La Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) reúne a una buena parte de nuestra intelectualidad, es un espacio ganado en medio de grandes concertaciones entre personas con criterios dispares a la vez que válidos. Para conservar su independencia, la organización debió moverse con los tiempos, en la búsqueda de un discurso cultural atrevido y cercano al concepto de soberanía que quiere la nación.
Pudiera decirse de la UNEAC que pasó todas las pruebas de fuego y que hoy, cuando el mundo y el escenario cubano están lejos de lo que fueron hace décadas, los escritores y los artistas de Cuba tienen mucho que aportar a la construcción de una cultura de corte universalista. Sin necesidad de creernos el ombligo del planeta, sabemos que el camino hacia un arte de compromiso y de cariz crítico nos resultó harto difícil.
Desde su surgimiento, la organización no puso reparos en el ingreso de figuras críticas a su seno, de hecho fue ese el motor, junto a la obra trascendente, que movió el sentido de ser de muchos miembros. Hacernos como país implicaba una cultura otra, merecedora del pasado y a la vez con un sentido distinto del presente. La UNEAC significa que todas las vanguardias tienen voz y espacio para expresarse, el único requisito es la seriedad de los argumentos, así como su cariz crítico y constructivo.
¿Cuál es el papel hoy de esa concertación de autores, selecta y a la vez democrática? Pues en primer lugar que la población acceda a la cultura, la de verdad, no a la que lleva el prefijo seudo; en segundo, promover un consumo crítico y elevado en los públicos. Cuba cuenta con dos vertientes en el campo de la cultura, por un lado está el intelectual y por otro el pícaro criollo: el primero lleva una vida de sacrificios, trabaja para una obra, el segundo trata sólo de escalar materialmente y desprecia otra cosa.
Se suele pensar, en no pocos espacios, que la verdadera cultura no sirve para nada y que ser pragmáticos incluye cierto nivel de insensibilidad frente a los fenómenos artísticos, humanos, sociales. Frente a esa noción, heredada de la República, los artistas e intelectuales solo tienen la fuerza de una obra, así como la concertación de sentidos, los congresos, los debates.
Para el pícaro criollo, versión cubana del buscón español, no existe otra cosa que el buen vivir a costa del otro; en tal sentido, conocemos la frase “el vivo vive del bobo”. Todo sacrificio en aras del otro es mal visto, en tanto que lo individual inmediato se impone con crueldad. En más de una ocasión, algunas personas han ignorado lo que se trata en los congresos de la UNEAC, por considerarlo “cosas raras, de gente rara”. Muy al contrario, recuerdo durante mis años de estudiante universitario, cómo nos interesábamos por esos debates en las aulas, aunque muchos no pasábamos de los 19 años.
Si el vivo vive del bobo y los bobos somos nosotros, esa percepción hay que cambiarla, no podemos permitir que se regrese a aquello que narró Virgilio Piñera sobre la posición social del escritor en la República (se veía como cosa de amanerados). La política cultural, a la par que inclusiva, deberá ser promotora. No se trata de bajar el nivel hasta el pícaro criollo, sino de que el referente deje de ser ese pícaro. De manera que el consumo de seudocultura sólo disminuirá con el aumento de una cultura real.
Crear un país bajo los preceptos de otro país, el del pasado seudorrepublicano, nos introduce en una constante de Sísifo bastante inútil. No se le puede dar la espalda a la intelectualidad, sino que esta última deberá ser médula de la nación que hacemos. En un mundo donde la literatura y el arte se diluyen en naderías, constituye un privilegio que tengamos sentados entre nuestros miembros de la UNEAC a escritores serios y comprometidos como Antón Arrufat, a músicos de la talla de José María Vitier, pintores como Zaida del Río y Nelson Domínguez.
Los discursos de tales miembros están lejos de ser complacientes, más bien tienden a una relación tensa con la realidad a la que tributan y critican. Mucho hubieran querido otras generaciones de cubanos creadores tener una UNEAC, a pesar de que la organización posea luces y sombras, como toda cosa humana. En el espacio ganado se discute a la vez que se que está de acuerdo, pensamiento y acción tienen una relación dialéctica como pocas veces, el atrevimiento está asentado en la militancia.
Cuando la cultura comience a verse como un todo, un campo de batalla lleno de escollos decisivos para lo cotidiano, entonces dejaremos esa visión idílica de las artes y las letras y asumiremos la verdadera naturaleza del ser nacional. El congreso de la UNEAC no es sólo asunto de “culturosos”, como suele decir el pícaro criollo desde su esquina barrial y cuasi delincuente. Hay, en esos debates, mucha esencia, a la par que democracia y aportes a la vida cubana de cada día. No es cosa de inútiles, ni parásitos, como se percibe al artista desde instancias toscas materialistas.
Que se quiera opacar a un intelectual debiera ser un escándalo, no motivo de risa ni de nimiedades vecinales. Que se intente hacerlo con toda una concertación, aunque resulte imposible, constituye un atrevimiento sin futuro. Hay rebeldías y rebeldías, no todas nos conducen a escalas mayores. Cuidémonos del pícaro criollo, del vividor, incluso de ese que tenemos entre nosotros, disfrazado de artista.
Esta vez, cuando los “culturosos” se reúnan en congreso, ojalá sean pocos quienes apaguen el televisor o enganchen “Nuestra Belleza Latina”. Nuestra aspiración es que todos, el pueblo, se consideren miembros de la UNEAC.
juan carlos corcho vergara
16/11/18 6:54
A propósito de la 349: Salvemos las instituciones si, un millón de veces si, pero ni la visión, ni el estilo, ni las políticas y ni los métodos de un empresariado que atienda, represente, programe o comercialice las manifestaciones artísticas pueden ser los mismos que el de una empresa de cualquier otro tipo, experiencias nefastas y depredarías han existido, y aun existen, por lo que se impone el diálogo y los concensos. Treinta años de pifias es demasiado tiempo. Las regulaciones vigentes en los años 0chenta en cuanto a categorizaciones, orden de prioridades de atención según jerarquías artísticas reconocidas institucionalmente, programación, comercialización, etc en el sector de la música son dignas de ser revisadas ,recordar que las circunstancias en que fueron cambiadas en los noventas fueron bajo el efecto del periodo especial,y las nuevas regulaciones que surgieron en los noventas no nacieron de parto natural,mas bien surgieron producto de un´´ alumbramiento´´ abortado e inducido producto de las tenciones y las presiones propias de las circunstancia, y resulta que al cabo de treinta años, estos instrumentos legales casi no han cambiado nada y si bastantes las circunstancias actuales, mi sugerencia a revisar esos años no parte de una nostalgia esteril por tiempos pasados de mas organización y de un equilibrio ético y estético, mas bien parte de reconocer las reservas en todos los sentidos de nuestras vidas del pasado reciente creadas por nuestra revolución, y que eventos extremo, como la caída del campo socialista y el bloqueo azotaron y removieron violentamente, no olvidar la historia no debe ser un eslogan, la historia también nos sirve de brújula cuando el camino, por las razones que sean, haya sido adulterado .Ojalá que nuestro presidente y nuestro nuevo ministro de cultura puedan leer estas letras que parten de la sinceridad y la conciencia de arreglar todo lo que pueda y deba ser arreglado socialista y cubanamente. Debemos tener cuidado con la palabra cambiado los restauradores del capitalismo,nos la quieren robar,tratando de hacernos olvidar la historia y la obra del pasado de nuestra revolución del 59,aprendamos del mundo, pero también de nuestras propias reservas, eso también es identidad y muy útil que es, la identidad.
juan carlos corcho vergara
16/11/18 6:46
A propósito de la 349: Salvemos las instituciones si, un millón de veces si, pero ni la visión, ni el estilo, ni las políticas y ni los métodos de un empresariado que atienda, represente, programe o comercialice las manifestaciones artísticas pueden ser los mismos que el de una empresa de cualquier otro tipo, experiencias nefastas y depredarías han existido, y aun existen, por lo que se impone el dialogo y los consensos. Treinta años de pifias es demasiado tiempo. Las regulaciones vigentes en los años 0chenta en cuanto a categorizaciones, orden de prioridades de atención según jerarquías artísticas reconocidas institucionalmente, programación, comercialización, etc en el sector de la música son dignas de ser revisadas ,recordar que las circunstancias en que fueron cambiadas en los noventas fueron bajo el efecto del periodo especial,y las nuevas regulaciones que surgieron en los noventas no nacieron de parto natural,mas bien surgieron producto de un´´ alumbramiento´´ abortado e inducido producto de las tenciones y las presiones propias de las circunstancia, y resulta que al cabo de treinta años, estos instrumentos legales casi no han cambiado nada y si bastantes las circunstancias actuales, mi sugerencia a revisar esos años no parte de una nostalgia esteril por tiempos pasados de mas organización y de un equilibrio ético y estético, mas bien parte de reconocer las reservas en todos los sentidos de nuestras vidas del pasado reciente creadas por nuestra revolución , y que eventos extremo, como la caída del campo socialista y el bloqueo azotaron y removieron violentamente, no olvidar la historia no debe ser un eslogan, la historia también nos sirve de brújula cuando el camino, por las razones que sean, haya sido adulterado .Ojala que nuestro presidente y nuestro nuevo ministro de cultura puedan leer estas letras que parten de la sinceridad y la conciencia de arreglar todo lo que pueda y deba ser arreglado socialista y cubanamente.
juan carlos corcho vergara
14/11/18 19:27
´Nunca es tarde cuando los propósitos son nobles´´ ¿Que pretenden los que, por devoción o por ´´confusión´´, demonizan el articulo 349 ?,¿la libertad de creación? , o el libertinaje anárquico y mutilador de la cultura y la paz espiritual de nuestro pueblo, ¿enderezar la pirámide invertida, tanto en la promoción como en la comercialización con ordenamiento de las jerarquías estéticas?, o que se profundice y endémice el cambalacheo seudo artístico y oportunista de la industria de la chatarra cultural.
Con los que por devoción demonizan el 349 con macabras intenciones, no amerita ni si quiera el debate, ellos han sido los más beneficiados de la anarquía, pero a los confundidos convendría recordar en primer lugar que casi todos los artistas que nacimos después de los años cincuenta del siglo XX, nos formamos en las instituciones revolucionarias, sin distinción de clases, ni de rasas, ni de credos, ni de nada, el talento era la única condición previa, y después de egresados , con una garantía casi absoluta de trabajo para todos, en instituciones que se esforzaban por funcionar, con problemas, ¿ quién no los tiene?, pero funcionaban, la ingenuidad no nos puede hacer perder el rumbo, el sálvese quien pueda y a como de lugar, no debe seguir siendo el camino ni el fin. Colegas, es cierto que algunas de nuestras instituciones la han estado dirigiendo personas con comportamientos de delincuentes comunes, con actuaciones depredarías intencionadas. Y no dudar para nada, que algunos de estos cuadros o empresarios incultos e inescrupulosos, y visiblemente articulados con las mafias de la industria cubana de la chatarra y el ocio musical , muchas veces dicen interpretar y actuar en nombre de la institución, y es ahí donde la incomunicación ha dejado nefastas consecuencias, contribuyendo a que muchos artistas, hoy, sostengan en sus imaginarios la ingenua y patética ilusión que para ellos sería mejor la ausencia institucional para la concreción de sus seducidas y trasnochadas aspiraciones de prosperidad ,si hoy, con las instituciones presentes ,con sus autismos y disfunciones, tenemos distorsiones, mañana, sin ellas, solo tendremos el caos y la anarquía cultural, gracias a nuestra fecunda ingenuidad y a las renovadas estrategias para los reiterados e históricos propósitos de nuestro nuevo´´ amigo ´´.Eliminar la institucionalidad es uno de los primeros pasos para los objetivos de reconquistarnos. Fidel decía que, en las peores de las circunstancias, lo primero que había que salvar es la cultura, y alguien piensa que el imperio no lo sabe al igual que Fidel, que es ella la que nos ha hecho resistir en más de cuatrocientos años, es por ello que nuestro nuevo amigo es a lo que mas ataca, Barnet siempre ha dicho que nuestra cultura es la del cimarronaje, ¿es que ingenuamente alguien pueda pensar que existe alguna mejor alternativa que no sea la de resistir, y avanzar con nuestras propias fuerzas identitarias .Luchemos por perfeccionar nuestras instituciones, pienso que esta batalla debe comenzar por la restauración de la ética del artista, a partir de la restauración de la confianza y credibilidad en el acceso justo y equitativo al trabajo, y que parta de una jerarquización restaurada, debemos convencer al artista a que se aparte de las prácticas indignas y humilladoras, el dialogo en este sentido tiene que ser ya, hay muchos jóvenes involucrados en el sálvese quien pueda, y ha como de lugar, y se está comprometiendo el futuro, los caballos de Troya que desde dentro han contribuido a la anarquía, y que hoy permanecen en nuestro sector, deben ser sustituidos ya, el restablecimiento de la confianza no puede lograrse con parches. Nuestro presidente Diaz Canel decía :´´ Si la burocracia es funesta en todos los sectores, en el de la cultura puede ser particularmente dañina ´´ , y yo me pregunto, nos hemos detenido a revisar, lo rebuscado y complicado que resulta la interpretación de los instrumentos legales que rigen la actividad de la música en su más amplio espectro, y que muchas veces a los auditores comunes de cualquier otra actividad les cuesta trabajo o sencillamente no los comprenden, a mí me parecen excesivamente centralizadores, y que no tienen en cuenta las particularidades de cada territorio, en ocasiones resultan contradictorios unos con otros, restrictivos e invalidantes al verdadero desarrollo de los procesos musicales, y en otras circunstancias, demasiados benévolos y permisivos, con una alta dosis de subjetividad perniciosa, y que conceden grandes brechas por donde se mueve el oportunismo corrupto y articulado, que desgraciadamente a veces corroe algunos de nuestros miembros de los consejos técnicos, y daña, si es que así se pudiera llamar, la credibilidad y la transparencia de la institucionalidad, y en muchas ocasiones , lejos de funcionar como un instrumento disuasivo y de contención frente a las paradójicas y entrecomilladas ilegalidades musicales, más bien se comportan como catalizadores que estimulan lo que realmente constituye ilegalidad, y cuando surgen los conflictos por injusticias, por abusos de poder, el acoso, la mutilación de programas, de eventos, de jornadas , de unidades artísticas, y el intento de estigmatización a determinados artistas por sus posturas contestataria a la depredación burocrática, entonces aparece, la morosidad, la indiferencia y el silencio que se pinta cómplice de todas estas distorsiones. A pesar de los humanos pesares, yo estoy seguro que Nunca es tarde cuando los propósitos son nobles , destruir las instituciones no es el camino, cuando menos, eso solo servirá a los propósitos de quienes más la han dañado.
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