Nuevamente volví hoy a decirle Sí a la Patria, con mi voto de cubanía, de lealtad a sus símbolos y por la unidad nacional.
Otra vez sentí que las urnas se abrieron como el espacio más distintivo de democracia, de expresión libre y de conquistas en un país donde la vida crece sana y bien protegida por la obra de su Revolución.
El deber me levantó este domingo, y el voto fue para Cuba y su obra de bienestar.
Asistí por convicción, por la transparencia del sistema socialista y en honor a los próceres, a los guías.
El Sol fue más brillante este domingo, y la mirada tierna de los pioneros -como guardianes de los colegios electorales- reafirmó el eterno respaldo del pueblo a su bandera y a su Isla.
Fui nuevamente al encuentro, a ese que nos une y multiplica, como paradigma de una obra que hoy repercute entre los pueblos que luchan por la paz y contra las garras del Imperio.
Sí, volví otra vez a dar mi voto, fiel a los valores patrios, esos que suman, respaldan, adhieren y reafirman la identidad plena de los cubanos a su Revolución.
Cuba es y será siempre mi elección, aquella que se agiganta, crece y multiplica su obra humana, como ejemplo puro -en el planeta- de la real democracia.
Otro paso de reafirmación volvimos a dar este domingo los millones de cubanos con derecho al sufragio y a la libre expresión para elegir a los diputados al Parlamento y los delegados a las Asambleas Provinciales del Poder Popular.
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