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jueves, 28 de noviembre de 2024

Memorias de asaltantes (+Fotos)

Escuchar anécdotas de protagonistas directos de gestas tan heroicas como los asaltos a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo y la epopeya del Granma, es como hojear un libro de historia...

Raquel Marrero Yanes en Exclusivo 23/07/2012
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Asalto al Cuartel Moncada4
26 de Julio de 1953, mucho más que una fecha.

Escuchar anécdotas de protagonistas directos de gestas tan heroicas como los asaltos a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo y la epopeya del Granma, es como hojear un libro de historia, como asomarse a una puerta con acceso directo al pasado y también al futuro. Es además de un privilegio un compromiso con nuestra historia.

“Cuando arremetimos contra los cuarteles en la mañana de la Santa Ana, lo hicimos convencidos de que la lucha sería cruenta y en ella podríamos perder la vida”, dice Alejandro Ferras Pellicer, uno de los participantes de las acciones del 26 de julio de 1953. 

Su mayor orgullo es considerarse “protagonista de una gesta heroica organizada y dirigida por Fidel”. Es lozano al señalar que guarda muy gratos recuerdos de cuando el Comandante “confió en nosotros”, era la juventud de aquel entonces. 

A Ferras, le encanta conversar y contar anécdotas. Declara que “fue el mayor de tres hermanos que participó en la hazaña del Moncada”. Hoy como muchos otros combatientes comparte el dolor por los que ya no están, aquellos que ofrendaron su vida por la causa revolucionaria, pero se mantienen vivos en nuestros corazones”.

Ramiro Sánchez Domínguez participó en el asalto al cuartel Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo. “Fui motivado por el amor a la Patria y las ansias de libertad, inculcado por mis padres y la juventud ortodoxa”. La satisfacción de formar parte de los asaltantes fue superior al dolor de cualquier sacrificio.

Sánchez tuvo el privilegio de “emprender el camino de la Revolución bajo la acertada dirección de nuestro Comandante en Jefe. Los que aún quedamos tenemos la misión de trasmitir las experiencias a las nuevas generaciones, como dignas herederas de nuestro legado histórico”. 

Ramón Pez Ferro, el único combatiente hombre sobreviviente del hospital Saturnino Lora pone a prueba su memoria y logra revivir aquella madrugada de profunda emoción. El encuentro con otros compañeros de Artemisa, las armas dispuestas, ver los uniformes, las palabras de Fidel explicando que asaltarían el Cuartel Moncada y los detalles del plan de ataque, la vehemencia con que defendió la absoluta voluntariedad para participar o no en la acción...

Recuerda los primeros disparos. “Apenas llegamos a la entrada del hospital Saturnino Lora; en pocos minutos se generalizó el tiroteo y al darnos cuenta de que algo había salido mal, nos colocamos en aquellos puntos desde donde podíamos hostigar con mayor efectividad a los soldados del cuartel, luego de combatir aproximadamente dos horas a las fuerzas de la tiranía, hasta la última bala. 

“Aquella gesta permitió movilizar al pueblo en el camino de la lucha armada y por la trascendencia del hecho, cumplió sus objetivos estratégicos. Realmente teníamos posibilidades de tomar el cuartel y solo el encuentro fortuito con una patrulla, frustró el factor sorpresa y evitó que nos apoderáramos de la fortaleza.”

“En el Moncada se sembró la semilla de los que siguen a pie de lucha”, dice Emilio Albentosa Chacón, expedicionario del Granma y asaltante al cuartel Moncada. Hombres como él renunciaron a los medios de subsistencia, y se lanzaron en busca del bienestar del pueblo. “Fuimos con optimismo, sin pensar en la muerte, solo en lo que significarían aquellas acciones para el futuro de Cuba”.

Para Emilio el Moncada fue “el punto de partida de una concepción de lucha” que permitió conquistar el triunfo e iniciar la edificación de una sociedad nueva. “Si ayer acudimos al combate a vencer o morir, hoy nos toca continuar la batalla”. 

Ayudar a las nuevas generaciones a continuar la obra revolucionaria y disfrutar cada 26 de julio con alegría y optimismo, es el compromiso con la historia, la Revolución y el pueblo de hombres como Alejandro, Ramiro, Ramón, Emilio, … y otros muchos, quienes no dejaron morir al Apóstol en el año de su centenario y arremetieron contra el oprobio de una seudo república que bañaba de sangre nuestro suelo y se plegaba ante el imperio.

Sin ellos estos días no serían tan hermosos, porque bajo la acertada guía de Fidel nos enseñaron el camino de la Patria nueva y el valor de la consigna Patria o Muerte.


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Raquel Marrero Yanes


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