Son varios los acontecimientos que guarda la historia y que cuentan la relación entre la Iglesia Ortodoxa y Cuba. En los inicios del siglo XX existió en la nación caribeña una comunidad ortodoxa compuesta por emigrantes de origen griego, ruso y de otros países eslavos. La agrupación fue reconocida legalmente en 1964 bajo el nombre de Asociación Cristiana Ortodoxa de Cuba y estuvo vigente hasta el año 1978, cuando por decisión propia acordó desintegrarse.
Más tarde, en la década de los años 90, los fieles ortodoxos rusos y de otras naciones eslavas comenzaron a reorganizar la comunidad de feligreses que permanecían disgregados por la Isla. Se trataba de aunar en una misma congregación bajo la atención del Patriarcado de Moscú y de Toda Rusia los descendientes de esas nacionalidades que habían creado familias en Cuba. Fue entonces, en 1995, cuando Su Santidad Kirill visitó Cuba por primera vez con el objetivo de revitalizar la comunidad ortodoxa rusa existente en la nación cubana.
Sin embargo, lo lazos entre la iglesia ortodoxa y la nación antillana van más allá. Cuba reconoce el importante papel que ha desempeñado y desempeña esta religión en la vida social y espiritual de la Rusia contemporánea.
Esta religión, “en los momentos críticos de la historia de Rusia, jugó un papel importante. Cuando se inició la Gran Guerra Patria, tras el traicionero ataque nazi, Stalin acudió a ella en apoyo de los obreros y campesinos que la Revolución de Octubre hizo dueños de las fábricas y la tierra”. Asimismo, “cuando la URSS se desintegró, el imperialismo no tuvo en esa iglesia un aliado”, destacaba el líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, el 21 de octubre de 2008, en una de sus Reflexiones a propósito de la inauguración en La Habana de la Catedral Ortodoxa Rusa Nuestra Señora de Kazán.
Como un monumento a la amistad cubano-rusa, la construcción de esta catedral fue resultado de la proposición que le hiciera Fidel Castro Ruz a Su Santidad Kirill durante la visita que este realizara en noviembre de 2004 a la nación caribeña, esta vez, en su condición de Metropolita Smolensk y Kaliningrado y presidente del Departamento de Relaciones Eclesiásticas Exteriores del Patriarcado de Moscú. En octubre de 2008 volvería para participar en las jornadas de los “Días de Rusia en Cuba” y oficiar la Divina Liturgia de consagración de la Catedral Ortodoxa en La Habana.
Al igual que la Revolución Cubana, el Patriarca de Moscú y de toda Rusia es defensor de las causas justas por lo que su oratoria en Naciones Unidas u otras instituciones está encaminada a proteger el bien de la humanidad.
En este sentido, resalta que en todos los encuentros oficiales efectuados en Moscú y La Habana y en las entrevistas ofrecidas a medios rusos, cubanos y extranjeros, el Patriarca Kirill ha rechazado en los términos más enérgicos el cerco genocida aplicado desde hace 54 años por Washington, deliberadamente diseñado para provocar hambre, enfermedades y desesperación en la población cubana.
De ahí que, en esta ocasión, la visita oficial de Su Santidad Kirill dará a los cubanos la oportunidad de corresponder a la Iglesia Ortodoxa Rusa, y en particular a su Patriarca, por la condena pública al bloqueo estadounidense contra la nación, así como agradecer la posibilidad de acoger la primera reuniónde los primados de la Iglesia Católica y de la Iglesia Ortodoxa Rusa, otro encuentro que pasará a la historia.
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