Autores como el investigador Juan Carlos Alfonso Fraga aseguran que en los últimos años del siglo pasado el crecimiento de la población de Cuba fue bajo y ha oscilado en tasas de alrededor, o inferior, al 1 por ciento anual, con valores extremos del 0,1 por ciento en el 2004. “La contracción de los índices de fecundidad, como reafirmación de una tendencia de prácticamente tres décadas atrás, cuando descendió del nivel de reemplazo, inciden en este comportamiento, unido a la presencia de un saldo migratorio externo negativo. La mortalidad por su parte se mantiene en niveles muy bajos y estables”.
Entonces se impone una pregunta: ¿Hacia dónde conducen los nuevos modelos de crecimiento y desarrollo económicos? Para analizar esto es imprescindible puntualizar definiciones relacionadas con tales conceptos. Desde fechas muy tempranas se distinguió entre crecimiento y desarrollo en el pensamiento cubano. Como decía el economista cubano Carlos Rafael Rodríguez: “No hay desarrollo económico cuando el crecimiento de las fuerzas productivas se realiza de manera tal que conduce a una estructura económica que en vez de avanzar al país de la condición de subdesarrollado a la de desarrollado, contribuye a mantener o a agravar el status de país subdesarrollado de aquel”.
PROBLEMÁTICAS DEMOGRÁFICAS DE LA CUBA DE HOY
“En lo que pudiera definirse como la última etapa de la transición [demográfica] y uno de sus efectos principales, se presenta el envejecimiento de la población; sin duda el principal problema demográfico de Cuba en la actualidad, y también con perspectiva futura, dada sus implicaciones económicas, sociales, etc. A fines del siglo pasado el 14 por ciento de la población tenía 60 años y más, para la actualidad, alcanza el 15,4 por ciento. Este comportamiento, singular y de cierta forma inédito en el contexto de los países de América Latina caracteriza una transición demográfica muy avanzada, en la cual la fecundidad, como principal variable demográfica actuante en el crecimiento de la población, ha tenido una disminución significativa, que para muchos ha sido de las más intensas a nivel internacional, lo cual también ha caracterizado la evolución de la mortalidad”, según Alfonso Fraga.
Todas y cada una de las conceptualizaciones sobre la evolución demográfica y las tendencias de este proceso, en sí mismo, parten de una política social que influye sobre ello: la salud, la educación, la seguridad social, el empleo, etc. Todos estos elementos inciden en las variables demográficas y propician, a la vez, transiciones y cambios (provocados fundamentalmente, según diversos especialistas, porque han tenido una difusión e impacto universal y, por tanto, igual incidencia sobre las variables demográficas, lo cual conlleva a un paradigma de transición demográfica).
La instrumentación de los Fondos Sociales de Consumo (FSC) se realiza a través de la aplicación de normas estatales de consumo para cada uno de sus componentes (salud pública, educación, etc.), y a través de ellos se priorizan los problemas de mayor impacto social. Los programas de la Revolución, realizados en el país a partir de la década del 2000, hacia la actualidad constituyen una evidente respuesta de lo planteado.
“En respuesta a estas insuficiencias de la década anterior, en este período (2000-2013) se realizan diferentes transformaciones, como el cambio conceptual y metodológico del estado de necesidad y la creación del Instituto Nacional de Seguridad Social (INASS, 2001), que a través de sus filiales municipales propenden al establecimiento de políticas proactivas ante los problemas presentados por los beneficiarios del sistema. Desde el año 2000, algunas transformaciones se refuerzan y otras se implementan a través de los Programas de la Revolución. Una sistematización de estas acciones confirma que la nueva concepción del desarrollo con un enfoque más personalizado y los programas sociales ejecutados todavía presenta sus inconvenientes, pues no todos los implementados han dado respuesta de forma individualizada a las familias con mayores problemas”, según la doctora Olga Lourdes Vila Pérez.
En este sentido vale destacar la proyección de trabajo que defienden los Lineamientos de la Política Económica y Social aprobados en el VII Congreso del Partido Comunista de Cuba, donde se insiste en la necesidad de ser más precisos al distribuir y ofrecer beneficios económicos y apoyo estatal, para que tales atenciones las tenga quien realmente las necesite.
En la actualidad, la acción del Estado cubano en aras de lograr una utilización más eficiente de los FSC y su vinculación armónica con la distribución con arreglo al trabajo, es definitoria y se ha transformado en una prioridad dentro de las acciones relacionadas con la actualización del modelo económico cubano, y por tanto en los Lineamientos de la Política Económica y Social en nuestro país.
Según los analistas, la disponibilidad y utilización de los FSC ha sido centro de debate en los últimos años, sobre todo por el déficit financiero interno y los desequilibrios en el orden macroeconómico.
Para el desarrollo de programas integrales en beneficio de la sociedad se necesitan cuantiosas sumas, las cuales dependen de la recuperación económica, los incrementos en la productividad, las entradas de ingresos al país y la posibilidad de desarrollar inversiones que respondan a estas actividades. Sin dudas, el Estado no puede ser proveedor o responsable absoluto de las necesidades básicas de la población, y sí debe encaminar los esfuerzos para incrementar la producción y participación ciudadana.
Por otra parte, en el caso de las migraciones, y fundamentalmente la migración internacional, desde 1930 esta variable ha sido negativa. Según datos ofrecidos por el Centro de Estudios Demográficos, entre 2000 y 2012 estos valores estuvieron entre -2,6 y -3,4 personas perdidas por cada mil habitantes (es decir, entre 20 000 y 39 000 individuos). Y como agravante de tal situación ha aumentado la cantidad de jóvenes, las mujeres y personas de elevado nivel de escolaridad que emigran del país, mientras que se mantiene Estados Unidos como principal receptor.
Todos los datos recopilados a través del último Censo de Población y Vivienda (2012) demuestran que estas tendencias continuarán reforzando los niveles de envejecimiento demográfico y decrecimiento del número de habitantes. En esto también continuarán influyendo los bajos índices de fecundidad y de mortalidad.
Según la ONEI, se estima que entre el año 2011 y el 2025 la población de Cuba habrá disminuido en valores absolutos en algo más de 203 111 personas, casi el 26 % de su población tendrá 60 años y más, con un elevado crecimiento absoluto de la de 80 años y más. Para el 2030 las personas de 60 años y más serán 3,3 millones. El impacto se verá directamente en las estructuras de la familia cubana, en los recursos laborales, y por tanto en los resultados productivos y en el desarrollo socioeconómico del país.
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