Desde el otro lado… reencuentros vía WiFi

Está sentado en el quicio de la acera, por unos escasos centímetros casi en la calle, pero parece no importarle, se ve feliz, sonríe, hace muecas y articula palabras que solo la otra persona al lado de la línea entiende — o quizás no — , pero nos gustaría pensar que sí y ser cómplices del momento. Dos años y miles de kilómetros hacen la distancia física y suman nostalgias al almanaque, pero hoy, por unos minutos, nada de eso parece importar.

El niño que sostiene los audífonos y apunta su dedo al teléfono no sabe de IMO, o de conexiones inalámbricas, o de Internet; solo reconoce un rostro familiar en la pantalla y le pregunta a la abuela porqué su mamá está dentro del celular y no puede tocarla. Y de pronto, recordamos que hay cosas difíciles de explicar.

Pero de nuevo, Eithan no sabe nada de eso, como también desconoce que son otros los hermanos, hijos, padres, tíos… personajes de una enramada historia que todos los días se escribe en parques, bulevares, plazas o cualquier otra área pública donde aparezca al menos una barra de señal wifi.

Una década atrás nos hubiera parecido de locos ver a alguien hablando eufóricamente frente a un móvil inteligente, laptop o tableta, o al menos hacerlo desde aquí, desde Cuba. Muchos menos imaginar que a la entrega de unos pocos desplazamientos “táctiles” — y pagar 2.00 cuc por una hora de conexión Nauta — podríamos contactar con el familiar o amigo que hace tiempo no veíamos y derrumbar con una videollamada los muros de la lejanía.

Pero desde que el 1ro. de julio del 2015, la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S.A. (Etecsa) dispuso los primeros 35 puntos de conexión en varias provincias del país, la wifi se ha convertido en la nota invariable, tema principal de conversaciones, críticas y hasta “desesperos tecnológicos”, ya fuera por la novedad del suceso, las inestabilidades en el servicio, el precio de la oferta, o porque no existían todas las condiciones de confort y seguridad para que los internautas pudieran conectarse.

Sobre la apertura y desarrollo de las zonas wifi, así como las inversiones que Etecsa planifica para mejorar la prestación de servicios a la población y otros temas, conversa con nosotros Jorge Luis Legrá Álvarez, director de Programas Estratégicos de Etecsa.

Pero no se trata solo de inversiones, desarrollar infraestructuras o de los retos que impone llevarle Internet a la población como parte de las estrategias que implica la informatización de la sociedad cubana, sino que en el camino de aciertos y desaciertos, cada ser social le ha ido otorgando sentidos propios al uso de estas tecnologías.

Una rápida encuesta por algunas de estas áreas públicas en La Habana basta para confirmar una realidad, que si bien carece de investigaciones científicas, se propaga como la teoría del rumor y comentarios de pasillo: la wifi se ha convertido para muchos en una extensión del servicio telefónico, o sea, mera herramienta de relación interpersonal. Y si acaso lo duda, pregúntese con que fin utiliza usted o algún miembro de su familia la hora de conexión inalámbrica.

Gran parte de las respuestas indicarían el uso de aplicaciones como IMO; o sino abrir Facebook, chatear, dar like y sentir que compartimos nuestro día con el resto del mundo; o revisar el correo; y en menor medida, ver videos, descargar aplicaciones, o sencillamente, informarse.

Desde la academia cubana algunas investigaciones ya centran su objeto de estudio en los usos sociales que hacen los individuos de la red wifi_Etecsa. Tal es el caso de la Tesis de Licenciatura, Buscando Señal, de la estudiante de Periodismo, Silvia Oramas Pérez, quien dedicó un análisis al comportamiento de los usuarios que acceden a esta señal desde el Parque de 51 en el municipio habanero de La Lisa.

Entre los principales resultados que arrojó la pesquisa figura la identificación de las motivaciones de los internautas para conectarse. Sobresale así, en primer lugar, la comunicación con familiares y amigos que se encuentran en otros países, luego están la obtención de información, el entretenimiento y también la posibilidad de adquirir alguna ganancia.

Llama entonces la atención que una sociedad que llega con rezagos al escenario 2.0, cuando logra conectarse, limite sus experiencias — o gran parte de estas para no caer en determinismos — a socializar, interactuar, comunicarse…

Una realidad que si analizamos con el catalejo inverso tampoco resulta de total extrañeza. La familia cubana en los últimos tiempos sufre en muchos casos la reestructuración de roles, sentimientos de pérdida y nuevas formas de adoptar la vida cotidiana ante el fenómeno propio de la emigración.

En este sentido, — tal y como refiere Aimee Cross, profesora de la Facultad de Filosofía, Historia y Sociología de la Universidad de La Habana — , podemos apelar a un nuevo concepto de familia, especialmente, en un escenario donde median las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC).

La mayoría de los cubanos poseen al menos un familiar o amigo más allá de las fronteras nacionales, con el que deseen establecer comunicación. Datos referenciados de la ONEI y del Centro de Estudios de Migraciones Internacionales (CEMI), estimaban que para finales de 2010 existían más de 1.8 millones cubanos residentes en el exterior, lo que representaba el 13,8 % de la población del país en ese momento.

Por otra parte, el saldo migratorio externo ascendía a -38 mil personas anualmente, un balance que según el Instituto Estadístico de Euskadi se establece a partir de la diferencia entre las entradas por migración y las salidas por el mismo motivo; en consecuencia, el signo negativo indica que las salidas superan las entradas.

Seis años después, las cifras no dan señales de mejoría. Las últimas informaciones recopiladas en el Anuario Estadístico de Cuba , mostraban que en 2015 el saldo migratorio externo era de -24 684 habitantes. En este escenario, y sin ánimos de tergiversar la popularísima canción de Adalberto Álvarez, también se podría decir: aquí el que más o el que menos tiene un pariente, o un amigo, o un conocido en el extranjero.

Pues mientras que para algunos lectores los dígitos son solo números, para otros, es la añoranza personificada de quien sentó vuelo hacia otras latitudes. Acerca de cómo las TIC han modificado las conductas individuales y formas de relación interpersonal, Pedro Mongeotti Ramírez, psicólogo social, nos explica.

Y lo que pasa con la nostalgia es que nos invoca a ese deseo para nada efímero de saber cómo está el ser querido y escuchar su voz aunque este del otro lado del mar. Y de ahí surge el segundo problema: ¿cómo comunicarse?

Las tarifas para llamadas internacionales realizadas desde Cuba, ya sea desde la telefonía móvil o fija, superan el precio de 1.00 CUC por minuto, 60 segundos que no bastan para acortar la distancia emocional y que son casi un crimen para el bolsillo del trabajador cubano.

Por suerte llegó la wifi — y no la que estaba a 4.50 CUC por hora y solo podíamos acceder desde hoteles, aeropuertos, cibercafés o algunas instituciones — , sino la que hoy ya tiene 136 espacios públicos de conexión inalámbrica en todo el país y utilizamos sentados en el banco del parque del barrio, o mientras caminamos por La Rampa en el Vedado, o que quizás logramos captar desde el balcón del edificio; una wifi que no solo supuso un abaratamiento de los costos, sino que creó un lazo tecnológico entre los de aquí y los de allá. Sobran entonces las historias…

Este trabajo formó parte del ejercicio final del Diplomado de Periodismo Hipermedia 2016. Fue producido para Cubahora por Lianet Cruz Pareta, Yaditza Del Sol, Beatriz Valdez Mariño, Daimarelys Pérez Martínez, Denis Hernández Contreras, Giselle Vichot Castillo e Ismaray Cabreja Piedra.