A propósito de un nuevo aniversario del inicio de la Guerra Necesaria en Cuba, nuestra revista les propone un artículo que publicamos hace dos años, pero que, por su valor, consideramos válido compartirlo nuevamente con nuestros lectores.
Desafortunadamente, tanto en nuestra prensa escrita como en la televisiva, radial y digital, se identifica erróneamente como Grito de Baire a los sucesos acaecidos el 24 de febrero de 1895, que dieron inicio a la Guerra Necesaria.
Más que un dislate histórico, centrar en Baire el alzamiento de ese día es una lamentable injusticia con la concepción estratégica de José Martí, respaldada totalmente por Máximo Gómez y Antonio Maceo. Y con los miles de cubanos de la época, que se lanzaron a la manigua a conquistar la independencia.
No fue esa localidad la iniciadora del levantamiento simultáneo acaecido en esa fecha, ni cronológicamente ni por su relevancia militar.
Cupo a los manzanilleros el honor de ser los primeros en tiempo en alzarse, en las primeras horas del amanecer, en la finca Colmenar de Bayate. Allí el general Bartolomé Masó izó la bandera cubana para patentizar la voluntad del pueblo cubano de luchar por su libertad contra el colonialismo español.
Si nos atenemos a la relevancia militar, fue en Guantánamo donde se desarrollaron las más importantes acciones combativas y donde las armas mambisas obtuvieron su primera victoria en la Guerra del 95, cuando el joven Enrique Tudela y doce valientes mal armados tomaron el fortín de Hatibonico.
Hubo gritos de Independencia o Muerte en San Luis, Alto Songo, El Cobre, los alrededores de Santiago de Cuba, Palma Soriano, Yara, Bayamo y en varios poblados de Holguín y Las Tunas. Baire y Jiguaní se alzaron en horas de la tarde porque así se lo había ordenado el jefe mambí del sur oriental, Guillermón Moncada.
En Occidente hubo levantamientos en Ibarra (Matanzas), Jaguey Grande y Aguada de Pasajeros. En total, 35 localidades cumplieron con lo orientado en la orden de alzamiento suscrita por José Martí. Camagüey no lo haría de inmediato, al igual que La Habana y Pinar del Río, por no tener condiciones para ello.
Por ello siempre defenderemos el criterio de que cuando se hable del 24 de febrero de 1895, no se diga Grito de Baire ni de localidad alguna, sino simplemente, el levantamiento simultáneo orientado por Martí, al alzamiento de todos los cubanos.
RAZONES PARA UNA GUERRA NECESARIA
Veintisiete años antes, el 10 de octubre de 1868, Carlos Manuel de Céspedes había convocado a todo un pueblo a alzarse bajo dos sagradas banderas: la obtención de la independencia absoluta y la conquista de toda la justicia social para todos, que en 1868 tenía que partir necesariamente de la abolición de la esclavitud.
Tras diez años de guerra, las indisciplinas y la falta de unidad en el bando mambí nos llevaron a la capitulación en el Zanjón. No nos arrebataron la espada, como señaló Martí en genial imagen, sino que la dejamos caer.
Una vez salvado el prestigio del 68 en la viril e intransigente Protesta de Baraguá protagonizada por Antonio Maceo y un puñado de patriotas, José Martí se dedicó a unir a los veteranos de la Guerra Grande con las nuevas generaciones de cubanos para forjar "los pinos nuevos" que continuarían la lucha.
Todavía quedaban por cumplir los dos sagrados objetivos por los que Céspedes había convocado a todo un pueblo a la lucha: ni se había obtenido la independencia absoluta ni se había conquistado toda la justicia social para todos.
La España colonialista había al fin abolido la esclavitud, pero el cubano negro y mulato vivía en la sociedad colonial como un ciudadano de segunda clase, discriminado y carente de muchos derechos que le correspondían como habitante de nuestro archipiélago.
De ahí que Martí aspirara a fundar, una vez obtenida la independencia absoluta, una república con todos y para el bien de todos, donde la primera ley fuera el culto a la dignidad plena del ser humano, sin distinción de color, sexo, origen nacional ni creencias religiosas.
El Apóstol intentaba organizar una guerra breve, pues temía que de durar mucho la contienda, Estados Unidos interviniera en Cuba y frustrara los anhelos de libertad de nuestro pueblo. De ahí la prevención que expresa en su carta inconclusa a Manuel Mercado (mayo 18 de 1895).
La independencia de Cuba y Puerto Rico, objetivos fundamentales del Partido Revolucionario que fundó en 1892, tenían otro fin supremo aparte de lograr el cese de la dominación española en esas dos islas: impedir que Estados Unidos se extendieran por las Antillas y cayeran sobre nuestros pueblos de Latinoamérica.
El Partido Revolucionario Cubano tenía también otra finalidad no menos importante: consolidar la unidad de las fuerzas independentistas, ya que la desunión entre los mambises había sido la causa fundamental de la derrota en el 68.
Tras el levantamiento simultáneo del 24 de febrero de 1895 la España colonialista no pudo neutralizar los focos guerrilleros surgidos en el Oriente de la isla. La llegada de Maceo (primero de abril de 1895) y de Gómez y Martí (11 de abril) logró que se consolidara la lucha armada en esa región.
Pronto Camagüey (junio) y Las Villas (julio) secundaron el levantamiento. Gómez y Maceo partieron hacia occidente y tras consolidar la lucha armada en Matanzas y La Habana, el Héroe de Baraguá llegó con su contingente invasor hasta Mantua, en lo más oeste de nuestra geografía.
El viejo sueño de Céspedes y Agramonte, de que los caballos mambises abrevaran en el río Almendares se hizo realidad. España se mostraba incapaz de ganar militarmente la guerra iniciada con el levantamiento simultáneo del 24 de febrero de 1895.
Jesus Martinez Montenegro desde FB
24/2/14 11:26
Mas que un símbolo nacional, es uno de los tes símbolos patrios...
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