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miércoles, 25 de diciembre de 2024

La mano invisible en el cine invisibilizado: “¡Despierta, imbécil!” (+Video)

Aunque en política, tener razón antes de tiempo puede ser otra forma de equivocarse, los artistas, cuando lo son de verdad, suelen adelantarse a la realidad...

Iroel Eri Sánchez Espinosa en Exclusivo 11/07/2012
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película española El concursante
Película española "El concursante".

La utilización de un fragmento de la película española El concursante por la periodista Enma Calderín para ilustrar, en la revista Buenos Días de la Televisión cubana, un comentario sobre la inviabilidad del modo en que operan los bancos en el capitalismo me ha recordado que ese filme español del año 2007 se adelantó a la crisis para plantear —con ironía, emoción e ingenio— el carácter inviable de lo que estaba ocurriendo, pero ha pasado inadvertido para muchos, incluyéndonos a nosotros los cubanos.

La película cuenta la historia de un exitoso profesor argentino de economía en una Universidad española que en sus clases se manifiesta antikeynesiano y tiene un golpe de suerte al ganar, en un concurso televisivo, bienes por valor de tres millones de euros entre los que se cuentan un yate, un auto de lujo, una avioneta y una gran residencia. Ahí comienza la fatídica relación entre Martín Circo —el nombre no es gratuito— y el dinero, que en un viaje a los infiernos lo lleva ante un profesor disidente, defenestrado de las aulas por su oposición al neoliberalismo, quien le explica ante un tablero de ajedrez —es el fragmento trasmitido en la Televisión cubana y que pongo acá por haberlo encontrado en YouTube— la inviabilidad de lo que está ocurriendo.

No cuento más con la esperanza de que se animen a buscar la película y ayuden a que se difunda como se merece este filme que, a pesar de haber ganado el Premio de la Crítica en el Festival de Cine de Málaga, no llamó la atención de la prensa española, tan presta, en cambio, a buscar relaciones entre arte, economía y política cuando de Cuba se trata.

Talento hay en El concursante, porque su director, Rodrigo Cortés, ha seguido haciendo cine y le ha ido muy bien: Después de éste —su primer largometraje— hizo el thriller Buried (Enterrado), que fue muy reconocida en el Festival de Sundance y estrenada comercialmente en más de cincuenta países a finales de 2010. Cortés acaba de estrenar en 2012 su tercera película, esta de tema parasicológico, con Sigourney Weaver y Robert de Niro, entre otras estrellas. Ambas obras —a diferencia de El concursante— han contado con toda la maquinaria de crítica y reconocimientos que no tuvo el visionario filme de 2007.

Cuenta Cortés sobre su primer trabajo de ficción: “Hace unos años hice una película que casi nadie vio. A mí me gusta llamarla Concursante, pero la gente suele añadirle un artículo que, por lo visto, le hacía falta. Como parte de su estrategia de marketing (o ausencia de ella) se diseñó una campaña viral con el nombre de ¡Despierta, imbécil!, y un servidor elaboró varios teasers, pequeñas cápsulas protagonizados por Leonardo Sbaraglia, en las que Martín Circo Martín, el personaje que habitó durante varios meses, lanzaba píldoras en forma de bala sobre su particular manera de procesar la realidad. En su momento, y me refiero a hace cuatro años, poco se hablaba de lo que hablaba Martín, y Concursante fue calificada por algunos de ingenua, estúpida, vacía, o, como mínimo, innecesaria, adjetivos que, a fuerza de ser sinceros, calzan a la perfección con mi propia existencia”.

Aunque en política, como puso en boca del emperador Adriano Margarite Yourcenar, puede que tener razón antes de tiempo sea otra forma de equivocarse, los artistas, cuando lo son de verdad, suelen adelantarse a la realidad. ¡Despierta, imbécil! se parece mucho a las consignas que cuatro años después lanzaría el Movimiento 15M contra lo que Adam Smith llamó “la mano invisible del mercado” y que graciosamente desaparece el cine incómodo para el sistema que prefiere pagar mucho por la promoción de producciones para durmientes, mientras hace invisibles los llamados a despertarse. Lo inquietante sería que entre quienes queremos ser alternativa ocurra lo mismo.

 


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Iroel Eri Sánchez Espinosa


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