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viernes, 22 de noviembre de 2024

Dos refranes entre Cuba y Obama

El gobierno estadounidense ha venido adoptando acciones que en nada contribuyen a sus objetivos de generar simpatías en el pueblo cubano...

Iroel Eri Sánchez Espinosa en Exclusivo 08/03/2016
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A menos de un mes de la visita a Cuba del Presidente Barack Obama, cual alfombra roja que lo preceda, el gobierno estadounidense ha venido adoptando en secuencia acciones que en nada contribuyen a sus objetivos de generar simpatías en el pueblo cubano.

El 26 de febrero la Oficina para el Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, multó por 304 706 dólares a la empresa Halliburton por prestar servicios a la compañía cubana Cuba Petróleo, demostrando con esa acción que como denunció Josefina Vidal, Directora de América del Norte de la cancillería cubana, en su cuenta en de la red social Twitter, que “el bloqueo a Cuba sigue aplicándose con rigor por EE.UU.”.

El 2 de marzo, An­tony Blinken, Subse­cretario de Estado de los Estados Unidos asoció en el Consejo de Dere­chos Hu­ma­nos de la ONU, que sesiona en Ginebra, la visita de Obama a Cuba a pronunciamientos injerencistas y repitió el discurso hostil que EE.UU. ha sostenido tradicionalmente en esos espacios para justificar el bloqueo. La delegación diplomática cubana presente allí respondió aludiendo a las prácticas represivas y discriminatorias muy frecuentes en territorio estadounidense —“la discriminación ra­cial, la violencia policial, el mal­trato a los inmigrantes y la tortura a detenidos”— reiterando que el bloqueo contra la Isla“es la principal violación que se comete contra los derechos humanos de todo un pueblo, y que durante los últimos meses se ha agudizado con la imposición de sanciones millonarias contra entidades bancarias y financieras internacionales, con el fin de intimidarlas y obstaculizar las transacciones económicas y financieras de Cuba”.

Casi inmediatamente después, se conoció que no se efectuaría una anunciada visita del Secretario de Estado John Kerry a La Habana, quien en una audiencia del Congreso estadounidense el 23 de febrero había dicho con respecto a Cuba:

“Debo ir allá en una semana o dos, para tener específicamente un diálogo sobre derechos humanos”.

Los medios de comunicación no pueden concebir que una relación entre iguales supone que el país pequeño y que no es una potencia económica, militar y mediática se sienta ofendido y juzgue inconveniente la visita del jefe de Blinken después de las agresivas palabras de este en Ginebra, pero la lógica indica que es eso lo que puede haber sucedido. Los medios tampoco tuvieron en cuenta que fue Cuba la que en julio de 2014 propuso a Estados Unidos sostener un diálogo bilateral sobre derechos humanos, que fue reiterada en enero de 2015, cuando fue aceptada por las autoridades estadounidenses, efectuándose un primer encuentro el 31 de marzo de ese año en Washington, y que concluida esa reunión, el jefe de la delegación cubana, Pedro Luis Pedroso Cuesta, declaró en con­­ferencia de prensa que el clima de trabajo fue respetuoso y profesional, y que las partes habían decidido “mantenerse en contacto por los canales diplomáticos respecto a po­­si­bles nue­­­vos intercambios, sus fechas, se­des y agendas”. No han existido nuevos encuentros bilaterales sobre el tema pero la diplomacia estadounidense aprovechó un foro multilateral de la ONU para agredir a la Isla, vinculándolo a la visita de Obama.

Acaba de anunciarse que Ben Rhodes, asesor adjunto de Seguridad Nacional del Presidente Barack Obama, viajará a Miami la próxima semana para reunirse “con los líderes de la comunidad cubanoamericana y aliviar las preocupaciones sobre el histórico viaje del mandatario a La Habana a finales de marzo”. Lo anterior pareciera revelar el objetivo de las declaraciones de Blinken en Ginebra, sobre todo si se sabe que para la Casa Blanca “los líderes de la comunidad cubanoamericana” son los congresistas de extrema derecha y miembros de organizaciones financiadas tradicionalmente por el gobierno norteamericano para la desestabilización de la Isla. La popularidad de esas personas ha venido retrocediendo en los últimos tiempos precisamente por oponerse a la nueva política de EE.UU. hacia Cuba. A esas mismas personas va dirigido el mensaje que se filtró a la prensa sobre la supuesta firmeza con que Washington estaría defendiendo la posibilidad de que Obama pueda dirigirse por televisión a los cubanos y encontrarse con los “disidentes” que están vinculados en todos los casos a estos grupos de Miami y que a través de ellos reciben los recursos que les asigna el gobierno estadounidense, a pesar de que los propios diplomáticos norteamericanos en La Habana los han descalificado como oposición creíble y han señalado su desconexión de la sociedad cubana. 

Pero, es insólito que la prensa estadounidense presente como resultado de un pulseo con el gobierno cubano las transmisiones en vivo de las actividades y discursos de Obama o la posibilidad que este tendrá la posibilidad de reunirse con quien desee, cuando ambas cosas ya ocurrieron sin sobresaltos durante las visitas a la Isla del expresidente James Carter y el Secretario de Estado John Kerry, cuyas intervenciones en la reapertura de la embajada estadounidense en La Habana y en la conferencia de prensa que ofreció en el Hotel Nacional de Cuba fueron transmitidas íntegramente por la televisión cubana. Sólo la necesidad de vestir como “victoria sobre el régimen totalitario de los Castro” lo que es algo esperado como normal por la población de Cuba y que ya esos mismos medios se ocuparon de difundir en casos anteriores puede explicar semejante manipulación.

¿Finalmente?, el 4 de marzo, Obama decidió prorrogar por un año la vigencia de la Orden Ejecutiva 13692 firmada el 8 de marzo de 2015 declarando “emergencia nacional” por considerar a Venezuela —el principal aliado de Cuba en la región— “una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y la política exterior de los Estados Unidos”. Esta vez no respondió la diplomacia cubana, una “Declaración del Gobierno Revolucionario” calificó de “arbitraria y agresiva” la decisión estadounidense y reiteró

“de manera resuelta y leal su apoyo incondicional y el de nuestro pueblo a la hermana República Bolivariana de Venezuela, al legítimo gobierno del Presidente Nicolás Maduro y a la unión cívico-militar del pueblo bolivariano”.

Un día después, la presencia en Caracas del Primer Vicepresidente cubano, Miguel Díaz Canel, sirvió para argumentar más esa postura sobre la decisión de Obama contra Venezuela: 

“Una vez más, el imperio demuestra que no ha cambiado su esencia agresiva y su desprecio hacia nuestros pueblos, reiterando sus amenazas contra una nación hermana, pacífica y solidaria, e ignorando la indignación y rechazo unánimes que suscitó la promulgación de esta infame Orden hace apenas un año”.

Los refranes suelen dar consejos muy sabios. No se puede tener misa en Miami y procesión en La Habana y el que mucho abarca poco aprieta. Todas estas acciones hostiles de EE.UU. hacia Cuba y su aliado venezolano, no solo han generado la correspondiente respuesta cubana, sino que han sido ampliamente difundidas por los medios cubanos y aunque su objetivo es conseguir un perdón imposible de quienes han vivido toda la vida de la confrontación entre los dos países, lo que sí hacen es disminuir la simpatía que espera encontrar el Presidente Obama en Cuba y dar la razón a quienes han venido alertando sobre el hecho de que Washington no ha renunciado a su comportamiento imperial con la Isla.


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Iroel Eri Sánchez Espinosa


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