Supe del documental casi desde sus primeras ideas. Sobre lo que se esperaba de Londres había tenido algunas referencias, y después de aquellos días, varias anécdotas llegaron a mis oídos. Pero nada podía ser tan profundamente conmovedor como verlo, terminado ya, aunque después sentía una especie de alegría y tristeza que me hacía volver a él una y otra vez.
“Justicia en Londres” es uno de esos materiales audiovisuales, realizados desde el más alto compromiso y amor, ese que no solo le impusieron el realizador cubano Roberto Chile y su equipo, sino los familiares de los Cinco y todos aquellos amigos que estuvieron cerca y hoy lo comparten con el mundo.
Por eso me remito una y otra vez a las palabras de Irmita, la hija del héroe cubano René González, y a las de algunos de sus protagonistas, para explicar su esencia o, simplemente, para realizar una invitación a la reflexión, desde la ternura y la verdad de un caso injusto, que nos duele y que por más de 15 años ha tenido a los cubanos, a los Cinco y a miles de amigos, en una lucha permanente porque se imponga la cordura.
Londres, la ciudad y una historia
Al decir de Irmita, durante la narración central de la historia que el documental nos cuenta: “Es linda Londres sin bruma. En días luminosos como el 7 de marzo de 2014, la capital británica no se parece en nada a la ciudad que describen novelas y filmes policíacos. Pero todas las dudas se disipan cuando la vista alcanza tres de sus más difundidos emblemas: el muy puntual reloj Big Ben, el antiquísimo Tower Bridge y el río Támesis”. Y se pregunta la joven: “¿tendrá también esta ciudad una esperanza para nuestro caso?
Esta ,quizás, sea la pregunta más inspiradora para los que fueron a esa ciudad europea, los más de 300 amigos de más de una veintena de países que se reunieron allí para debatir, ante un Comité de Investigaciones, el caso de los Cinco cubanos. Lo fue también para sus familiares y para los que recogieron las memorias de estos días, porque es tan alto el muro de mentiras y silencio que han levantado sobre este caso que parecía increíble estar en la capital británica para debatir sus destinos, aunque lo que todos soñaban era que allí pudiera decidirse.
Al decir del prestigioso realizador cubano Roberto Chile: “Lo que más les entusiasmó cuando nos invitaron a grabar las memorias de este evento, fue que con nosotros estaba René González e iba a ser la primera vez que uno de los Cinco en persona, directamente, iba a defender la causa fuera de Cuba. Estábamos entusiasmados de poder testimoniar este momento histórico y, sin embargo, pocas horas antes del viaje recibimos la noticia que no le daban la visa a René, porque había estado demasiado tiempo preso, lo mismo que se iba a discutir allá. Eso nos desanimó mucho y hasta pensamos por un momento que el equipo casi ya no tendría nada que hacer”.
Sin embargo, el encuentro tuvo la magia para presentarnos también una ciudad —al decir de la hija de René González— mundialmente conocida por sus hábitos monárquicos, el aura mítica de los Beatles o la estatua de eros en Piccadilly Circus, por su espesa neblina, aunque en los días del encuentro les regaló a los visitantes un sol resplandeciente que animó su optimismo. “La naturaleza parecía sumarse a la necesidad de hacer luz sobre un proceso que ha sufrido la desinformación y el ocultamiento por más de quince años”, precisa.
Quizás por eso al equipo de trabajo que llegó a Londres le motivó tanto, a pesar de los contratiempos, no solo grabar las memorias para archivarlas. “Después de oír los testimonios que tuvieron lugar allí, de las víctimas del terrorismo en nuestro país, de investigadores, abogados, familiares de los Cinco, jueces de tres países que no tienen nada que ver con Cuba, nos dimos cuenta de que había mucho que hacer. Se formó un equipo de trabajo que seleccionó la esencia de lo que había ocurrido y de más de 15 horas dejamos estos 30 minutos. Nació así “Justicia en Londres”, cuenta Chile.
Cada testimonio, un desgarramiento…
Los que llegaron a Londres, ya fueran víctimas de actos terroristas, amigos de Cuba, abogadores, investigadores y los propios familiares de los Cinco, tuvieron espacio para contar sus historias, cada una de ellas por sí solas, suficientes para un documental, porque Londres sería para ellos —tal como se describe— “volver a vivir el peor instante de sus vidas”.
Quienes se acerquen al documental “Justicia en Londres” volverán a encontrarse con hijos de los asesinados en el avión de Barbados en 1976, con las palabras dolorosas del padre del joven Fabio Di Celmo, víctima de un acto terrorista en Cuba en 1997 y las declaraciones legales de importantes juristas cubanos sobre el saldo de muertes y discapacitados que hechos atroces como los que impedían los Cinco con su labor, han costado a los cubanos.
Allí estuvo Elizabeth Palmeiro, recordándonos que su esposo y sus cuatro hermanos han estado en prisión por más de 15 años y aún no se ha hecho justicia a ningún nivel del sistema legal estadounidense; o Adriana Pérez, la esposa de Gerardo Hernández, reconociendo que existían momentos de tristeza, nostalgia, añoranza, pero Gerardo siempre le daba la seguridad de que todo eso se revertiría en un futuro mejor, en una unión permanente con su esposo, su amigo, su compañero, para disfrutar de lo que todo este tiempo les habían tronchado.
Philips Horowitz, uno de los abogados de la causa, reiteró allí que 15 años es mucho tiempo, que había escuchado decir a Irmita que cumplía 29 años y que la conocía ya hacía 14, cuando su hermana apenas andaba en pañales y su mamá la llevaba en brazos. Dijo también que cuando aceptó ese caso no sabía en qué se metía, ni él, ni las familias, ni René, por eso cuando la gente le pregunta si alguna vez había tenido un caso como ese, responde que no, que no lo había tenido y estaba seguro que no lo volverá a tener, porque casos como ese son únicos en la vida.
Otros juristas afirmaron que no hay nada tan indignante como la condena a Gerardo sobre conspiración para cometer asesinato, porque fue impuesta sin pruebas; mientras Amnistía Internacional compartía la preocupación de los grupos de trabajo sobre la no realización de un juicio justo. Alice Walker, la escritora y amiga estadounidense, decía visiblemente emocionada: (…) al pensar en Cuba y en los cinco cubanos, esos hombres increíbles cuyo único crimen fue que intentaban proteger lo que aman, a sus familias, sus hijos, su país. Yo sé de qué intentaban protegerlos. Lo he visto. Yo sé lo que mi país es capaz de hacer.”
Y qué decir de las palabras de Olga, que llegó a Londres nuevamente separada de su esposo René por las decisiones arbitrarias de unos pocos, para hablar a los presentes en nombre de las cinco familias, a las que se unen todos aquellos amigos, los solidarios de Cuba, para ser nuestra familia. “(…) y como una familia nunca abandona a sus hijos, estamos seguros que vamos a traerlos a todos”, reiteró.
Pero allí también estuvo al fin René, a quienes recibieron mediante una videoconferencia desde La Habana, y Tony, quien llamó por teléfono sorpresivamente para agradecer en su inglés —no muy bueno según él— a todos los presentes. Mientras, Mirta, su abnegada madre, contó a todos la felicidad que habían sentido cuando recibieron a René y después a Fernando y, en tono desgarrador, recordó que a René se le trató de forma cruel, se analizó su caso solo ante la pérdida de su hermano y después de su papá. “Y yo me pregunto —concluyó Mirta— bueno, para que Tony pueda ser liberado de esos cinco años por la jueza, llegado el momento, ¿tendrá que esperar que yo me muera para dejarlo venir a Cuba? Es fuerte, es muy fuerte”.
En otro escenario también se alzaron las voces. Músicos cubanos acompañaron la causa en Londres, poniendo en marcha, tal como se dice en el documental “esa poderosa máquina de comunicación que es nuestra música, mientras actores y actrices londinenses dramatizaban fragmentos de cartas entre los Cinco y sus familiares”.
Tras el veredicto y las preguntas, la fuerza del amor
Tres jueces destacados dieron en Londres el más justo veredicto que el caso ha tenido hasta hoy. Este, sin dudas, hubiese sido el juicio soñado si los que han tenido la posibilidad decidir sobre las causas de estos Cinco hombres, hubiesen sido como los que estuvieron allí.
Para el realizador Roberto Chile, con este material pretenden no solo trasladar una historia en la que se debía evadir el panfleto, la propaganda y se tratara de hacer de un tema árido, algo muy digerible, que llegara no solo a las mentes, sino también a los corazones. “En este tipo de construcción periodística hay que alejarse del teque, del panfleto para que las cosas lleguen de verdad, no solo por el tema, sino por los testimonios y la manera en que están enfocados. Ojalá llegara a congresistas, senadores, personas de todo tipo y al propio presidente Obama. Quizás si Obama se sentara algún día a escuchar los testimonios que aquí se emiten, quizás meditaría un poco y pudiéramos estar más cerca de la libertad de nuestros hermanos”, reflexiona.
Para los que vean “Justicia en Londres”, volverán también las múltiples preguntas que se hace Irmita durante su narración: “¿qué habría pasado si los que decidieron la suerte de los Cinco hubieran llegado a la corte libres de prejuicios políticos? ¿Cómo habría cambiado la suerte de un pueblo y de cinco familias de aplicarse la ley con apego a la justicia y no al espíritu de revancha? ¿Llegará este veredicto a oídos receptivos?”.
Yo, al final, creo que volvería una y otra vez al documental, agradecería nuevamente a sus realizadores, me detendría en cada uno de los alegatos que comparte, reflexionaría e invitaría a muchos a verlo, a promoverlo. Y si en algún momento esa mezcla de alegría y tristeza que sentí la primera vez que lo vi, pretende inclinarse más hacia lo segundo, recordaría a Adriana cuando dijo, refiriéndose a su historia personal: “Todos los días, al despertar, me sacudo y digo: hoy no tengo tiempo para dedicárselo ni a mi nostalgia ni a mi tristeza, solo a luchar por su regreso definitivo”.
“Justicia en Londres”: De las mentes a los corazones
El documental “Justicia en Londres” recorre Cuba y varias ciudades del mundo por estos días, a propósito de la tercera Jornada de Denuncia de Washington “5 días por los 5 cubanos”…
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