Dale al que no te dio

Nuestros días marcan la extinción del juego infantil Dale al que no te dio que, a juzgar por lo que contaban algunos mayores en los años 60 del siglo pasado, existía cuando ellos eran tan jóvenes como los que en ese tiempo les escuchábamos contar sus travesuras.

Una de las anécdotas, cuyo autor quedará para siempre en el anonimato (salvo que alguien de Casilda lo recuerde), decía que siendo fiñe tenía deseos de golpear a otro más corpulento que él, y la mejor manera que encontró para hacerlo fue invitarlo a ese juego, que le dio oportunidad de darle varias palizas sin recibir ningún castigo.

Ahora, queda para los investigadores y especialistas en la materia saber por qué la generación de niños anteriores a la nuestra conoció de su antecesora esa manera de esparcimiento, y la actual no ha podido conservarla. Si por lo menos en los últimos cuatro quinquenios hubiera visto jugarlo, aunque fuera una sola vez, creería que no ha desaparecido.

Lo que sí puede asegurarse es que ha germinado en un juego difícil de eliminar, es el de “maltrata al que no te maltrató”. Tal parece que es practicado con mucha facilidad, sin esfuerzos, como si se tratara de un disfrute, o como suele decirse: como una actividad lúdica.

Por doquier, uno llega y es maltratado por alguien a quien no podemos devolverle la acción, y ni siquiera lograr que sea amonestado, pues hay una madeja tan complicada para reclamar que, el solo hecho de solicitar un despacho con el jefe inmediato superior para emitir una queja, requiere de trámites exasperantes y agotadores.

Sin embargo, cuando nos corresponde el turno, entonces no pensamos siquiera que es un desquite, incorporamos como algo normal, natural, el componente del maltrato al prójimo, el mismo que en próximas ocasiones tendrá ocasión de ensañarse con nosotros.

“Deja que tú me caigas abajo”, solía ser una frase de tiempos atrás con la que cualquiera (sobre todo en un pueblo chiquito o en el barrio donde todos se conocen) reaccionaba y adecuaba el trato por temor a represalias; pero en la actualidad no funciona, pues ya es un hábito, cuando la oportunidad aparece, de maltratar sin ser maltratado.

“Hoy por mí, mañana por ti”, palabras que llevaban a la mayoría a ayudar o apoyar al necesitado, teniendo en cuenta que se podía estar en situación de requerir de la buena acción de los demás para solucionar un problema, tampoco son totalmente efectivas hoy.

Sin embargo, lo que parece definir la situación presente es ¡Se formó…!, es decir: ¡Se formó el dale al que no te dio!, algo que puede perfectamente tener fin si nos tratan y tratamos a los demás como seres humanos.