No parece que el Houston descanse en esa playa donde el mar besa una y otra vez suelo libre. Pero hasta las olas recuerdan aquel intento paranoico de destruir millones de sueños. Cada caracol de las arenas de Girón guarda el estruendo de tanques y morteros, de fusiles y gritos, de la valentía de una nación.
Las memorias persisten después de 53 abriles. Los agresores siguen amenazando volver, mas no olvidan que en 72 horas convertimos su fiebre de sangre en pura cobardía, de “valerosos” soldados y oficiales a cocineros todos.
Subestimaron al pueblo, a esa masa irredenta que había sufrido tantas desdichas. La hidra creyó haber impresionado al joven Hércules. Solo que pescadores, carboneros, campesinos y explotados de antaño, tenían mucho que defender; ni la vida importaba más que la victoria. Y un ejército de hombres con tal convicción es invencible.
Heredamos la lealtad, solidaridad, heroísmo y valentía de hombres sencillos que se agigantaron en la pelea. Ellos nos transmitieron esa amalgama de sensaciones que experimentamos desde pequeños al oír hablar de Céspedes, Agramonte, Maceo, Martí, Abel, Frank, Eduardo García Delgado o Fidel.
Las personas con decoro no conocen límites de valor cuando defienden un ideal, como esos muchachos que, con escaso conocimiento de táctica militar, derrotaron a los mercenarios en las arenas de Playa Larga y Playa Girón. Aquella victoria del 19 de abril de 1961, como bien alertó el Comandante en Jefe Fidel Castro, nos salvó una vez de vivir lo que hubiésemos padecido si los invasores ocupan esta tierra.
El Houston se llevó al fondo del mar una costosa lección, y “abril sus flores abría”: la Revolución transformó el lugar por donde desembarcaron los mercenarios en un sitio con oportunidades para el ser humano: el verde natural se tiñó del blanco de las batas de los médicos; los maestros barrieron para siempre la ignorancia; llegaron entrenadores deportivos y hasta conjuntos artísticos.
La Ciénaga de Zapata no fue más un paraje desdeñado de bosques náufragos y niñas sin zapatos. Renació a la par del país nuevo, de la gente que emprende hazañas cotidianas, de la actualización de nuestro modelo económico en el empeño de una Cuba todavía más socialista, más promisoria por medio del trabajo.
Por eso Girón, el episodio militar y político más grande de toda una década en el mundo, es la hazaña de un abril de 365 días, la del Primero de Mayo con millones de obreros que salen a la calle a proclamar su compromiso con la Revolución, la de cada septiembre de vuelta a las aulas para aprender más, la de Cinco Héroes que el odio del Imperio no logra doblegar, y la de un Sol que continúa brillando “para que todas las niñas ¡tengan zapaticos blancos!”
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