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martes, 19 de noviembre de 2024

El alcoholismo sí produce cirrosis hepática mortal

La abstinencia del consumo de alcohol impide el desarrollo de una hepatopatía por alcohol y, finalmente, de cirrosis...

Alberto Jesús Quirantes Hernández
en Exclusivo 28/12/2020
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Fin de año en Cuba 4
Es muy importante tener en cuenta que, hoy en día, científicamente se sabe que no existe una dosis mínima segura de alcohol (Laura Alonso Hernández / Cubahora)

El consumo de alcohol perjudica al organismo de muchas maneras. Una de ellas es provocando la cirrosis alcohólica debido a la ingestión crónica de alcohol, la más frecuente. El alcohol una vez dentro del organismo necesita ser metabolizado en el hígado, y esto genera sustancias tóxicas, a su vez, ellas van a desencadenar un complejo mecanismo de diferentes sistemas conducentes al desarrollo de una inflamación a este nivel. Cuando consumir alcohol se hace crónico, el proceso inflamatorio subsiguiente será mantenido y esa inflamación crónica produce el desarrollo de los cambios estructurales y anatómicos del hígado que terminan en una cirrosis.

MECANISMOS MALIGNOS DEL ALCOHOL EN EL HÍGADO

Casi todo alcohol ingerido llega a la sangre y de aquí pasa al hígado donde se transforma en acetaldehído, una sustancia muy tóxica que debería ser metabolizada en acetato, menos tóxico. No obstante, cuando la cantidad de alcohol es muy grande, bien por consumos crónicos o cantidades excesivas en poco tiempo, el hígado es incapaz de metabolizar todo el acetaldehído y este se acrecienta, lo que induce la activación de diferentes transformaciones inflamatorias en el hígado; con el tiempo ellas conducen al desarrollo de fibrosis. Este es un tejido de cicatrización que reemplaza al tejido sano normal del hígado, el cual va perdiendo progresivamente su capacidad para funcionar adecuadamente y ocasiona, finalmente, la cirrosis. Además, y para peor, todas las cirrosis tienen riesgo de transformación maligna en cáncer hepático.

CANTIDADES DAÑINAS DE ALCOHOL

Se calcula que es necesario el consumo de 30 a 60 gramos diarios de alcohol en varones y de 20 a 40 gramos en mujeres durante más de 10 años para desarrollar una enfermedad del hígado. Por ejemplo, dos vasos de cerveza corresponderían aproximadamente a 20 gramos de alcohol.

MUY IMPORTANTE PARA TENER EN CUENTA

Es muy importante tener en cuenta que, hoy en día, científicamente se sabe que no existe una dosis mínima segura de alcohol, por lo que es imposible establecer un umbral mínimo de seguridad para ingerir bebidas alcohólicas.

Y si un paciente que tiene hígado graso no alcohólico por diferentes causas, como es por ser diabético, tener sobrepeso o colesterol alto, si bebe alcohol, aunque sea en cantidades menores, aumenta su riesgo de evolucionar a cirrosis.

Tal vez la población no tenga conocimientos de que no hay una cantidad mínima segura de consumo de alcohol sobre los riesgos para su hígado y posiblemente se deba a muchas razones. Una muy importante es la creencia basada en antiguos estudios, nada fundamentados científicamente, de que consumir una cierta cantidad de alcohol diaria podría tener efectos cardiovasculares beneficiosos. Incluso ante la duda de ese potencial efecto benéfico, en ningún caso superaría los conocidos efectos perjudiciales que tiene el alcohol.

FASES DE LA CIRROSIS

Esta enfermedad puede evolucionar hacia dos formas diferentes; una de ellas es cirrosis compensada y la otra es la descompensada. En la primera, aunque el paciente tiene el hígado dañado y muy afectada su estructura, el pronóstico de vida es bueno, pues mientras no tiene descompensación, presenta pocos síntomas o ninguno. Pero en la cirrosis descompensada aparece ascitis o acumulación de líquido en la cavidad abdominal, sangrado por varices en el esófago con un aumento del riesgo de rotura de las mismas y de producir hemorragias digestivas y trastornos mentales o hasta el llamado coma hepático.

Habitualmente la cirrosis es asintomática durante muchos años y posteriormente se produce la fase descompensada, en la que el daño del hígado es mucho mayor y provoca una serie de complicaciones relacionadas con las consecuencias de esa cirrosis. En ella también existen alteraciones de la función del hígado que conducen a una disminución de la capacidad de sintetizar proteínas y elementos necesarios para nuestras defensas; se genera desnutrición y pérdida de masas muscular llamada sarcopenia; la sangre procedente del intestino, muy rica en productos tóxicos y de degradación, no es correctamente depurada en el hígado, pudiendo llegar a nuestro cerebro y producir cuadros de confusión, desorientación y trastornos neurológicos que se conocen como encefalopatía hepática; se producen alteraciones en el equilibrio normal de las sales de la sangre, los llamados electrolitos, y también se altera el funcionamiento normal del riñón y del corazón; y, por último, hay un aumento en las posibilidades de desarrollar cáncer de hígado.

UNA LUZ EN EL CAMINO

En la cirrosis alcohólica, si todavía no se encuentra en una fase avanzada, con complicaciones, el abandono total del consumo de alcohol permite disminuir el riesgo a desarrollar dichas complicaciones, pues la base del tratamiento de la cirrosis alcohólica es la total abstinencia. Y después existen tratamientos antiinflamatorios, nutricionales y coadyuvantes; pero ninguno de ellos funciona si el paciente no consigue abandonar radicalmente la adicción alcohólica. Cuando los enfermos abandonan completamente los tragos se produce una gran mejoría clínica gracias a la capacidad que tiene el hígado de regenerarse.

TODAVÍA HAY UNA ÚLTIMA ESPERANZA

Pero cuando ya aparece una enfermedad hepática descompensada la única solución es el trasplante de hígado, o sea, poner un hígado nuevo, con el que se obtiene un pronóstico muy bueno.

SI SE CONTINÚA BEBIENDO, ES MEJOR IR DICIENDO ADIÓS

Los pacientes alcohólicos activos que siguen bebiendo no participan en la lista de trasplantes hasta que superan la dependencia, y acabarían sus días como desnutridos en un hospital entre vómitos de sangre y una gran prominencia abdominal debido a la ascitis, entre otras razones porque en el hígado trasplantado también provocarían rápidamente otra enfermedad hepática alcohólica.

SE PUEDE PREVENIR UNA CIRROSIS HEPÁTICA

La abstinencia del consumo de alcohol impide el desarrollo de una hepatopatía por alcohol y finalmente de cirrosis. Llevar una vida sana, con una alimentación variada y saludable, como es la dieta mediterránea, acompañada de una vida activa y con ejercicio físico, disminuye la posibilidad de tener una hepatopatía metabólica grasa que pudiera conducir a una cirrosis.


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Alberto Jesús Quirantes Hernández

Profesor Consultante y Jefe del Servicio de Endocrinología del Hospital Docente Dr. Salvador Allende en La Habana, Cuba.

Se han publicado 1 comentarios


Capullo
 28/12/20 9:35

Que buenos consejos. 

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