Durante 17 ediciones de los Juegos Panamericanos muchas han sido las anécdotas, hazañas, nombres y hasta rarezas que han copado su historia. No todas han ido al medallero final o han acaparado acercamientos periodísticos. Como no merecen ser olvidadas por quienes desean conocer estas citas múltiples, para algunos las de mayor calidad deportiva detrás de los Juegos Olímpicos, aquí les dejamos varias de ellas.
EN BUENOS AIRES 1951…
Lo que hoy parece cotidiano en cualquier ceremonia inaugural o clausura de citas multideportivas, la utilización de los fuegos artificiales, tuvo su nacimiento en Buenos Aires, sede de la primera edición en 1951. Tras el desfile de las delegaciones, acompañadas por marchas de bandas militares y una sencilla actividad cultural, la cálida noche estrellada del verano argentino se llenó de luces y pirotecnia, un símbolo desde entonces no solo para este tipo de competencias, sino también para Juegos Olímpicos y campeonatos mundiales.
En esa propia edición inaugural, dentro de la selección brasileña de polo acuático estaba el joven Joao Havelange, quien convirtió dos goles en los Juegos. ¿Quién sería este personaje dos décadas más tarde? Salió de las piscinas y se convirtió en el mandamás del fútbol mundial, el titular de la Federación Internacional por 24 años.
Asimismo, en la propia capital argentina la corredora estadounidense Evelyn Lawler pasó totalmente inadvertida al quedar última en la final de los 80 metros con vallas. Diez años más tarde, el 1 de julio de 1961, casada con Bill Lewis, dio a luz a Federick Carlton Lewis, quien sería conocido mundialmente como Carl Lewis, El Hijo del Viento, quien debutó con bronce en salto largo en la edición de 1979 y conquistara su único oro en la propia especialidad, pero en Indianápolis 1987.
NOMBRES PARA ANOTAR…
Varios campeones y recordistas mundiales tuvieron también sus estrenos internacionales en los juegos continentales. El triplista brasileño Adhemar Ferreira da Silva fue uno de ellos, dueño de su modalidad en las tres primeras ediciones y hasta impuso marca universal en México 1955 (16,56 metros). Luego vendrían sus oros olímpicos y la consolidación como el mejor triplista de la década del 50 del pasado siglo.
También el discóbolo Alfred Oerter con solo 23 años, pasó por estas justas múltiples, cuando dominó en Chicago 1959 con envío de 58,13 metros. Sus cuatro oros olímpicos (1956, 1960, 1964 y 1968) le darían una cuarteta inigualable y la denominación del mejor lanzador de su modalidad de todos los tiempos.
Por su parte en Winnipeg 1967, se vivió el privilegio de ver el nacimiento competitivo del mítico nadador estadounidense Mark Spitz, quien con 17 años se colgó sobre su pecho cinco medallas doradas. Daba placer verlo deslizarse en el agua, con brazadas y movimientos de delfín que muchos envidiaban. Lo hacían sentirse el dios de las aguas. Años después haría historia años en Juegos Olímpicos con dos coronas en México 1968 y siete en Munich 1972, donde impuso siete cotas universales en las siete finales olímpicas que participó.
PRIMICIAS DE CUBANOS
Si bien Rafael Fortún fue el primer velocista en hacer el doblete dorado en 100 y 200 metros durante la primera edición, Berta Díaz se convirtió en noticia para Cuba por ser la única campeona de la delegación nacional cuatro años más tarde (1955), en tanto su actuación impresionó sobremanera por ser medallista en dos especialidades prima-hermanas: oro en 60 metros lisos y plata en los 80 con vallas, algo que nunca más ocurrió en lides panamericanas, pues son dos pruebas diferentes en cuanto a preparación y técnica.
En la cita de Caracas 1983 también dos antillanos dejarían historias curiosas. Luis Mariano Delís ganaba dos pruebas de lanzamiento: disco y bala, algo que solo había hecho en 1951 el estadounidense James Fuchs; mientras el luchador Cándido Mesa (120 kg) ganó los dos estilos, grecorromana y libre, desempeño sin antecedentes ni repetición hasta la fecha por gladiador alguno en estas lides continentales.
Por supuesto, quedan más testimonios únicos por contar. Los de Casimiro Suárez y Erick López en la gimnasia artística, las diez coronas consecutivas del béisbol o la mala fortuna de Alberto Juantorena en estos Juegos, en los cuales nunca pudo subir a lo más alto del podio. Sobre ellas volveremos.
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