La mitad del siglo XX marcó el surgimiento de nuevas costumbres para los habaneros. Cuando seis décadas atrás una compañía francesa acometió la gran empresa de unir la Habana Vieja y la Habana del Este mediante un túnel bajo el mar, de inmediato se convirtió en novedad atravesar ese largo y estrecho pasillo, que empata las franjas de ambos territorios.
Toda la gente en La Habana
Que le gusta manejar
Cuando salen de paseo
Quieren el túnel cruzar
No sé ¿por qué?
Y yo conozco un muchacho que maneja un maquinón
Y él les dice a las chiquitas:
“Vamos al túnel mi amor”
El Túnel fue un proyecto largamente acariciado porque antes de su construcción era necesario conducir más de veinticinco kilómetros alrededor de la rada habanera para llegar al otro extremo de la capital. Durante muchos años parecía un sueño inalcanzable hasta que, un buen día, el proyecto cobró vida y forma.Las obras constructivas se iniciaron en septiembre de 1955. Treinta y dos meses después, el 25 de mayo de 1958, quedaba inaugurada una de las siete maravillas de la Ingeniería civil cubana gracias al esfuerzo de hombres que, en difíciles condiciones, trabajaron para llevar a feliz término la obra.
El proyecto y licitación fueron adjudicados a la empresa de origen galo “Societé de Grand Travaux de Marseille”. De la dirección facultativa y la ejecución se encargó el ingeniero cubano José Menéndez quien diseñó un sistema de tubos de hormigón reforzado que mide alrededor de siete metros y es capaz de soportar la presión que ejercen grandes toneladas de agua.Fue una obra sumamente costosa para la época: unos treinta millones de dólares, cifra que hoy sería equivalente a los 350 millones de dólares. Para su realización se utilizaron las tecnologías más avanzadas a nivel internacional.
Para la construcción del túnel fue necesario dragar más de 250 mil metros cúbicos de rocas y 100 mil de arena bajo difíciles condiciones de trabajo (Foto: Radio Rebelde).
Con una longitud de 733 metros, se trata del más extenso túnel bajo el mar con que cuenta la Mayor de las Antillas. Está emplazado a una profundidad entre 12 y 14 metros bajo el lecho marino y su ancho total es de 220 centímetros.
Posee un excelente sistema de alumbrado, cámara de seguridad y señales del tránsito. Su doble vía de ida y vuelta les ofrece completa seguridad a los conductores. A diario circulan por él más de 30 mil vehículos sin que se produzcan congestiones del tránsito. Por ejemplo, un auto que se traslada a una velocidad de 60 kilómetros por hora puede atravesarlo en tan solo 45 segundos.
Hoy es un sitio de paso obligado para cubanos y foráneos que transitan desde el Centro Histórico de La Habana hacia las playas del este de la capital o van un poco más allá, hasta el balneario de Varadero, en la provincia de Matanzas.
Pepe Valdez
29/6/18 9:15
220 centimetros de ancho..!!.. ALGO ANDA MAL EN ESTE ARTICULO..!!
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