Las estadísticas del año 2013 en Cuba muestran que es el de menor índice de focalidad en los últimos cinco años, referido a la presencia del mosquito Aedes Aegypti, transmisor del dengue, la fiebre amarilla y la chikungunya. Según esos datos, podemos hablar hoy de un 16 por ciento de focos menos en relación con el 2012 y un 13,4 en comparación con la media del último quinquenio.
Sin embargo, todavía el 32 por ciento de los municipios del país presentan alto riesgo, entre ellos Trinidad, Sancti Spíritus, Morón, Ciego de Ávila, Pinar del Río, Guantánamo, Camagúey, Las Tunas, Bayamo, Santiago de Cuba y todos los de La Habana, y el 36 por ciento de las áreas de salud, asegura la doctora Ileana Morales, jefa del Departamento Nacional del Control del Aedes Aegypti del Ministerio de Salud Pública.
Las modificaciones en el clima, las irregularidades en el abasto de agua, la urbanización no planificada y el incremento de depósitos artificiales inciden favorablemente en la proliferación de los vectores y, por consiguiente, de los riesgos de enfermedades asociados a ellos, explica la especialista.
“El Programa Nacional de Vigilancia y Lucha Antivectorial abarca no solo lo concerniente al Aedes Aegypti, sino también a los roedores, moluscos, triatomas y otros mosquitos que, afortunadamente, no representan un peligro para el país.
“No cesamos en el trabajo preventivo, pues las acciones permanentes son las que arrojarán después resultados satisfactorios. Se trata de llegar al ciento por ciento de las viviendas, y no solo destruir los focos que existan del mosquito sino también evitar que se formen”.
-¿Cuáles son los problemas más frecuentes que entorpecen el accionar del Programa?
La autorresponsabilidad y la percepción de riesgo de la población cubana aún son muy bajas. Muchas no saben hacer el autofocal de manera efectiva, pues no solo se trata de hacer una limpieza general, como decimos las cubanas, si esta no incluye por ejemplo el cepillado de los tanques. Es esencial que las personas en el seno de su familia y en el centro laboral también asuman, con conciencia, el cuidado de su salud y el de sus vecinos y colegas también.
“Sucede con frecuencia que las personas no dejan que el operario de vectores entre en su morada, y no ya para fumigar, sino también para revisar las tapas de los tanques, el saneamiento de las áreas verdes, el estado higiénico de los bebederos de los animales, de los platos de apoyo de las macetas de plantas ornamentales…
“Por eso se necesita de un trabajo intersectorial, en el que el médico de la familia y la enfermera se sumen, en el que la comunidad funcione en colectivo y en el que no se deje de revisar cada día los depósitos de almacenamiento de agua como tanques, bandejas de refrigeradores, vasos espirituales y aquellos que tienen la misma función y que son destruibles como pomos, latas, jabas, que pueden encontrarse en nuestros patios, jardines, azoteas, parterres, aceras y otras áreas del barrio.”
La doctora Rosario Ochoa, directora del Centro Nacional de Promoción de Salud y Prevención de Enfermedades, considera que además de incidir en los conocimientos, las actitudes y los comportamientos de la población, es menester desplegar campañas de información con más sistematicidad.
“Cuando se trata de niños, los adultos no dudan en llevarlos al médico ante síntomas febriles, pero si se trata de ellos, le restan importancia”.
“Tampoco se conoce mucho sobre el Bactivect, producto que se expende en las farmacias al igual que el hipoclorito. Este producto actúa sobre las larvas de los mosquitos y moscas negras a través de la ingestión, provocando la paralización de la pared intestinal de las larvas entre las 24 y 48 horas después de consumido. En ocasiones nos hemos encontrado personas que los utilizan para el hongo en las uñas, por ejemplo, por desconocimiento o errónea información al respecto.
DÍA MUNDIAL DE LA SALUD DEDICADO A LA LUCHA CONTRA VECTORES
La preocupación por los vectores es el llamado de alerta de la Organización Mundial de la Salud para el próximo 7 de abril, Día Mundial de la Salud.
Cerca de 106 millones de personas en 21 países de América viven en áreas con riesgo de padecer malaria o paludismo, enfermedades transmitidas por la picadura del mosquito Anopheles en sus diversas especies, mientras que el Aedes Aegypti convive con los habitantes de 35 países de la región, excepto Canadá y Chile. Otras enfermedades, que por fortuna no conocemos en el país, como la leishmaniasis, la filariasis linfática y la enfermedad de Chagas también proliferan en estas zonas.
Además, América Latina es la región con las cifras más altas anuales del mundo con relación al dengue, y como no existe aún una vacuna disponible para combatir el virus, las acciones de prevención son las únicas que pueden garantizarnos una salud incólume.
El doctor José Luis Di Fabio, representante en Cuba de las organizaciones Panamericana y Mundial de la Salud, advierte que se anticipan serios desafíos en la lucha por el control y eliminación de estas enfermedades, propagadas por vectores, pues en algunos países se han reportado casos de pacientes que no responden adecuadamente a los tratamientos, así como de vectores resistentes a los insecticidas.
“Por ello es crucial el rol que deben desempeñar las personas y las comunidades en tanto asuman acciones de protección individual, como el uso de ropas que sirvan de barrera a la exposición de la picadura, el empleo de mallas protectoras en puertas y ventanas para impedir el acceso de los vectores en las viviendas y la eliminación de criaderos en las viviendas”, apuntó.
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