El consumo de la droga ilegal conocida como éxtasis se asocia con cambios a largo plazo en la química cerebral, según un estudio reciente. Llamado químicamente 3,4-metilendioximetanfetamina, se le conoce también como MDMA o M.
El éxtasis es consumido en forma de cápsulas conocidas en el argot como “bombitas”, también como tabletas, aspirado por la nariz o mezclado con comidas. Frecuentemente se liga con otros productos también de elevada peligrosidad intensificándose de esta manera sus tóxicos efectos.
Al consumirse se presentan crecientes sensaciones eufóricas y la persona se percibe interiormente alegre, feliz, muy sociable y con una aparente brillantez mental y física.
EL LADO FEO
Pero coincidentemente hay gran dilatación de ambas pupilas, la musculatura ocular pierde control y los ojos empiezan a vibrar cuando se trata de enfocar la vista hacia determinado lugar, se atenúa o desaparece la sensación de sed y otras sensibilidades corporales, y debido al aumento simultáneo de la temperatura y la actividad corporal pudieran presentarse manifestaciones de deshidratación.
Además, se pierde el control de los músculos del maxilar inferior, se eleva la tensión arterial y se presentan sensaciones de confusión mental, estados depresivos y ansiedad.
Cuando la dosis administrada es elevada o se repite con determinada frecuencia, la falta del tóxico se acompaña de grandes efectos depresivos obligando a la ingestión de nuevas cantidades.
Esta droga, colocada en 1985 por la Organización Mundial de la Salud en la misma lista de sustancias ilegales con riesgos altamente demostrables como la cocaína y la heroína, fue descubierta casualmente en 1912 y hasta 1953 permaneció en el registro de patentes sin ninguna aplicación concreta y no es hasta 1976 donde surge la primera comunicación científica sobre sus efectos fisiológicos en seres humanos.
El éxtasis alcanzó su auge de consumo ilegal entre la población más joven en los años 90, emergiendo como algo novedoso.
SUS MALAS ACCIONES
Sus propiedades, fuertemente estimulantes y euforizantes, provocan aumento en sangre de serotonina, sustancia esencial para la regulación de los estados de ánimo, el apetito, el sueño, el aprendizaje y la memoria.
Según una reciente investigación realizada por la Facultad de Medicina del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt, en Nashville, Tennessee, y publicada en la revista Archives of General Psychiatry, el consumo del éxtasis puede inducir a una reducción en los niveles de producción endógena de serotonina que puede durar hasta dos años y estos efectos podrían sostenerse con el tiempo, sin evidencia de que se reviertan. O sea, hay un cambio crónico en los niveles de serotonina entre los que usan la droga.
Mientras más éxtasis se había tomado durante toda la vida, menores eran los niveles de serotonina una vez suspendida. Hay evidencias en investigaciones previas de que un descenso en la serotonina lleva a apnea del sueño, depresión, ansiedad y pérdida de memoria.
UN TÓXICO PELIGROSO
Droga tóxica, entre sus manifestaciones de elevada peligrosidad se encuentran la deshidratación, la hipertensión arterial, el aumento marcado de la temperatura corporal y constantes y fuertes palpitaciones.
Una vez consumido, los usuarios no perciben la sed, pues el producto inhibe esta sensación además de las de cansancio o hambre. Se olvida la necesidad de beber agua o de ventilar el cuerpo ya de por si con elevada temperatura debido a los efectos euforizantes y de bienestar de la droga, pudiendo sobrevenir una severa deshidratación con resultados fatales.
La ingestión simultánea de alcohol agrava los riesgos potenciales puesto que colabora con la deshidratación.
Aunque este pernicioso malvado no es conocido en nuestro país, no es menos cierto que identificar a los enemigos de nuestra salud es la mejor forma de evitarlos.
Janet Garrido Martinez
10/12/12 18:07
Muy buena redacción gracias por esta información
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