucho, y quisiera más adelante brillar más.
"Algún día tocaré en el Madison Square Garden, o seré una actriz como las de Hollywood, porque cuando eres parte de La Colmenita aprendes que todo es posible. Hoy toco la batería y la paila, y luego acompañaré a los Van Van, y después seguiré y seguiré con mis sueños, porque esa energía positiva que Tin nos regala la llevamos dentro todo el tiempo.
"Él es como el papá de todos nosotros, y tiene mucha paciencia, nos enseña mientras jugamos. Eso sí, cuando hay que hacer las cosas con seriedad, todos nos damos cuenta y hacemos lo que hay que hacer. Somos como una familia, y dentro de la familia todos se entienden.
"Me gusta saber tocar y soy feliz con eso. No me he atrevido a componer, y guardo una letra que hice con seis años que no es nada bonita”, sonríe. “Me siento viva tocando, dice mi mamá que me transformo en otra persona, para bien, claro, y tantas cosas me quedan por aprender todavía en La Colmenita.
"¿Por qué no me haces una entrevista más adelante? Seguro tendré muchas más cosas que contarte…”.
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