Es bien sabido que siete ciudades griegas se han disputado la cuna de Homero. Pero, en tal materia dejó chiquitico al aedo ciego nada menos que Cristóbal Colón. Sí, nuestro pretenso “descubridor”, el que llegó durante el otoño de 1492 a Bariay, en el nororiente cubano.
Han sido tantas —y tan disparatadas— las teorías sobre el lugar de nacimiento del Gran Almirante, que cualquier día se nos puede aparecer algún sesudo conferenciante proclamando que Christophoro Colombus nació en el habanero barrio Vieja Linda —o en Hoyo Colora`o—, hijo legítimo de Lázaro y Reglita, y pitcher abridor en los pitencitos de la localidad.
Pero vayamos al grano: de inmediato sabremos de “Colones” venidos al mundo en Portugal, o en Córcega, o en Inglaterra.
Y, además, nos enteraremos de quién fue el iniciador de este irreverente choteo en torno al Almirante de la Mar Océana.
MISTER COLÓN Y MONSIEUR COLÓN
Cuando transcurría el Año del Señor de 1682, cierto supuesto erudito inglés —seguramente tras dispararse un par de frascos de scotch whiskey— declaró que Colón había vivido en Génova, pero que su sitio natal era… sí, ya usted lo adivinó, perspicaz lector… ¡Inglaterra!
Una década y media más tarde, el francés Jean Colomb —esta vez abusando de un cognac de altísima graduación— no sólo dijo que Colón era su compatriota, sino, además, su pariente, por lo cual reclamaba el derecho de usar su escudo.
En la competencia por la dichosa cuna entrarían desde daneses hasta alemanes, desde polacos hasta armenios y catalanes. Pero en este desfile de disparates, quizás se llevaron las palmas de la victoria —en cuanto al ridículo— las teorías del Colón gallego y el Colón corso, joyitas que enseguida examinaremos.
UN COLÓN CON BOINA, Y OTRO PAISANO DE NAPOLEÓN
En el siglo XIX, el gallego Celso García de la Riega exhibió documentos “probando” la existencia, en Pontevedra, de cierto Cristóbal Colón, hijo de Domingo y hermano de Bartolomé. Demasiadas coincidencias.
No se sabe si por afán nacionalista, por deseos de llamar la atención o porque era un mentiroso patológico, lo comprobado es que García —chapucero falsificador— había raspado los documentos, para escribir encima lo que le vino en ganas, ¡con tinta moderna!
En la isla de Córcega, por obra de dos abates, fue mostrado hasta un pedazo de la hostia utilizada en el bautizo de Colón. (Algún observador bromista preguntó cómo aquel trozo de harina había sobrevivido durante siglos al ataque de los ratones). Finalmente, los corsos declararon que le regalaban Colón a Génova, pues ya ellos tenían gloria de sobra con Napoleón.
DONDE SE CUENTA QUIÉN EMPEZÓ EL ENREDO
Todos los cronistas contemporáneos de Colón, desde Las Casas hasta Anglería, desde Bernáldez hasta Oviedo, anduvieron unánimes en cuanto a la cuna genovesa del afamado marino. Él mismo, en reiteradas ocasiones, declaró su procedencia.
¿De dónde surge, entonces, esta hemorragia de teorías, que incluyen hasta un Colón indio de este continente, que va a Europa para señalar el camino a América?
Pues dígase de una vez por todas que el lío comenzó con el mismísimo hijo ilegítimo de Colón, convertido en su biógrafo.
Fernando Colón, un guataca inmundo y acomplejado, cortesano adulador de Carlos V, trató de echarle tierra a la humildísima cuna genovesa de su padre.
Y se inventó unos ascendientes nobles en Plasencia, para negar a sus mayores, que lo avergonzaban por haber sido pobres campesinos y cardadores de lana.
RICARD FERRER
20/1/13 17:58
Sr.Santiesteban, le recomiendo por lo ameno e interesante la lectura del libro del arqueólogo David Hatcher Childress LOS TEMPLARIOS Y EL SECRETO DE CRISTOBAL COLON; ISBN 978-84-9967-052-2 (hay una edición de bolsillo)es un libro realmente alucinante.
Términos y condiciones
Este sitio se reserva el derecho de la publicación de los comentarios. No se harán visibles aquellos que sean denigrantes, ofensivos, difamatorios, que estén fuera de contexto o atenten contra la dignidad de una persona o grupo social. Recomendamos brevedad en sus planteamientos.