La noticia circuló muy rápido: el luchador cubano del estilo libre Yowlys Bonne (división de los 61 kilogramos), un guantanamero de 33 años de edad, ensartó una de las dos medallas de bronce en los campeonatos mundiales, con sede hasta este sábado en París. Esa es una parte de la verdad. La otra es que para conseguirlo tuvo que ahuyentar varios fantasmas. A ellos volveremos más adelante…
Y proponemos dejarlos para más un poco después porque lo lógico es que comencemos por detalles de esa presea. Es, como se recuerda, la segunda de un cubano ahora en la Ciudad de la Luz, pues antes una también de bronce fue ganada por Oscar Pino (130 de la grecorromana). Sí, el hombre enviado por el casi invencible Mijaín López, quien se encuentra en un año de semidescanso.
La sonrisa estuvo en los labios de Bonne en las tres primeras salidas a los colchones montadas en la Arena Accord: sus víctimas fueron el chino Minghu Liu (7-2), el iraní Behnan Ehsanpoor (7-2) y el kazajo Daulet Niyazbekov (10-8).
En el siguiente combate no pudo contra el azerí Haji Aliev, quien lo venció por 10-0 (superioridad técnica), y un poco después se convirtió en París en triple campeón mundial, lo cual une a la de bronce en los Juegos Olímpicos de Río 2016.
Ah… Aliev también había vencido a Bonne en los campeonatos mundiales de Tashkent 2014, con lo que lo dejó en bronce (en lo que era hasta este viernes su única presea a este nivel. Un tema al que también volveremos).
¿QUÉ MÁS?
Luego del revés ante Aliyev le quedaba la oportunidad de ir por el bronce, pero tendría que medirse con un japonés, y antes en su vida había sido afectado por dos fantasmas japoneses. Esta vez se la cobró a Rinya Nakamura, y le recetó importante superioridad técnica (10-0).
“Tenía una deuda pendiente con los japoneses, pues me “boicotearon” (impidieron) la medalla en los Juegos olímpicos de Londres 2012 y Río de Janeiro 2016. La estrategia era impedir que me llegaran a las piernas y buscar los puntos a toda costa”, reportó desde la sede el colega Rudens Tembrás Arcia, enviado especial de Jit.
Bonne dijo muy feliz otras cosas, pero entre ellas nos causó admiración una que habla de entereza…
“Ahora me toca seguir entrenando, seguir “fajado” para las competencias que puedan venir, eso sí mantengo la titularidad, pues en Cuba está Davián Quintana, mi más fuerte rival que lo tengo pegadito. Si él gana con orgullo asumo que debe asistir a lo que venga”, explicó.
Hubo ya otro fantasma que alejaron los del equipo de lucha libre gracias a Yowlys Bonne: volver al podio después de que no lo habían conseguido ni en los Campeonatos Mundiales de Las Vegas 2015 ni en los Juegos Olímpicos de Río 2016.
Otro cubano, el pinero Yurieski Torreblanca (86), estuvo a 10 segundos del pase a la discusión del bronce. Pero, vamos a insertar una verdad de Perogrullo, esos 10 segundos también contaban. Su andar completo fue así: Le ganó 3-3 al uzbeco Umidyon Ismanov, y 2-0 al lituano Edgaras Voitechovskis. Vino un tremendo patinazo ante el debutante eslovaco Boris Makoev, quien logró demoledor 10-0 (superioridad técnica).
La posibilidad de Torreblanca llegar a bronce la tenía en imponerse al búlgaro Mihail Petrov y al norteño Cox. Entonces, volvamos a lo de los 10 segundos finales, le estaba ganando a Petrov, pero desaprovechó la oportunidad y atrapado por la desconcentración cayó 4-6. En definitiva quedó octavo.
LO PROMETIDO
¿Cuándo vamos a cumplir lo prometido? Sí, lo de hablar de los otros fantasmas que Yowlys Bonne acaba de espantar con valentía y tenacidad. Ahora mismo, llegó el momento…
No ha sido fácil su camino. La primera vez que pudo vestir una trusa en un campeonato mundial fue en el de Estambul 2003: lugar 15 (¡fantasmas!). Tuvo que sudar mucho en los entrenamientos y esperar muchísimo (¡12 años de fantasmas!) para volver a otro. Y entonces no desperdició la oportunidad en el de Tashkent 2014: ¡medalla de bronce entonces en 57 kilogramos! ¿Ya inmunizado para siempre? No… Un resbalón hasta el lugar 16 en el de Las Vegas 2015, ufffff, el año previo a los Juegos Olímpicos de Río 2016.
Y en la ciudad de la estatua del Cristo Redentor (una de las siete maravillas del mundo moderno), no pudo lograr el sueño de llegar al podio: terminó quinto, tras una competencia en la que no fue a la ofensiva como es característico en él. La última oportunidad, discutiendo el bronce, la perdió por pegada ante el iraní Hassan Sabzali Rahimien, campeón mundial en Budapest 2013 (entonces compitiendo en 55 kilogramos), y en los 57 de plata en Las Vegas 2015 y de bronce en Tashkent 2014.
Vamos a subrayar dos curiosidades: Rahimien y Bonne habían competido sin éxito en los Juegos Olímpicos de Londres 2012 (nuestro compatriota terminó decimocuarto tras perder contra el japonés Kenichi Yumoto). Y habían sido compañeros en el mismo nivel del podio en los mundiales de Tashkent 2014 (recordemos: bronce). En Río 2016, antes del desliz contra el iraní, había patinado contra otro japonés, Rei Higuchi, de 20 años, quien no tenía un expediente trascendental, pero… ¡”le robó” la pierna derecha hasta llevarlo a un sorpresivo 8-4!
Esos fantasmas no pudieron acechar ahora al voluntariosos Yowlys Bonne.
Ahora en la fecha final, este sábado, competirán otros tres cubanos (Liván López, Reineris Salas y Alejandro Valdés). ¿Hace falta recordar que todos tenemos nuestros fantasmas? Ojalá que ellos tampoco dejen que se les acerquen…
MEDALLISTAS
61 kilogramos:
1.-Haji Aliev (Azerbaiján).
2.-Gadzhimurad Rashidov (Rusia).
3.-Yowlys Bonne (Cuba).
Vladimir Khinchegashvili (Georgia).
57:
1.-Yuki Takahashi (Japón).
2.-Thomas Patrick Gilman (Estados Unidos).
3.-Bekhbayar Erdenebat (Mongolia).
Andrii Yatsenko (Ucrania).
86:
1.-Hassan Aliazam Yazdanicharati (Irán).
2.-Boris Makoev (Eslovaquia).
3.-J´den Cox (Estados Unidos).
Vladislav Valiev (Rusia).
125:
1.-Geno Petriashvili (Georgia).
2.-Taha Akgul (Turquía).
3.- Levan Berianidze (Armenia).
Nick Gwiazdowski (Estados Unidos).
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