20 de julio de 2015, Washington DC: se inaugura oficialmente la Embajada de Cuba en la capital estadounidense, con la presencia del Canciller de Cuba Bruno Rodríguez y la Jefa del Departamento de Estados Unidos del MINREX Josefina Vidal, mientras que por la parte norteamericana asiste Roberta Jacobson.
Por primera vez en 54 años una bandera cubana ondea en la embajada de la nación caribeña en Washington. Ese gesto simbólico —que se completó el 14 de agosto siguiente con la reinauguración de la Embajada de los Estados Unidos en La Habana, frente al Malecón— concluyó la primera etapa de la normalización de relaciones que anunciaron a la vez los presidentes Barack Obama y Raúl Castro el 17 de diciembre de 2014.
A partir de entonces comenzó un largo y difícil camino para llegar a acuerdos entre dos países, siempre con la voluntad del gobierno cubano de que estos sean bajo la base del respeto mutuo y la no injerencia a nuestra soberanía.
Dos años después, los acuerdos entre Etecsa, la empresa de telecomunicaciones de Cuba, y las telefónicas estadounidenses Sprint, Verizon y T-Mobile, la normalización del servicio de correos, la habilitación de varias líneas aéreas regulares para viajes entre los países, la reanudación de cruceros que comenzó en mayo con la empresa Carnival y la emisión de la tarjeta MasterCard a cargo del banco estadounidense Stonegate, son algunos de los hechos que marcan el proceso de aproximación a un vínculo normal entre dos naciones soberanas.
Otros temas de alta política también han puesto su sello en el acercamiento como los diálogos sobre medidas para combatir la trata de personas, el narcotráfico, el cambio climático y la piratería intelectual. Las visitas a Cuba de secretarios de Estado, de Comercio, de Agricultura y de Transporte de los Estados Unidos, así como de varias agencias; las visitas a los Estados Unidos de ministros cubanos (Relaciones Exteriores, Comercio Exterior e Inversión Extranjera, Agricultura y Salud Pública), entre otros funcionarios.
Como resultado de negociaciones que se extendieron por alrededor de un año, el 12 de enero de 2017, ambos gobiernos emitieron una declaración conjunta que elimina dos de las disposiciones sobre las que se sustenta el trato preferencial a los cubanos que emigran hacia Estados Unidos.
Casi una semana antes de concluir su mandato, Obama derogó la política de pies secos pies mojados y del programa de parole para médicos cubanos, que representaban vías de inmigración inseguras a territorio norteamericano. Constituía esto un paso de avance más en el camino hacia la normalización de las relaciones diplomáticas entre los dos países.
A pesar de que se mantienen las prohibiciones de su gobierno de que puedan venir a Cuba como turistas, siendo necesario calificar en una de las 12 licencias aprobadas, Manuel Marrero, Ministro de Turismo de Cuba precisó durante la apertura en Holguín de la Feria Internacional de Turismo FitCuba 2017, que en los tres primeros meses las llegadas desde Estados Unidos aumentaron en un 18 por ciento.
Ahora, con un nuevo presidente en la Casa Blanca, la diferencia en la situación es significativa. Durante el discurso que Donald Trump pronunció en Miami para anunciar su nueva política hacia Cuba dijo: “Estoy cancelando todo el acuerdo bilateral del último gobierno. Estoy anunciando una nueva política, como prometí durante la campaña, y firmaré ese contrato en esa mesa en solo un momento”.
Con su decisión, el magnate norteamericano de aumentar las restricciones de viaje para recrudecer la prohibición del turismo de los Estados Unidos a Cuba, restringir las posibilidades de negocios con las empresas públicas cubanas, reafirmar el bloqueo, entre otras, el magnate republicano da un paso atrás en las relaciones con la Mayor de las Antillas.
Significa entonces un retroceso a ese camino que inicio el 17 de diciembre de 2014 y que se consolidó con la posterior apertura de embajadas en La Habana y Washington; un paso atrás que le costaría a la economía estadounidense 6.600 millones de dólares y afectaría a 12.295 empleos estadounidenses durante el primer mandato del gobierno de la administración Trump, según un estudio encabezado por Engage Cuba.
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