Cumpleaños

El 25 de febrero de 1963, la maestra comenzaba con una pregunta: ¿Saben quién falleció un día como hoy del año 1953? Y ya se disponía a decir que fue Félix Varela y Morales, el que nos "enseñó primero en pensar" pero apenas pronunció el primer nombre cuando un niño interrumpió: Seño, hoy es el cumpleaños de Félix.

La explicación de que el Padre Varela fue un patriota independentista que murió en la Florida, en los Estados Unidos tuvo que ser postergada porque mientras unos querían saber qué condiscípulo tenía ese nombre, otros se interesaban por la fiesta.

Tras aclararse que me llamo Félix Arturo, la maestra explicó que los nombres completos del sacerdote, maestro, escritor, filósofo y político era Félix Francisco José María de la Concepción Varela y Morales.

Una vez concluida la clase, antes de salir al receso, me hicieron poner de pie y todos cantaron Happy Birthday, Arturito; Happy birthday to you seguido de un fuerte aplauso y la algarabía para descansar unos minutos y merendar.

Fue un cumpleaños inolvidable aunque no sabía exactamente lo que decía la canción que entonces sonaba algo así como japibeibituyu y que años después pude traducir que happy es feliz; birth nacimiento; day, día; y que unidos en una sola palabra significa cumpleaños.

Después de eso, hubo felicitaciones mediante telegramas, algunos tan escuetos como un simple “Felicidades”, y otros con algunas palabras más que debían economizarse porque se pagaba por cantidad de vocablos.

También el teléfono constituyó una vía que se amplió en la década de los 80 del siglo pasado con el incremento de las líneas, pero el más alto volumen de mensajes creció con los celulares, sobre todo por la posibilidad del rápido y económico SMS.

El aumento de los usuarios con acceso a la red de redes abre posibilidades insospechadas para que un hecho individual como el cumpleaños de una persona común y corriente trascienda las fronteras del hogar, la barriada y se universalice.

Y si se trata de sitios de redes sociales que avisan los aniversarios, entonces puede suceder como hoy, que agradablemente interrumpido con mucha frecuencia por las llamadas de felicitación, he tenido que dedicar más tiempo que nunca a concluir esta nota.

He tenido que cerrar Facebook, también el Messenger, poner en modo avión el celular, apagar todo lo que sirva para comunicarse con las nuevas tecnologías y aún así, suena el teléfono fijo… y ahora mismo alguien toca en la puerta.

Antes de ir a abrir, concluyo esta nota que debo entregar para que se publique el viernes 26: Cuando creí que las medidas de aislamiento para evitar la enfermedad pulmonar causada por el nuevo coronavirus impedirían una felicitación colectiva como la que tuve en prescolar, ahora recibo felicitaciones de manera masiva desde todas partes del mundo.