Conversar con el doctor en Ciencias Históricas Pedro Pablo Rodríguez le puede parecer rutinario a cualquiera que ha tenido el privilegio de relacionarse con este hombre, que ha dedicado la mayor parte de su vida a estudiar la obra martiana, a la vez que ha desarrollado una labor incansable como investigador en el Centro de Estudios Martianos.
A muchos —entre ellos esta reportera— les asombran su sencillez y su modestia; sus conocimientos, capacidad comunicativa y, sobre todo, ese poder mágico que no lo hace diferenciar entre historiador, investigador y martiano.
“Los tres están muy relacionados en mí. Historiador e investigador porque constantemente estoy en busca de nuevos conocimientos y de la verdad, y martiano en tanto soy un estudioso de José Martí. “
Para quien actualmente dirige la Edición Crítica de las Obras Completas del Maestro ser martiano es seguir sus preceptos, tratar de aplicarlos y tener un sentido ético y moral. En ese orden intenta ser un seguidor de Martí.
“¿Cómo descubrió a Martí?”, le pregunto. Entonces, con palabras tan pausadas como su andar, comenta que, como todo cubano, desde niño Martí fue para él un símbolo, un paradigma ético y moral, sentimientos que se fueron acrecentando cuando, desde muy joven, siendo estudiante de Historia en la Universidad de La Habana, empezó a organizar un curso sobre el pensamiento revolucionario cubano. Así comenzó una primera gran lectura de varios textos martianos.
“Desde entonces quedé atrapado por Martí, no solo por los mecanismos literarios que el Maestro logra apresar, sino también por la profunda riqueza y actualidad de su pensamiento”.
-¿Qué tomas de Martí para desarrollar el quehacer diario?
-Consciente o inconscientemente a Martí lo llevo dentro. Trato de tener sus principios morales, su ética y sus valores, porque ese hombre de La edad de Oro fue una persona como nosotros; un hombre de gran dedicación, tenacidad y voluntad en todo lo que acometía. En eso está el verdadero secreto de su trascendencia; un gran poeta, escritor y político porque trabajó para lograrlo y se ocupó profundamente por interpretar su tiempo.
“Un hombre que cultivó la amistad, la familia y el cariño, sobre los que asentó su existencia, además de todo lo que en alguna manera le enriqueció la vida. Es por eso que al profundizar en su pensamiento me doy cuenta de que él escribió desde y para los sentimientos.”
-¿Qué utilidad tiene Martí para los historiadores contemporáneos?
-Martí es útil no solo para los historiadores, considerando su función y conociendo su trabajo, sino que es útil para todos, y en particular para los intelectuales. Lo importante, se sea o no historiador, es vivir en su tiempo, porque para ser un hombre de todos los tiempos —como él mismo dijo— hay que ser primero que todo un hombre de su tiempo. Por lo que el historiador, más que cualquier estudioso de las Ciencias Sociales, tiene que ser un hombre de su tiempo, porque le permite entender también a los hombres de otros tiempos, las circunstancias, los errores, los fracasos y los aciertos. En eso radica el secreto de Martí para el historiador contemporáneo.
-¿Cómo valora el alcance del pensamiento martiano en la actualidad?
-Desde el triunfo de la Revolución hemos vivido, por llamarlo de algún modo, a un ritmo martiano. Las ediciones y textos martianos se han multiplicado y la presencia del Apóstol en la vida cubana se ha intensificado. Considero que la figura del más universal de los cubanos se ha fijado como un símbolo en la nación. Lo que quiere decir que urge verlo como lo que fue, para sin repeticiones poder interiorizarlo, pensarlo y aplicarlo.
“Sería imposible desde el Tercer Mundo, y mucho menos desde nuestra América, proyectar una estrategia para enfrentar los desafíos contemporáneos del poder hegemónico sin que en el fondo estén expresas o no las ideas de Martí. Y es que cuando revisamos los principales conflictos, luchas contemporáneas, de alguna manera siempre se encuentra una contribución suya.”
-¿Por qué el Apóstol es un referente obligatorio?
-Martí no pasa de moda. El conocimiento de su obra se extiende a escala universal. Hoy es usual que en América Latina un Jefe de Estado, un político, un periodista o cualquiera que tenga preocupación por su pueblo, cite a Martí. Tampoco es raro que se reconozca y se hable no solo del poeta, el escritor o el político, sino también del pensador.
“Cuando se habla de pensamiento latinoamericano nadie deja de mencionar al Héroe de Dos Ríos, porque constituye un referente obligatorio, cada vez más necesario para el hombre contemporáneo, y lo va a seguir siendo para el futuro, no solo en Cuba, sino a escala mundial.
“Como figura, José Martí se levanta, sobre todo en estos tiempos en que la humanidad vive una crisis de valores, demostrada en la propia manera que está al borde de la extinción. Entonces pensemos en Martí.”
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