Los hechos sucedieron en los albores de la época republicana.
Liberales y conservadores andaban a la greña. Pero aquello, más que una pelea entre perro y gato era, como dice el pueblo, “una bronca de león a mono, con el mono amarra´o”.
¿La razón? Muy sencilla: los conservadores estaban en el poder y hacían uso sin medias tintas de toda la ventaja que ello les proporcionaba.
En aquellas espinosas circunstancias, los liberales convocaron a un mitin en Perico, donde tenían —como suele decirse— mucho “arrastre”, pues, según aseguran quienes aquello vieron, la asistencia fue multitudinaria.
Todo estaba a punto: la amplia y empinada tribuna, los pasquines, las guirnaldas, engalanaban toda la plaza.
Subió el primer orador y aquello fue una avalancha de insultos contra los conservadores, a quienes puso de vuelta y media.
Tocó el turno a otro tribuno y, como expresamos los cubanos, les dijo “hasta botija verde” a los oponentes.
Ya la fuerza pública estaba en la plaza y en sus bocacalles, armada hasta los dientes y cabalgando gigantescas yeguas americanas.
El tercero en el uso de la palabra ya se aprestaba a lanzar su filípica, deseoso de dejar chiquiticos a sus predecesores en cuanto a poner como un trapo a los conservadores. El político se llenó los pulmones de aire y dijo con toda la voz: “¡Liberales de El Perico!”.
Miró con el rabo del ojo a los malencarados militares y repitió: “¡Liberales de El Perico!”.
Entonces, se escuchó un potente estampido, que todos imaginaron fuese un disparo. Y el orador, tembloroso, dijo: “¡Liberales de El Perico… a correr!”.
Después se supo que no hubo tal tiro, sino que se desprendió una penca de una palma y que, al golpear la yagua sobre el pavimento, había producido el aterrador ruido.
De todas maneras, quedaría acuñada una frase que los cubanos repetimos durante generaciones, como una invitación a la estampida: “¡A correr, liberales de El Perico!”.
Juan
9/5/20 18:56
Muy interesante la historia, lo he leido desde España y resulta curiosa, aunque me imagino que será un cuento, porque los conservadores no suelen estar mucho tiempo en el poder. Lo único cierto es que a los liberales siempre les toca correr.
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