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sábado, 23 de noviembre de 2024

Colombia: el último día de la guerra (+Cronología) (+Fotos)

Cuba, bastión por la paz en América Latina y el Caribe, sirvió de escenario para la firma de históricos acuerdos entre el gobierno colombiano y las guerrilleras de las FARC-EP...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 23/06/2016
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Firma del fin del conflicto armado en Colombia
Con la firma de este acuerdo de país significa el cese del conflicto armado más largo en la historia de América Latina. (Fernando Medina Fernández / Cubahora)

Aun cuando faltan todavía importantes medidas para alcanzar la reestructuración política, económica y social que normalicen la vida en Colombia, los acuerdos de cese al fuego y de hostilidades bilateral y definitivo suscritos este jueves en La Habana, son considerados fundamentales para el fin de la guerra que enfrenta desde hace más de 50 años a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP) y los sucesivos gobiernos de esa nación andina.

De histórico califican analistas y medios de prensa internacionales la firma de los textos que hacen irreversible la paz en Colombia y abren el camino para la solución de confrontaciones no solo en la región, sino también a nivel global. Con el diálogo, es la gran lección de esas negociaciones, puede resolverse cualquier conflicto por complejo que este sea.

El acontecimiento ocurrió en el salón de protocolo del barrio de El Laguito, de La Habana, capital cubana donde desde hace más de tres años (2012), las partes beligerantes negocian la pacificación de la nación andina, con Cuba y Noruega como países garantes y Chile y Venezuela en calidad de acompañantes. 

Juan Manuel Santos, mandatario de Colombia, y el jefe del Estado Mayor de las FARC-EP Rodrigo Londoño, conocido como Timoleón Jiménez o Timochenko, asistieron a la ceremonia donde los acuerdos adoptados pondrán fin al conflicto armado a partir de este día, y abren el camino a la paz definitiva. Más de 265 mil muertos, 704 mil familiares afectados, miles de desaparecidos y seis millones de desplazados deja la confrontación armada, cifras extraoficiales resultantes de estadísticas informales.

También estuvieron presentes varios presidentes latinoamericanos –Raúl Castro, de Cuba, Michelle Bachelet, de Chile, Enrique Peña Nieto, de México, Nicolás Maduro, de Venezuela, Salvador Sánchez Cerén, de El Salvador, Daniel Medina, de República Dominicana- Ban Ki Mon, secretario general de la ONU y numerosas personalidades, entre ellas el canciller noruego, Borge Brende.

El texto para  materializar la pacificación del país también contempla la dejación de las armas; las garantías de seguridad y la lucha contra las organizaciones criminales responsables de homicidios y masacres o que atentan contra defensores de derechos humanos, movimientos sociales o movimientos políticos, incluyendo las organizaciones criminales que hayan sido denominadas como sucesoras del paramilitarismo y sus redes de apoyo, y la persecución de las conductas criminales que amenacen la implementación de los acuerdos y la construcción de la paz.

Tal como dijo el presidente cubano –cuyo país, ratificó, está a disposición de Colombia y de la paz en la región-, ahora es preciso implementar los acuerdos y enfrentar difíciles cuestiones pendientes para que el silencio de las armas sea permanente por las dos partes.

Es importante destacar que el alcance de la paz no es resultado de la capitulación de las FARC-EP sino del interés de las dos partes involucradas en el conflicto y que estuvieron de acuerdo en la implementación de negociaciones para crear un clima democrático para el país, en el que la antigua guerrilla –según se espera- pueda integrarse al escenario político mediante la formación de partidos de oposición, siempre que se respete sus puntos de vista.

No es secreto que importantes grupos de la oligarquía colombiana están interesados en mantener el clima de guerra que desgajó a la población –de una y otra posición- encabezados por el expresidente Álvaro Uribe, el derechista expresidente que ordenó el asesinato del canciller de las FARC-EP Raúl Reyes en suelo ecuatoriano.   

Uribe –tal como ha sido denunciado por políticos y analistas- es el reconocido cabecilla de los grupos paramilitares que deben ser eliminados, según el pacto habanero, ya que constituyen un obstáculo a los deseos de las mayorías colombianas, una paz con garantías, en especial para quienes integran ahora las filas guerrilleras.

La reconciliación entre los colombianos, que pasa por reconocer los derechos de los guerrilleros en la vida civil, puede llevar tiempo, pues es lógico que existan recelos luego de cinco décadas de desarraigo por las dos partes: abusos, desempleo, desigualdad social, asesinatos selectivos y de los llamados falsos positivos; así como secuestros, atentados, tierras fértiles destinadas a zonas de guerra, movilizaciones de miles de jóvenes e incluso niños.

Un escenario que es preciso dejar atrás aunque para ello hacen falta la democratización del sistema, el respeto mutuo, y que sea efectivo el monitoreo internacional de las distintas fases del proceso, que aún es frágil y tiene importantes enemigos en contra.

Este es el último día de la guerra, afirmó Timoleón Jiménez, con la esperanza de que las negociaciones de La Habana queden inscriptas en la historia de América Latina y el Caribe como el cierre del paso a la guerra interna o injerencista en cualquiera de sus países, mientras Santos reconocía la importancia de este día que hace posible la construcción de la paz.

Puede ver las imágenes de la firma del acuerdo en alta resolución en nuestra página en FLICKR.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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