//

sábado, 21 de diciembre de 2024

¿Solo un diario de campaña?

El Diario del Che en Bolivia guarda insospechados pasajes de los últimos días del Guerrillero Heroico…

Iris Leydi Madera Iglesias en Exclusivo 07/11/2016
1 comentarios

El año 1966 rozaba casi el fin. La helada Bolivia, bajo la dictadura de René Barrientos y sus secuaces pedía, al menos, un soplo de independencia. Un hidalgo guerrillero arribó con ánimos de rescatar la proeza del Libertador y surgieron estas líneas: “Noviembre 7. Hoy comienza una nueva etapa. Por la noche llegamos a la finca. El viaje fue bastante bueno. Luego de entrar, convenientemente disfrazados, por Cochabamba, Pachungo y yo hicimos los contactos y viajamos en jeep, en dos días y dos vehículos”.

Así nació el último Diario del Che Guevara, testimonio fidedigno de la épica protagonizada por un grupo de revolucionarios de probado coraje, guiados por el médico de la motocicleta, el artífice de la Batalla de Santa Clara, eterno siempre en su pensamiento. 

Más allá de las referencias bibliográficas y reseñas de investigadores, para muchos constituye quizás una asignatura pendiente. Literatura de guerra, dirán, pensando solo en la epopeya de sangre y fusiles. ¿Cuántos cubanos hoy conocen los pequeños textos que Ernesto construía en los escasos momentos de descanso, cansado por la tarea de avanzar en un terreno desconocido, o en intermedios de cada combate?

Los hechos acontecidos durante casi un año (noviembre de 1966-octubre de 1967) permanecen vivos aún en cada palabra, de ahí que, luego de asesinar al héroe, el manuscrito fue confiscado por Barrientos, seguro por una certeza: a los grandes hombres se les teme hasta en sus puntos y comas.

 “Pocas veces en la historia, o tal vez nunca, una figura, un nombre, un ejemplo, se han universalizado con tal celeridad y apasionante fuerza. Es que el Che encarna en su forma más pura y desinteresada el espíritu internacionalista que caracteriza al mundo de hoy y cada vez al de mañana”, apuntaba Fidel en el prólogo a la edición cubana, publicada en 1968.

 El 7 de octubre de 1967, el Guerrillero Heroico escribió por última vez, pero el diario, cual silencioso compañero  atestiguó su aprehensión y tortura en La Higuera. Luego pasó a manos del macabro presidente de Bolivia, quien  facilitó la lectura del mismo al personal de la CIA, al Pentágono y al gobierno de Estados Unidos.

Como ha sucedido con ciertos detalles de la impronta guevariana, la opinión pública guiada por intereses hegemónicos se debatió entre el mito y el rumor. No revela entonces nuestro Comandante cómo tuvo acceso al original, pero sí explica la honestidad del proceso emprendido para su obtención, con pruebas de las copias fotostáticas. Por supuesto, el tirano andino se negó a aceptar su veracidad y catalogó de apócrifo el documento.

En la tarea de esclarecer el mensaje tras cada trazo colaboró activamente la compañera de lucha y esposa del Che, Aleida March. La letra diminuta y un tanto enmarañada de doctor argentino quizás guarde todavía algunos misterios, que a decir del periodista e historiador boliviano Carlos Soria Galvarro, “deben abrirse a la investigación en Bolivia, Cuba y EEUU”.

No obstante, es innegable el atractivo de cada episodio, contado de manera capsular. Con un envidiable poder de síntesis inmortalizó el internacionalista las conversaciones con los campesinos; aquel 14 de junio fecha de su cumpleaños 39, comiendo junto a los compañeros “el ultimo potaje” que quedaba;  los ataques de asma reiterados ante la creciente escasez de medicamentos; la pérdida del joven Tuma, luego de la operación ejecutada por él mismo en la selva para rescatarle el  hígado perforado por el enemigo.

Aunque no lo vio nacer, Cuba lo siente como hijo amado y vibra orgullosa cuando mira a esa muchacha con su imagen colgando del pecho, o la foto de Korda recorriendo el mundo. Trascurridos casi cincuenta años, queda el Diario del Che en Bolivia, como obra literaria, legado escrito de un ser humano ejemplar.  En cualquier librería cercana,  aguardan sus páginas prestas a ayudarte a conocerlo un poco más, puede que, por instantes parezca revivir y sientas, a tu lado, su “querida presencia”.


Compartir

Iris Leydi Madera Iglesias

Se han publicado 1 comentarios


Nor1
 30/3/17 14:29

hace unos 30 años lo leí como un homenaje al Che a 20 años de su caida en combate. despues  no me he atrevido a leerlo nuevamente. cuando lo hice sentia al leer las paginas finales que algo iba a pasar y el mismo cambiaria. que los hechos serian de otra manera, que el Che se salvaba de esa muerte.

Deja tu comentario

Condición de protección de datos