Los números podrían fácilmente contar la historia del Bloqueo estadounidense contra Cuba: cifras que evidencian un rechazo internacional que se multiplica; cuantiosas pérdidas materiales en sectores como la salud, la educación, la cultura, la inversión extranjera, que ya se estiman en un billón 157 mil 327 millones de dólares; medio siglo de permanencia, pese a lo arbitraria e ilógica que pueda parecer la medida.
Una vez más, el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla se encuentra en Naciones Unidas. Como él, durante 21 años consecutivos diversos representantes cubanos han acudido a esta sede y han representado a Cuba en su lucha por una causa justa: la necesidad de poner fin al Bloqueo estadounidense contra nuestro país.
Desde 1992, cuando se aprobó por primera vez la resolución cubana contra el cerco norteamericano, mucho se ha fortalecido el apoyo internacional a Cuba. De los 59 votos a favor, tres en contra y 71 abstenciones que resultaron de la votación inicial, el 2012 mostró un resultado de 188 votos a favor, 3 en contra y 2 abstenciones.
En el reciente debate de alto nivel de la Asamblea General de la ONU, celebrado entre el 24 de septiembre y el 1 de octubre, el Bloqueo fue otra vez tema recurrente en el discurso de presidentes, jefes de Estado y cancilleres.
Más de 40 mandatarios exigieron su cese y lo calificaron de “genocida”, “ilegal”, “injusto”, “reliquia de la Guerra Fría”.
En los últimos 16 años, más del 90 por ciento de los gobiernos acreditados ante la ONU han votado en contra del bloqueo. La pregunta lógica sería: ¿Cuándo esta amplia condena será escuchada por Estados Unidos?
Este martes, una vez más, se alzará la voz de la representación cubana en Naciones Unidas, Estados Unidos volverá a quedar totalmente aislado y la historia seguirá recogiendo cifras que contarán una de las historias más ilógicas e inhumanas que conoce la humanidad.
Cuba seguirá como el David que no teme a un Goliat, por muy grande que parezca, porque al final, ya lo dijo David mismo: “Lo primero es no tener miedo a nadie, por más gigante que sea. Lo segundo es estar convencidos de que tenemos la razón, de que es justo lo que queremos. Lo tercero es saber usar bien el arma que tengamos”.
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