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sábado, 23 de noviembre de 2024

Fidel, Santiago, Santa Ifigenia: amalgama de amor y gloria

Al baluarte más firme de la Revolución Cubana, retornó el Comandante en Jefe...

Yuniel Labacena Romero en Exclusivo 04/12/2016
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Mauseleo Saanta Ifigenia
En ese sitio sagrado de la Patria reposan además los restos de más de 30 generales de las campañas emancipadoras

Fidel regresó a Santiago de Cuba, a la ciudad que lo vio combatir enérgico en el cuartel Moncada, alzarse victorioso en la Sierra Maestra, y a la que, el 1 de enero de 1959, entró con sus barbudos y confirmó que la Revolución había triunfado, a la ciudad que ese propio día reveló que “ha sido el baluarte más firme de la Revolución”.

El Comandante en Jefe volvió a una ciudad llena de símbolos, a una ciudad “rebelde, hospitalaria y heroica”, a la ciudad que llegó al filo de seis años a estudiar y vivió parte de su niñez y primera adolescencia. Fidel retornó a Santiago de Cuba que aguarda amorosa y justiciera para darle abrigo irreversible en el cementerio de Santa Ifigenia.

Según comentó recientemente el joven historiador Frank Josué Solar Cabrales, máster en Ciencias y profesor auxiliar de la Universidad de Oriente, la primera estancia del eterno joven rebelde le sirvió de muchas maneras, pues “conoce la ciudad, sus calles, sus alrededores, el lomerío, la bahía, hay un acercamiento a escenarios sobre los que tiempo después volvería sus pasos”.

En los colegios de Santiago de Cuba, como el Instituto de Segunda Enseñanza o La Salle en esos primeros años, fue forjando su carácter y espíritu revolucionario. Allí fue testigo de los atropellos de la policía contra los estudiantes, de las protestas del pueblo contra la tiranía de Gerardo Machado y se rebeló contra lo injusto, el abuso y lo mal hecho.

Gracias Santiago, expresó en una ocasión el líder histórico reunido con su combativo pueblo, el mismo que le respondió enérgicamente: Gracias a ti, Fidel. Y es que los sentimientos que el invicto Comandante guardó hacia la urbe fueron muy profundos. Por ello afirmó que esta provincia oriental “es la cuna gloriosa de la Revolución y seguirá siendo la capital moral de la Revolución”.

Fidel dio muchas muestras de amor por Santiago y cariño especial por su pueblo, afirmó recientemente Omar López Rodríguez, conservador de la ciudad, y mencionó además otras razones que definen ese vínculo afectivo: Martí y la Generación del Centenario, el Moncada, el juicio y su alegato La Historia me Absolverá, el apoyo al desembarco del Granma, la clandestinidad, la Sierra Maestra, el triunfo revolucionario.

“Él se nos aparece en muchos puntos de la historia y la cultura santiaguera, es parte indisoluble de la ciudad, y creo que ese mundo interior pudo haber determinado sobre la decisión de colocar sus cenizas en el Cementerio Patrimonial Santa Ifigenia. Allí están sus compañeros caídos en el Moncada, en la lucha clandestina, en la insurgencia, allí están tantos seres queridos...

“Ahora cuando el hecho se convierte en realidad, el patrimonio santiaguero se inunda de valores adquiridos por su relación con esa vida extraordinaria, y en especial nuestro cementerio donde ahora se guardarán para siempre los tres forjadores de la patria, Céspedes, Martí y Fidel”, sentenció el conservador de la ciudad.

El Cementerio de Santa Ifigenia —que acogerá este domingo a nuestro Fidel— tiene una extensión de 133 mil metros cuadrados y fue inaugurado en 1868, el propio año en que emprendieron las gestas por la independencia. Se convirtió así en la tercera necrópolis en el país y cobró mayor celebridad con la apertura del monumento a José Martí en junio de 1951

En ese sitio sagrado de la Patria reposan además los restos de más de 30 generales de las campañas emancipadoras, de Mariana Grajales, madre de los Maceo, de los jóvenes asaltantes al cuartel Moncada y de luchadores clandestinos como Frank y Josué País. A sus valores patrióticos se suman virtudes patrimoniales, escultóricas y arquitectónicas, lo que llevaron a declararlo en 1979 Monumento Nacional.

Y por si fueran pocas a las enterezas de Santa Ifigenia, desde el 30 de julio del 2007, una llama eterna, encendida por el presidente Raúl en el área frontal de la necrópolis, acrecienta el ímpetu simbólico al perenne tributo de los cubanos a los caídos en pos de la soberanía, la dignidad y la entrega sin límites, esas ideas que Fidel defendió y cultivó en varias generaciones de hombres y mujeres de esta isla y del mundo, quienes tendrán en él como en Martí, un paradigma y una vocación profunda para dar continuidad a su obra.

Hasta ese sitio seguiremos cabalgando con Fidel, con el padre de la Revolución Cubana, su fundador, como le llamara Raúl al comunicar su muerte el pasado 25 de noviembre. Y lo haremos porque el Comandante en Jefe ha muerto sin derrotas y vuelve sobre sus pasos de gigante y de guerrillero andar la tierra, a seguir señalándonos cuál es el mejor camino. Porque Fidel renace cada día en el corazón de su pueblo, ese que aprendió a hacerlo eterno.


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Yuniel Labacena Romero


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