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domingo, 22 de diciembre de 2024

Cuba y su compromiso con la paz

La vocación pacifista de Cuba se ha visualizado en países de distintos continentes...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 27/06/2016
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Aunque fue acusada de terrorista por Estados Unidos durante años —finalmente reconoció su error y la suprimió de la lista de países en esa categoría— Cuba es, desde hace décadas, símbolo de paz para decenas de naciones, donde miles de cubanos transmiten mensajes de unión y fraternidad, en su misión de elevar los niveles de salud, educación, deporte y cultura, entre otras posibilidades para elevar la calidad de vida de los más pobres.

Quizás por coexistir durante décadas bajo las amenazas norteamericanas, ser centro de atentados, invasiones, plagas y enfermedades, carencia de recursos (entre ellos medicamentos y comida); es que los cubanos entienden muy bien la necesidad de la paz y de que los pueblos humildes recobren sus sueños, tal como ocurrió cuando triunfó la Revolución en 1959.

Altos reconocimientos internacionales de las Naciones Unidas y de otros organismos mundiales reciben el Gobierno cubano y sus entidades, que nunca ha dudado en entregar sus conocimientos en cualquier nación que así lo solicite, no importa en qué lugar del mundo se encuentre o si —como ha ocurrido— puedan perder valiosas vidas.

Ese es uno de los motivos por los cuales cada año Cuba es el epicentro de reuniones y convenciones de ministerios y organismos internacionales que en lo político, social y científico se ocupan de crear sistemas para el bienestar de los seres humanos, a partir del clima pacífico existente en la isla, abierta a los distintos pensamientos e ideologías presentes en el siglo XXI.

Cuba, que en las últimas casi seis décadas se ha ganado también el respeto, el prestigio y la confiabilidad mundial por la seriedad de su política exterior y la integridad de sus líderes históricos y actuales, es también, en estos momentos, uno de los países más seguros para dirimir cualquiera de los complejos asuntos internacionales, y muy en especial los que perjudican la unidad y la paz en América Latina y El Caribe.

Aunque desde que quedó instalada a fines del 2012 la mesa de diálogo entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP), la posición cubana fue destacada en medios internacionales, Cuba recibió ayer los mayores y reconocidos elogios de las más altas personalidades políticas del mundo por el papel jugado, junto con Noruega, como garante de las negociaciones que culminaron con el silencio de las armas.

La batalla por la paz librada en La Habana durante más de tres años pudo cristalizarse por la confianza que tanto las FARC-EP como el gobierno de Juan Manuel Santos depositaron en las autoridades locales. Ricardo Téllez, miembro de la delegación guerrillera que ha vivido en La Habana los últimos años, aseguró ayer a la prensa que “Cuba es el lugar más seguro del mundo” pues en otro país, salvo Venezuela, hubiesen corrido graves riesgos.

Esa seguridad, no solo física, también la resaltó el jefe del equipo gubernamental en los diálogos, Humberto de la Calle, quien refirió que “el Gobierno cubano ha actuado con un enorme profesionalismo, con absoluta independencia y respeto por ambas partes, y ha aportado una valiosa experiencia en este tipo de procesos”.

De “una de las parteras de la paz” en Colombia calificó a Cuba la exsenadora y activista de los derechos humanos Piedad Córdova, quien reconoció —según el diario Granma— el empuje del líder de la Revolución Cubana, Fidel Castro, y del presidente Raúl Castro para alcanzar el objetivo de silenciar las armas en la nación andina, conseguido en la firma de los acuerdos de esta semana.

Impulsora de mecanismos integracionistas —otro elemento de la paz regional— como la Alianza Bolivariana de los Pueblos de América (ALBA), la Asociación de Estados del Caribe (AEC), y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC); La Habana ha expresado como elemento de su política exterior la solidaridad con los gobiernos progresistas del mundo, en especial los suramericanos y caribeños.

La Venezuela de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, atacada de continuo por el imperialismo mundial; Brasil, donde se realiza un corrupto golpe de Estado de la derecha contra la presidenta Dilma Rousseff; Bolivia; Ecuador; la Honduras de Manuel Zelaya; el Paraguay de Fernando Lugo; Argentina, de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, conocen la voz defensora de la diplomacia cubana. Las naciones que por su postura ideológica y gubernamental son blancos de los intereses hegemónicos de Estados Unidos siempre han contado con el apoyo cubano en foros mundiales y regionales.

La necesidad de la paz para el desarrollo latinoamericano y caribeño fue puesta de relieve por el presidente Raúl Castro cuando presidió, en nombre de su país y de manera temporal, la CELAC, un espacio de integración política, económica y social aún en fase de consolidación.

El documento final aprobado en la II Cumbre efectuada en La Habana, los días 28 y 29 de enero del 2014 por los 34 países del bloque, sin la presencia de naciones hegemónicas, declaró a América Latina y El Caribe como Zona de Paz, un compromiso que Cuba asumió como propio y que marca un hito en las relaciones interregionales.

La proyección pacifica del gobierno cubano fue elogiada también por la comunidad mundial cuando, a pesar de las diferencias ideológicas y políticas con Estados Unidos, mediante el diálogo constructivo quedaron restablecidas las relaciones diplomáticas bilaterales en 2014, luego de más de 50 años de ruptura propiciada por el vecino norteño, afanado por destruir la Revolución Cubana con extremas y fracasadas medidas, dado el patriótico pensamiento de la sociedad cubana.

Para el Papa Francisco, “Cuba es un archipiélago que mira hacia todos los caminos, con un valor extraordinario como ‘llave’ entre el Norte y el Sur, entre el Este y el Oeste. Su vocación natural es ser punto de encuentro para que todos los pueblos se reúnan en amistad (…) Es la vanguardia de un nuevo diálogo en América, y si sigue así, será la capital de la paz”, sentencia que profirió durante su visita a este país en septiembre del pasado año y que este jueves devino realidad cuando Colombia decidió enrumbar hacia un futuro sin guerras, con nuevas estructuras que garanticen una democracia constructiva y sin armas.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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