Calgary.— Justo cuando los termómetros marcaban seis grados en esta ciudad del norte de Canadá, al filo de las nueve de la noche, el joven pasador cubano Ricardo Calvo (La Habana, 1996) accedió a dialogar con Cubahora sobre su presencia en la XXVI Liga Mundial de Voleibol.
Llegó a mi habitación forrado de abrigos, pero con deseos de dialogar sobre su inminente titularidad en la formación que otra vez dirige Rodolfo Sánchez. Se trata de un muchacho atento, pausado, de poco hablar, aunque preciso en sus palabras. No puso objeciones y el diálogo fluyó con naturalidad.
—Muchos aficionados te asocian con la provincia de Villa Clara…
—Es cierto, pero en realidad nací y crecí en La Habana, soy capitalino. El detalle está en que me hice voleibolista de alto rendimiento en la EIDE Héctor Ruiz, de Villa Clara.
—¿Y eso por qué?
—Comencé a jugar voleibol en cuarto grado: un día le comenté a mi madre que quería jugar fútbol y me dijo que no sin darme casi explicaciones. En cambio, me indicó el voleibol y me inicié en un área especial del municipio de Cotorro. Llegué a intervenir en campeonatos provinciales con buenos resultados, pero al llegar el momento de la promoción a la EIDE Mártires de Barbados no me eligieron.
—¿Te dieron alguna explicación?
—Según los profesores era muy bajito para mi edad (12 años), ya que apenas medía 1,60 metros. Sin embargo, en Santa Clara no pusieron objeciones por ese asunto y me aceptaron. Ellos me ofrecieron la posibilidad de continuar en el deporte que había elegido, así que tuve que mudarme. La verdad es que me trataron genial y les estaré siempre agradecido.
—¿Todo el tiempo quisiste ser pasador?
—En los eventos escolares me dedique al pase y el ataque por las esquinas de la cancha, pero al ingresar en la EIDE ya me colocaron como armador permanentemente. A los jóvenes siempre nos gusta ser un gran atacador, pegarle duro al balón, pero me tuve que adaptar a colocar pelotas para que otros hicieran los remates.
—¿Te ha llegado a gustar esa posición?
—Rápidamente me atrapó y comencé a disfrutar mi función. Poco a poco vas descubriendo lo importante que eres y dejas lo demás a un lado.
—Tres años después de haber ingresado en la EIDE santaclareña volviste a viajar a La Habana, pero con rumbo a la Escuela Nacional de Voleibol...
—Me recibió el profesor Rodolfo Sánchez, quien para entonces era el director del equipo de la categoría cadetes. Me sentí nervioso desde el principio, pues había que adaptarse a algo totalmente diferente en lo referido a la convivencia, la disciplina y la intensidad de la preparación. Yo era un “niño lindo” en la EIDE, pero allí tuve que madurar y trabajar muy fuerte para avanzar.
—Llegaron los eventos internacionales al poco tiempo…
—En la categoría cadetes logramos el tercer lugar de NORCECA y el séptimo mundial. Esas experiencias son inolvidables porque me ayudaron bastante a tener claro a dónde quería llegar.
—Imagino que ser el pasador titular de Cuba estaba dentro de tus aspiraciones. Ya lo eres y se trata de un inmenso reto…
—Me he preparado durante años para estar aquí. Me esforcé día a día para tener esta responsabilidad y ahora toca demostrar que puedo cumplirla. Sé que no va a ser fácil, pero allá voy.
—Eres compañero de cuarto del principal jugador del equipo: Rolando Cepeda. ¿Sucede por afinidad o por alguna tarea que le han dado al capitán?
—No, no, somos amigos, nos entendemos a la perfección y por eso estamos en el mismo cuarto. Puede que de vez en cuando le mande mal el pase, pero nuestra comunicación es perfecta. Y asimismo ocurre con los demás miembros del equipo, pues llevamos tres temporadas jugando juntos.
—El pasador no solo reparte balones, también debe imponer carácter, exigir calidad y entrega sobre el mondoflex. ¿Qué tal te va en eso?
—Le soy sincero, no soy una persona tan expresiva ni bravucona, como se dice. Disfruto mi partido más bien callado, tranquilo. Me imagino que algún día me sienta en condiciones de exigir y levantar el ánimo de mis compañeros, pero por ahora debo concentrarme en mi rendimiento.
—El armador debe lograr varias cosas: exactitud en el pase, velocidad adecuada, elección de la jugada correcta y valoración del rival. ¿Parecen demasiadas exigencias para un atleta tan joven como tú?
—Es complicado, porque desde hace meses no tenemos partidos internacionales y la cancha te da la experiencia para actuar en cada momento. En la calidad del pase he avanzado más, en el estudio de rivales menos, porque lo que más hacemos es ver algunos videos. Igual me ayudan mucho desde el banquillo los profesores.
—Tendrás tres semanas de actuación fuera de Cuba, pero en junio deberás afrontar el coliseo de la Ciudad Deportiva de La Habana…
—Nunca he jugado un evento de esta magnitud en La Habana. Solo una vez tuvimos un torneo de NORCECA que no se parece en nada a esto. Saldré a dar lo mejor y ojalá las cosas me salgan bien. Será bonito y tenso al mismo tiempo, a todos los cubanos alguna vez les pesó el coliseo. Es una instalación que cuando se repleta “mete miedo”.
—Bueno, el primer reto es volver a llenarla como antes…
(Se ríe). —Tiene razón, el equipo quiere hacer bien las cosas y motivar a la afición, pero es difícil.
—¿Cómo valoras el estado actual de plantel cubano?
—Es muy joven y se ha renovado de nuevo, pero se entrenó fuerte para lo que se avecina. Merece que le salgan bien las cosas, aunque en el deporte no siempre ocurre así.
—¿Cuál fue tu principal referencia entre los pasadores de la élite mundial?
—El cubano Raydel Hierrezuelo me parecía un buen armador, me gustaba mucho verlo jugar. También he admirado al argentino Luciano De Cecco.
—Lo tendrás como oponente dentro de unos días, en la ciudad de Mendoza…
—Así mismo, será un privilegio para mí, disfrutaré la oportunidad net por medio.
—¿Temes que una baja en el rendimiento te lleve al banco?
—Para nada, todos hemos pasado por ahí y hay situaciones en que lo mejor “es tomarse un diez”.
—¿Te llevas bien con Yosvany González Nicolás, el segundo pasador del equipo?
—Perfectamente. Me llevo bien con todos los muchachos, no hay problema alguno en que me sustituyan, aunque trataré de evitarlo.
—Se ha abierto la posibilidad de que jugadores cubanos sean contratados por clubes de ligas profesionales, al amparo de la Federación Cubana de Voleibol. ¿Te gustaría que sucediera ahora, o cuando estés más curtido?
—Ese es el gran sueño de todos los jugadores del mundo. Yo quiero lograrlo también, ahora mismo o cuando esté mejor preparado. Mi idea es crecer como pasador y poder jugar en el sistema de clubes y representar también a mi país.
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