“Está bien… Está bien… Guarda pan para mayo…” decía aquel niño, Pablito, en los años 60 del siglo pasado, pero lo expresaba en un tono que para nada indicaba al otro que fuera un llamado a la previsión, sino que le diera tiempo al tiempo y se atuviera a las consecuencias, pues algún día llegaría el desquite o el ajuste de cuentas, o una especie de advertencia: Prepárate para lo que viene después.
Si algo caracterizaba el habla de ese entonces en puertos de mar como Casilda, al centro sur de Cuba, era la cantidad de proverbios y dicharachos que se usaban, quizás porque es la mejor manera de sintetizar largas explicaciones.
No obstante, esta variante creada por Pablito, que suprimía la segunda parte: “y maloja para tu caballo”, fue condenada al olvido desde el mismo momento en que se le ocurrió, pues, si continúa siendo utilizada suele ser en escasas ocasiones.
Al cabo de 50 años, la remembranza llega porque se supone que ninguna medida para el uso racional de la energía deba llevar al despilfarro en el futuro inmediato, lo cual ocurre cuando se aplican medidas que pueden reducir la asignación de un recurso hasta niveles que impidan realizar alguna faena inmediata. Sobre este tema seguramente cada uno tiene un ejemplo como el nuestro (o quizás más dramático).
En años recientes comenzamos a introducir elementales acciones de optimización del consumo eléctrico en los meses de menos calor, y al llegar las altas temperaturas veraniegas chocamos contra una asignación decidida de acuerdo con el gasto anterior, al cual le hicieron una reducción en correspondencia con el consumo.
En julio y agosto de hace un tiempo atrás, cuando necesitamos abrir las ventanas para ventilar el local porque fue obligatorio apagar los equipos de climatización, sufrimos la amarga realidad de que para evitar escapes de aire enfriado habíamos hermetizado las ventanas con los escasos e inadecuados recursos conseguidos, lo cual impedía abrirlas.
Pero como ni dentro de aquel ambiente, semejante al interior de una olla de presión, se pierde el buen ánimo, un bromista dijo: “Compañeras y compañeros, hemos cumplido con el deber de ahorrar recursos, pero lo que ha sucedido es que lo economizado no se puede conservar. Ustedes debieran saber que la electricidad no se guarda en almacenes, como la maloja para los caballos”.
Ante un tema tan serio dicho en broma me sentí aludido (y acusado también) porque nadie más que yo había sido el de la ocurrencia de buscar desechos de un taller para sellar salideros de aire climatizado, termómetro y otros artefactos medidores de energía, con el propósito de reducir el consumo sin necesidad de apagar ningún equipo.
El 31 de octubre de 2016, alguien levanta la mano para solicitar la palabra. “Caballeros, hay que poner el aire que ustedes no quieren encender porque tienen frío, pero hay que ponerlo porque si no, nos bajan el plan del mes que viene”.
Otra chistosa, pero diciendo cosas muy serias, explicó que los actuales metrocontadores son inteligentes, se apagan automáticamente al consumir la cifra asignada, pero tales aparatos son incapaces de escuchar argumentos.
No obstante hay que seguir bromeando por aquello que dice: “Al mal tiempo, buena cara”. O de lo contrario, decirle a quien intente ahorrar: “Guarda pan para mayo…” (suprimiendo el final), equivalente a: Prepárate para lo que te espera si gasta menos…
NOTA: Durante la tertulia, alguno comentó que en otra provincia, Cienfuegos, ya había locales que parecían neveras porque estaban tratando de gastar para que no les redujeran la asignación de electricidad. Y dejó flotando en el aire una interrogante: ¿Haremos lo mismo?
senelio ceballos
13/11/16 4:07
SALUDOS Lic. Arturo Chang!!...Aqui en Stalingrado / Rusia ya tenemos..frio, nieve y guardar maloja..SIEMPRE ES NECESARIO para estos meses de invierno...
Mary
4/11/16 15:36
Cosas increíbles pero ciertas. Qué pena que sucedan. Excelente, como siempre, la caricatura del Mártiro
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