Con Cuba tatuada en el corazón

Home, Warm, Living, Fantastic, Family…

Fueron estas las palabras con las que quisieron resumir su estancia en La Habana algunos estudiantes del crucero Semestre en el mar, que arribó a esta ciudad el pasado lunes 10 como parte del itinerario iniciado en agosto desde la capital británica.

Yo quiero volver a Cuba por más tiempo para compartir más con su pueblo, dijo en un español recién aprendido la canadiense Modjinah Coby, estudiante de la Universidad de la Florida. “Cuando vuelva iré a otras provincias, tomaré muchas fotos y trataré de aprender a bailar salsa tan bien como ustedes”, aseguró entre risas.

¡Industriales, campeón!, nos dijo Kevin Thor, de la Universidad de Nebraska. “El juego de béisbol en Artemisa fue grandioso, me encantó compartir con los cubanos esa experiencia y me sirve para darme cuenta que somos muy parecidos, aunque hablemos otro idioma”, dijo mientras sacaba un pullover del equipo capitalino. Lo llevo de recuerdo, bromeó.

Junto a ellos, Melody Jacobs, de la Universidad de Virginia, estaba inquieta. No quería que me fuera sin poder decirme que de todos los países que han visitado durante la travesía, ha sido en Cuba donde se ha sentido más a gusto, y por eso se siente infinitamente agradecida.

Son más de 560 estudiantes los que llegaron a Cuba a bordo del crucero al que desde el año 2004 le retiraron su licencia de viaje. Incluir a Cuba en la lista de los 15 países que visitarían fue una prioridad, asevera el profesor Les McCake, presidente del programa de estudios a bordo de Semestre en el mar.

“Nuestro programa se dirige a la educación de los jóvenes y, para que ellos aprendan y adquieran una perspectiva global del mundo, deben conocer diferentes culturas, tradiciones, políticas, sistemas económicos. En estos 105 días de travesía adquieren conocimientos teóricos y además intercambian con diferentes pueblos.

“Cuba está muy cerca de nosotros desde el punto de vista geográfico, pero nos queda lejos en el corazón porque nos faltan encuentros como este, frente a frente. Las relaciones entre nuestros países mejorarán mucho después de nuestra visita, supongo, y en próximas travesías del crucero intentaremos arreglar el programa para permanecer más tiempo”, afirmó el profesor, a quien también le impresionó la calidez de las personas en la calle.

A Patricia Pérez, estudiante de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, le agradó mucho acompañar a los estudiantes, profesores y tripulantes del crucero. “Ha sido muy emocionante compartir inquietudes con ellos desde el ámbito académico, pero también he estado muy nerviosa porque todos me hacen muchas preguntas sobre el sistema de educación y salud, la manera en la que vivimos, qué comemos, qué lugares visitamos en los ratos libres, entre otras. Todos quieren repetir la visita y eso demuestra que se han sentido como en su casa”.

¿De qué otra manera podría ser si a los cubanos los distingue la hospitalidad, el trato afable y el cariño desbordante?

¿Cómo no sentirse a gusto si somos un pueblo que pese a todas las limitaciones económicas abre sus puertas de par en par, regala abrazos y comparte todo en familia?

La profesora Jannet Ramos, hija de cubanos que residen hace más de 30 años en Nueva York y turista por primera vez en la tierra de sus padres no ocultó sus lágrimas de emoción al contar sus vivencias. Tomó del brazo a Jefferson Night, uno de sus alumnos y le pidió que me hablase. “Es que él quiere hacerse un nuevo tatuaje en el brazo”, me dijo; y el muchacho me enseñó un pequeño mapa de Cuba.

El barco Semestre en el mar partirá de la Terminal de Cruceros Sierra Maestra de La Habana en horas de la tarde de este miércoles y quienes vinieron en él, aunque no se tatúen un mapa del territorio en su piel como lo hará Jefferson, sí se llevarán un pedazo de Cuba en su corazón.