La felicidad contra viento y marea

Un grupo de personas de la tercera edad que hacía tertulias todas las tardes en el parque Martí de mi pueblo, Casilda, decía en la década de los 60 del siglo pasado que hacer algo sin aprobación del gobierno americano era meterse en camisa de once varas y, particularmente el viejo Juan, recién jubilado del oficio de calafatear barcos, ponía ejemplos de las dificultades por venir.

Se refería a cómo le suspendieron a Cuba el suministro de combustible y “Hay que traerlo desde el otro lado del mundo, pues acabo de ver un barco ruso (soviético) en el puerto”. Se trataba del Andrey Vishinsky que inauguraba el llamado Puente de la Amistad que abría una especie de oleoducto con una permanente flota de tanqueros.

Como típico hombre de mar, gustaba de filosofar sobre la vida y la muerte: “Nos pueden cortar el petróleo y la luz, todo lo que quieran, y pueden mucho, pero no pueden quitarnos el aire que respiramos, el cielo y las estrellas”, a lo cual alguien le empezó a hacer todo tipo de acotaciones para convencerlo de que los problemas eran mayores, o podrían suceder cosas peores ante cada una de sus ideas.

Imperturbable, con un cigarro marca Veguero en los labios, respondió: Ustedes que son pescadores lean a Onelio Jorge Cardoso para que aprendan que no solo de pan vivimos, que el hombre tiene dos hambres.

Tantos años hacen que se pierdan detalles de aquellas charlas, pero al cabo de tanto tiempo, uno se da cuenta de que no solo otros nos roban la felicidad al desalentarnos cuando estamos dispuestos a realizar gustosamente algún sacrificio o dura faena, lo cual pueden conseguir mediante frases con apariencia de sabias observaciones dichas como si fueran para ayudarnos a comprender en qué situación estamos y se enmascaran en falsas intenciones de alertarnos de las consecuencias de lo que prevemos hacer.

A ello no debemos sumar acciones autodestructivas como estancarnos en viejos patrones de comportamiento, creyéndonos que siempre somos víctimas y nos quejamos, lo cual aunque parezca increíble, atrae nuevos y hasta mayores problemas, mientras más nos lamentamos y pensamos en ello.

Es como si funcionara una ley de la atracción, pues los pesares van aumentando en la misma medida en que los divulgamos a todos los que nos rodean.

Abundan quienes creen que la felicidad es algo externo, que viene de afuera hacia adentro y que son las coyunturas o personas que nos rodean quienes pueden darnos felicidad, cuando lo más importante es despojarnos de hábitos que nos roban la felicidad.

Y no solo se afecta la salud mental, sino también hasta el organismo incrementa las dolencias si nos autocompadecemos y sentimos lástima de nosotros mismos y nos presentamos como mártires que tenemos sufrimientos mayores a los de los demás.

También es autodestructivo para la felicidad culpar a otros y autoanular la capacidad de resolver las situaciones, así como dejar acumular el cansancio mental sin disfrutar de lo que se tiene.

Desde 1958, poderosas fuerzas externas han creído que con privarnos de lo material conseguirían robarnos la felicidad, pero lo cierto es que apartando pensamientos negativos y desalientos, modificando constantemente las conductas, las cubanas y los cubanos aprenden de lo que les sucede y siguen su camino. Dicen que Epicteto, un filosofo griego, dijo: “Lo que en verdad nos espanta y nos desalienta no son los acontecimientos exteriores por sí mismos, sino la manera en que pensamos acerca de ellos”.

Quizás el viejo Juan haya sabido de esa frase, y haya disfrutado y vivido intensamente la vida, aceptando las circunstancias que no pudo cambiar, pero sin renunciar a transformarlas en la primera oportunidad.

Dentro de pocas horas, estaremos en 2017, otro año para vivir una vida plena y en armonía, apasionarnos por lo que tenemos y hasta sumar felicidad al vencer cada una de las dificultades que se vaticinan y que la vida demuestra que no todas ocurren y que en la cotidianeidad ocurren milagros para resolverlas.

En este último post del año, les deseamos a todas y todos que, contra viento y marea, reciban buenas noticias en su vida personal, laboral, social y familiar.