Siniestros

Cuando un grupo de niños de tercer grado debatíamos en la década de los 60 del siglo pasado cuál sería nuestra futura profesión o trabajo, la mayoría nos pronunciamos por algo relacionado con el mar, lo cual era lógico porque vivíamos en Casilda, un pequeño puerto de mar al sur de la provincia de Sancti Spíritus.

Por la algarabía, es imposible recordar quién dijo: “Si alguien es zurdo, puede ser piloto en el mar, pero no en el aire” a lo cual siguió la explicación sobre la ubicación de los mandos en las aeronaves, y a continuación una riposta de otro con el argumento de que gracias a los avances de la ciencia y la técnica, seguro estaba inventado poner los controles para ser usados por cualquiera.

Al rememorar aquella discusión, trato de hacer una lista de los zurdos que he tenido en el aula durante mis años de estudiante, y confieso que de la enseñanza primaria tengo dudas de si había una o no, y de los demás niveles no puedo mencionar a nadie.

No debemos ser pocos los que apenas nos importe si alguien es zurdo, como mismo no he visto siquiera la menor mención en Cuba a que el 13 de agosto está dedicado el Día Internacional del Zurdo, como manera de llamar la atención sobre esas personas que vencen innumerables dificultades para sobrevivir en un mundo de diestros.

Aunque la mayoría no nos demos cuenta, el planeta se ha organizado sin tomar en cuenta a los zurdos, ni tampoco averiguar por qué son menos hábiles para utilizar determinadas utensilios, suelen adoptar posturas casi de contorsionistas para escribir con letras que, en ocasiones, llegan a ser complicadas e ilegibles.

Tengo una prueba de que a veces ni padres ni maestros se percatan de los obstáculos que debe vencer un niño zurdo si carece de herramientas y utensilios adecuados a la mano que usan.

La prueba se llama Melanie Mariam, una nieta de 6 años que al usar por primera vez un sacapuntas no pudo hacerlo como todos e instintivamente aplicó la “estratagema” de girar el sacapuntas en vez del lápiz.

Alguien calificó su escritura de torpe, irregular, desastrada y lenta, pero cuando empecé a interiorizar los escollos que debe vencer una zurdita fue al intentar redactar a la manera de los siniestros, de derecha a izquierda, que es la progresión natural del movimiento en esas personas.

Para adaptarse a lo que para ella no es natural, adopta posturas complicadas que provocan sus quejas por dolores de mano, muñeca, brazo, hombro y espalda, lo que empeora si en el aula se sienta a la derecha del condiscípulo de forma tal que se estorban entre sí.

Pues lidiando en sus clases de primer grado, en la Escuela Osvaldo Socarrás, Melanie disfruta del cuidado de sus maestras Teresita y Patricia para escribir de manera que al hacer una letra no tenga que levantar la mano para verla, pues le inculcan poner el cuaderno en el lado izquierdo, ligeramente inclinado a la derecha, paralelo por debajo del antebrazo.

Según algunas publicaciones, cerca del 13% de las personas son zurdas y muchos menos los ambidextros, lo cual explica que los habitantes de la Tierra fabriquen preferentemente utensilios como abrelatas, cuadernos argollados, sacapuntas, pupitres y hasta el mouse de las computadoras de modo que resulten cómodos para los derechos, y creen involuntariamente un mundo hostil para los siniestros.

Dicen que el Día Internacional del Zurdo (13 de agosto) se celebra desde 1976, para dar a conocer y ayudar a reducir las dificultades que encuentran las personas zurdas en este planeta con una sociedad predominantemente diestra, pero solo esta fecha parece no ser aún suficiente porque teniendo a Melanie tan cerca, es fácil darse cuenta.