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sábado, 23 de noviembre de 2024

¡Que la Historia se siente a la mesa!

En la XXI edición del Congreso Nacional de Historia se defendió la idea de que la historia de estos últimos 56 años, la de hace 116, 148 o 522 ha de sentarse a la mesa junto con los tiempos que corren...

Joel Mayor Lorán en Exclusivo 27/04/2014
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Carga al machete historia
Héroes, epopeyas y anécdotas atrapan como el más interesante de los cuentos y enseñan.

La Historia tiene que dejar de ser pasado y vivir. En la XXI edición del Congreso Nacional de Historia, los delegados e invitados advirtieron sobre la recurrente intención del imperialismo norteamericano de vencernos mediante la guerra ideológica; por eso, hemos de desempolvar razones, batallas y heroísmos, con la mayor astucia y pasión.

El enemigo lo intenta todo. Pretenden hacernos creer que los héroes son hombres con más yerros que virtudes, que el pasado no vale y es mejor dejarlo en paz. Procuran despojar a Martí de sus cualidades como ser humano excepcional, apagar la figura del Che, desacreditar a Fidel y Raúl, hacer que revisemos nuestras convicciones.

Con esa misma estrategia  ganaron la Guerra Fría, provocaron el derribo de las estatuas de Lenin y con ellas se vino abajo el Socialismo en Europa del Este. Destruir símbolos les fue muy bien entonces, de manera que confían en tener éxito de nuevo.

Intentan desmontar los elementos que componen la obra y el sostén histórico de la Revolución cubana. Recurren a los blogs y hasta a una red social para fomentar la subversión entre los jóvenes, ZunZuneo, también conocida como el Twitter cubano.

Supuestamente, el objetivo de esta última consistía en proporcionar a los cubanos  una plataforma para compartir ideas e intercambiar información. Sin embargo, su verdadero propósito apuntaba a iniciar el sistema con mensajes inocuos, como los resultados del fútbol, y luego debía seguir adelante con la promoción de la “democracia”.

A la par, diversos blogs enfilan sus lanzas contra la vigencia de José Martí, la excelencia de la música cubana, la importancia del Che, la relevancia de Silvio Rodríguez, la intransigencia de Maceo, la magnitud de la Protesta de Baraguá.

Según el filósofo y ensayista Eliades Acosta, “hacen una relectura de las certezas que compartimos los cubanos del archipiélago, con la intención de demoler las bases de nuestra cultura. Para eso aparentan reconocer pequeños méritos de Cuba revolucionaria, tan obvios que no los pueden negar, pero se percibe su rechazo a la forma en que estamos organizados”.

Y no se trata de coincidencias. Basta apreciar “la extraña sincronización en temas, enfoques, conceptos, a veces hasta en las palabras que usan, lo cual denota un origen común. Esa rara unanimidad de quienes escriben desde diferentes puntos del planeta, de ningún modo puede ser espontánea.

“De pronto, a personas que viven en España, en Miami o en Suiza, se les ocurre abordar un mismo hecho, e incluso emplean similares calificativos. Por supuesto, hay quienes poseen su agenda particular; sin embargo, en general, son personas muy bien pagadas”.

Acosta escribe sobre el “Museo del Comunismo” abierto en Praga, donde exponen una típica matrioshka rusa que, bajo su candor campesino, muestra unos dientes afilados y el gesto agresivo que antecede al ataque; también un osito Misha, la mascota de las Olimpiadas de Moscú 80, que nos mira bonachonamente, pero, a diferencia del que siempre conocimos, porta un AK-47 y tiene el pecho cruzado por una cinta de balas.

“De manera ‘didáctica’, usando contra el enemigo su propia estética vaciada antes de contenido, con liviano humor y parodiando, los promotores de la iniciativa intentan descalificar y ridiculizar hasta reducir a cenizas toda la experiencia socialista europea, especialmente la de la URSS. A juzgar por lo que se nos muestra, se trató de una época esperpéntica, esquizofrénica y lúgubre, sin valor humano alguno, sin resultados en ningún campo de la actividad social, sin más sentido que servir de escarnio y arrepentimiento a quienes lucharon por ella o creyeron en sus principios”.

Por tanto, la Historia de estos últimos 56 años, la de hace 116, 148 o 522 ha de sentarse a la mesa junto con los tiempos que corren, no a un lado sino en la cabecera, presidiendo nuestros destinos, porque es una sola y nos alerta sobre el camino a tomar en lo adelante. ¡Y que la escuchen sobre todo los jóvenes (bien contada)!

¿Dónde encontrar las mejores aventuras sino en la Historia? ¿Acaso la ficción supera a la realidad? ¡Qué niño podría escapar de la magia de una narración como la del rescate del brigadier Sanguily! ¿Habrá vencido la espada de D’Artagnan a más rivales que el machete de Maceo? Héroes, epopeyas y anécdotas atrapan como el más interesante de los cuentos… y enseñan.

Encima, si el narrador es bueno, cómo no querer saber más. Ningún relato contiene tantos duelos de espada y travesías arriesgadas por mar, defensa de ciudades contra ataques piratas, batallas que no terminan sino después de muchos días, guerras que duran hasta cien años y rebeliones… como una clase de Historia.

El profesor Arnaldo Silva nunca se sintió atado por objetivo alguno, como no fuera que sus alumnos aprendiéramos todo cuanto él sabe; nos mostró que los héroes son seres humanos, con defectos y virtudes que valen más. Talló en carne y hueso a Vicente García, a Céspedes y Agramonte, capaces de dejar a un lado sus diferencias y anteponer la lucha por la libertad de Cuba.

De clases tales emerge la identificación de la singular audiencia con los más hermosos valores. Cada lección, además de instruir, educa. Altruismo, amor, intransigencia, honradez, coraje, lealtad, en Serafín Sánchez, Ignacio Agramonte, Antonio Maceo, José Martí, Máximo Gómez, Camilo Cienfuegos…

Son esos los valores que debemos continuar sembrando hoy, para que ningún sesudo sueñe hacernos olvidar convicciones e ideales, y destruir la Revolución mediante mensajitos enviados a nuestro celular.


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Joel Mayor Lorán


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