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martes, 19 de noviembre de 2024

El violín: de la contradanza a la música cubana

Desde la enseñanza artística se debe profundizar más en el legado de Claudio José Domingo Brindis de Salas y Garrido...

Maya Ivonne Quiroga Paneque en Exclusivo 02/06/2018
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Violín
El violín formó parte de las agrupaciones instrumentales que acompañaron a la danza y a la contradanza, los primeros géneros de la música cubana, así como a otros posteriores como el danzón y el chachachá (Foto: Nick Chaldakov).

Dicen que la noche del 1 de junio de 1911 fue sumamente fría para Claudio José Domingo Brindis de Salas y Garrido. Así se despedía de este mundo el Paganini negro. Murió en la pobreza total, en la ciudad de Buenos Aires, la capital de Argentina.

Durante casi dos décadas, sus restos descansaron en una fosa común hasta que, en 1930, fueron trasladados al Cementerio Cristóbal Colón y, posteriormente, se depositaron en una urna en la iglesia de San Francisco de Paula, en la Habana Vieja.

Había nacido en La Habana, quien fuera considerado como el mejor violinista de su época, un cubano que tocaba como los dioses su Stradivarius. Por esa y otras razones lo bautizaron como El rey de las octavas.

El violinista y compositor cubano Claudio José Domingo Brindis de Salas fue conocido como el Paganini negro (Foto: Juventud Rebelde).

Su primera presentación pública tuvo lugar en el Liceo de La Habana, en 1863. Luego fue a estudiar a Francia y desde la capital francesa llevó su arte a las salas de concierto más importantes del mundo: París, Florencia, Berlín, Londres, Madrid, Milán, San Petersburgo, Viena, Caracas, Buenos Aires y San Petersburgo.

El Barón de Salas también se presentó en Nueva York, en México, Barcelona, Santo Domingo, San Juan y otras ciudades de América Latina, pero siempre encontró tiempo para actuar en los principales escenarios de su patria. Junto a José White, autor de La Bella Cubana, Brindis de Salas está catalogado entre los más grandes virtuosos cubanos de todos los tiempos.

UNA HISTORIA VINCULADA AL VIOLÍN

Varios fueron los músicos negros que no tuvieron la suerte de Brindis de Salas y jamás salieron de su terruño. Sin embargo, esos artistas anónimos se apropiaron de las sonoridades europeas y poco a poco, las fueron adaptando a los ritmos y raíces de origen africano. Fueron ellos los encargados de tocar el violín italiano para interpretar el Minuet, el Vals, el Rigodón y la Contradanza, mientras en secreto percutían sus tambores africanos.

Ritmos como la Contradanza y la Danza eran interpretados por las Orquestas Típicas que antaño gozaron de gran popularidad en la Isla. Una de esas agrupaciones fue la de Claudio Brindis de Salas (padre del Paganini negro), quien dirigía la orquesta La Concha de Oro. En la composición de algunas de esas orquestas de baile estaban presentes el violín, instrumento cuyo período de florecimiento en Cuba puede ubicarse en el siglo XIX.

Ese instrumento de cuerdas frotadas también tuvo su representación tanto en la música de concierto como en la popular. Posteriormente, acompañó a géneros como el danzón y el chachachá. En la historia cubana del violín se inscriben nombres como el de Amadeo Roldán, Alberto Mateu, Eduardo Hernández Asiaín, Roberto Valdés Arnau, Alberto Bolet y Virgilio Diago.

EL VIOLÍN EN LA REVOLUCIÓN

En sus Palabras a los Intelectuales, el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro Ruz, anunciaba que: “Vamos a llevar la oportunidad a todas las inteligencias, vamos a crear las condiciones que permitan que todo talento artístico o literario o científico o de cualquier orden, pueda desarrollarse”.

Esa voluntad de poner la cultura al alcance del pueblo se vio materializada con la creación de la Escuela Nacional de Arte (ENA) en 1962. A partir de 1974, como resultado de la reforma para el sector de la Educación, la Cultura y la Ciencia se instaura en Cuba el sistema de enseñanza artística desde el nivel elemental hasta el superior.

En la Mayor de las Antillas los infantes, mayores de siete años, se inician en los caminos del violín para estudiar una larga carrera que requiere de un alto grado de especialización. Figuras como los prestigiosos profesores Evelio Tieles y la desaparecida ucraniana Alla Tarán han contribuido a la formación de varias generaciones de intérpretes cubanos.

Al maestro y compositor cubano Omar Puente se debe un texto fundamental: Play violín in the cuban way, un volumen que contiene partituras y un CD, centra su mirada en la guaracha, danzón, guajira y chachachá, y constituye un valioso compendio de conocimientos desde el nivel básico hasta el avanzado.

​Fruto del sistema de enseñanza artística, que hoy requiere de algunas revisiones en sus planes de estudio, surgieron violinistas como Ilmar López-Gavilán, Mirelys Morgan Verdecia, Ivonne Rubio Padrón, Patricia Quintero y Rafael Machado. Entre las nuevas hornadas de intérpretes sobresalen William Roblejo, premio JoJazz 2010; Ailyn Pin; Jenny Peña y Giselle Sánchez.

ACORDES FINALES

Aquella fría noche de junio de 1911 cuando el Paganini negro dijo adiós, definitivamente, ha sido inmortalizada magistralmente por el joven actor Jorge Enrique Caballero a través del unipersonal Le chevalier Brindis de Salas. En apenas 55 minutos esta puesta de Estudio Teatral Buendía conduce al espectador a través de los recuerdos, las pesadillas, las alucinaciones y los sueños perdidos de un genial violinista que tuvo el mundo a sus pies y terminó solo y enfermo en la humilde posada Airedivini, de Buenos Aires, Argentina.

El rey de las octavas es una figura fundamental en la historia musical cubana. Sin embargo, no existe ninguna institución docente que lleve su nombre. Desde la enseñanza artística se debe profundizar más en el legado de ese genial violinista cubano que fuera condecorado en Prusia con la orden de la Cruz del Águila Negra, y en Francia, con la Legión de honor.


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Maya Ivonne Quiroga Paneque

Periodista, locutora, guionista y directora de radio y televisión


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