Con toda la carga de significados que ha venido acumulando, un almendrón con alas se exhibe por estos días en la Rever Terrace, un inmenso pasillo exterior con vistas al río Potomac, del Kennedy Center for the Performing Arts, en la capital estadounidense. Desde la Habana había alzado su vuelo, pasando por la 57 Bienal de Venecia en el 2017.
“Hybrid of a Chrysler” es la exótica pieza con la que Esterio Segura se integra a los más de 400 embajadores del arte que participan en ese acto de diplomacia cultural que es el Festival Artes de Cuba: De la Isla para el Mundo.
Conformado por una negra limosina, Chrysler del 53, coronado con unas alas de avión construidas con fibra de vidrio, este found art deviene símbolo de nuestra cultura e inventiva. Una matriz ecléctica y sincrética, encarnada por el encuentro entre el industrial y estadounidense automóvil y las alas artesanalmente construidas en el cubano Esterio Estudio.
Pero también, como la variopinta fauna de híbridos, máquina-máquina y animales-máquinas, que han venido poblando los proyectos y realizaciones artísticas de Segura, alude a unas de sus más recurrentes temáticas: la emigración, abordada desde diferentes líneas investigativas, posiciones afectivas y soluciones formales. Otorgando capacidad de traslación, de vuelo o de sueño, a los objetos más inimaginables, el resultado es un espectro de resonantes metáforas.
Coincidente con su filosofía de vida: “trascender cualquier espacio, cultura o historia” y evitar aferrarse “a cualquier estética o representación específica”, Segura parte de una problemática cubana y la proyecta al mundo con símbolos universales. En tal sentido ha dicho el artista: “el problema migratorio es un fenómeno que existe en el mundo entero” y “no tiene que tratarse como un tema triste sino como necesario. Emigrar es importante e imprescindible en muchos casos”.
Dan fe de ello los fenotipos y las poses de los que se toman selfies al lado de su artefacto en el Kennedy. Los EE. UU., en contraste a la postura de su actual presidente, es un país de inmigrantes. “Allí se ha reunido una cantidad nada despreciable de la cultura de todo el mundo y se ha formado un gran híbrido” —ha dicho Segura.
Puede que para algunos sus cocodrilos, elefantes o delfines alados, como sus autos transformados en aviones y submarinos, signifiquen el irse de Cuba a toda costa; sin embargo, como la teoría que signó su exposición en Villa Manuela durante la XI Bienal de La Habana, también el quedarse a toda costa, el viajar a otra Cuba y el soñarla. Con la misma visualidad —y añado yo—, a las mismas 90 millas del imperio y con el mismo destino manifiesto de equilibrar el mundo.
Para los residentes en Estado Unidos es un medio para viajar a Cuba y descubrir la realidad develada o anticipada por el artista, la tradición isleña de construir híbridos cotidianamente y el ingenio de su gente. Porque “Hybrid of a Chrysler” es también la representación del “hacer magia”, de la inventiva del cubano, que hace volar los almendrones de más de medio siglo con motores del antiguo campo socialista o piezas torneadas en la propia isla.
José Esterio Segura Mora (Santiago de Cuba, 1970), quien se pasea por la capital cubana en un almendrón negro, se graduó de la Escuela Profesional de Arte de Camagüey (1989) y del Instituto Superior de Arte (1994). Desde 1995 es miembro de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y como él mismo ha dicho reside permanentemente en las Bienales de La Habana.
Sus creaciones han sido exhibidas en varias locaciones en los EE. UU. y forman parte de colecciones tan importantes como las del Museum of Latin American Art, del Museum of Modern Art (MOMA) y del Bronx Museum.
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