viernes, 20 de septiembre de 2024

Estrés, mal del siglo XXI

Buena parte de la población mundial sufre de un trastorno que va en aumento y suele ir asociado a otros males...

Araima Saco en Mincom 01/08/2016
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Cuando se habla de estrés se suele asociar inmediatamente a los adultos: dígase empresarios, profesores, deportistas. Sin embargo, hoy día el mal se ha generalizado tanto que se ven involucrados también niños, adolescentes y jóvenes.

Especialistas plantean que en el mundo moderno las situaciones potencialmente desbordantes están ocurriendo en edades cada vez más tempranas.

INDAGANDO EN LA HISTORIA

El concepto se remonta a la década de 1930, cuando Hans Selye, joven vienés estudiante de Medicina en la Universidad de Praga, observó que muchos pacientes presentaban síntomas comunes, tales como cansancio, pérdida de apetito, dificultades de sueño y la astenia o sensación de debilidad. A este conjunto le llamó “síndrome de estar enfermo”.

Después de graduado, Selye desarrolló una serie de experimentos para intentar entender lo que ocurría, y los resultados arrojaron que las ratas de laboratorio sometidas a ejercicio físico extenuante, acababan teniendo un nivel elevado de hormonas suprarrenales (ACTH, adrenalina y noradrenalina), acompañado de atrofia del sistema linfático y de úlceras gástricas, a lo cual  denominó estrés biológico.

EPIDEMIA OMNIPRESENTE EN EL MUNDO ACTUAL

El estrés puede considerarse una sensación que  creamos al reaccionar a ciertos eventos, la manera como el cuerpo se prepara para actuar ante una situación difícil con fortaleza, vigor y agudeza mental, por lo cual no es a priori algo negativo.

Los eventos que lo provocan cubren una variedad de realidades, y el cuerpo responde activando el sistema nervioso y ciertas hormonas. El hipotálamo manda señales a las glándulas adrenales para que produzca más adrenalina y cortisol, y envíe hormonas al torrente circulatorio que aumentan las frecuencias cardiaca y respiratoria, la presión arterial y, por ende, el metabolismo.

Los vasos sanguíneos se ensanchan para permitir mayor circulación sanguínea hacia los músculos, las  pupilas se dilatan para mejorar la visión, el hígado libera parte de la glucosa almacenada para aumentar la energía del organismo, se genera sudor para refrescar el cuerpo,  y todo en función de preparar a la persona ante la circunstancia perturbadora, bien huyendo o luchando.

El estrés se presenta en determinadas situaciones,  aunque no necesariamente peligrosas: por ejemplo, cuando tenemos un examen, preparamos una fiesta o simplemente al estar tensos. Un poco de estrés de este tipo puede ser beneficioso, pues ayuda a mantenernos atentos, listos para enfrentar cualquier reto.

Sin el estrés a plazos, probablemente la mayoría de nosotros no sería capaz de terminar proyectos, o de llegar a tiempo a la escuela o al trabajo. Ahora bien, cuando este va más allá, suele convertirse en algo negativo, que incide en nuestra calidad de vida.


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Araima Saco


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