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lunes, 23 de diciembre de 2024

Hipocresía

Carlos Manuel Álvarez responde a su tocayo Charly en una nueva carta...

Carlos Manuel Álvarez en Exclusivo 17/06/2014
2 comentarios
Messi tras ganar a serbia
La albiceleste venció pero no se sabe bien a qué jugó

Gran Tocayo:

Sabella mantuvo en secreto, hasta última hora, el once inicial, y luego se apareció con una puñalada rastrera. Un método que –béisbol y país mediante- me resulta ya bastante conocido. Quizás Sabella haya perdido la cabeza con algún meneo de nalgas de alguna brasileña traviesa, pero no lo creo. La suya es la barriguita propia del conyugue adocenado, la cara redonda y bien comida del estratega abstemio -butaca, zapping y gaseosa en mano-, la calvicie natural del pater familias, poco dado a la tentación de un trasero imponente.

La tentación de la estirpe de los Sabella es otra: colocar cinco defensas. Su tentación es más bien no tener ninguna, la ausencia de riesgo, querer pasar a hurtadillas por el Mundial, disimuladamente, sin hacer demasiado ruido. Eso –la experiencia lo dicta- hasta que chocas con un peso pesado que te asesta un mazazo por ridículo.

Sabella, después de armar un equipo en función de Messi, olvidó algo. Que él también tiene que estar en función del único que puede obrar el milagro. Cualquier idea peregrina, deberá tragársela. Si sacrificó a Tévez, lo menos que podría hacer sería sacrificarse a sí mismo. Lo aprendió rápido, tras una primera mitad contra Bosnia totalmente amorfa, desdibujada. No es que Messi estuviera retrasado en la cancha. Es que le faltaba con quien asociarse. La supuesta profundidad por las bandas, garantizada con la línea de cinco, no era más que el pretexto para resolver la defensa mediocre –a lo sumo correcta- con más defensas mediocres. Pero el tema no es cuantitativo, es de calidad.  

En el entretiempo, Sabella sentó a Campagnaro y a Maxi Rodríguez. Trajo a Gago e Higuaín. Mis filias se confirmaron. Simpatía por el Pipa. Aversión por el Kun. Parece que ya el Barcelona lo tiene claro. Por más que Messi y Agüero sean yuntas, Higuaín es un nueve solidario, que hace jugar, nunca en los extremos, capaz de salir del área chica.

Di María, por su parte, ilustra como nadie un concepto que Valdano acuñaba hace bastante poco. Ya en Argentina no se pide que juegues bien, sino que corras. Suplir virtud con esfuerzo. Cuando Di María no concreta ninguno de sus maravillosos alardes, entonces se gasta tres pulmones, y salva el prestigio. Cara de Pinocho, voluntad de Geppetto. A los albicelestes les falta una conciencia, y con Gago van a tener que remar.

Cierto: no se sabe a lo que jugaron Messi y la tropa, pero ya intuyen a lo que deben jugar. Brasil, en cambio, es un monumento al mal gusto. Todavía Fred, que lo que tiene es cara de juez de línea, se atreve a decir que el penal ante Croacia fue penal. Hay más traición a la mística en esa declaración, que en la victoria con intriga. Son una banda de gánsteres dirigidos por Scolari Il Padrino. Hulk es el clásico matón con una Colt en la cintura. Neymar el jefecillo de voz chillona, que no se embarra las manos pero disfruta de la escena del crimen con impavidez. Y David Luiz y Thiago Silva los guardaespaldas de corazón rosa que lloran a moco tendido, plenos de emoción, con el himno del conciliábulo.

Los brasileños seguirán jugando así, para nuestra desgracia. Creen haber encontrado un camino. Argentina al menos nos deja la esperanza de una mejoría estética. Su mérito, ahora mismo, es la duda. Yo creo que España va a clasificar, y que Brasil será, al final, quien pague los platos rotos de la goleada holandesa.

En Alemania y en Sudáfrica, Argentina paseó la fase de grupos, y luego cayó en cuartos. Quizás sea saludable este triunfo rácano, diluido. Sabella no tiene glamour, pero las victorias llegan muchas veces –más de lo que nos gustaría admitir- de mano de los conservadores. Ya casi que prefiero estos técnicos de pinta burguesa a los malcriados sin fronteras.

En De zurda, Maradona no se calla. Él se invita a sí mismo. Las normas de la oratoria dictan que pensemos lo que vamos a decir, y luego lo digamos con sagacidad. Por querer invertirlo todo, Maradona ha invertido hasta las normas de la oratoria. Tropeloso en el léxico e incontinente en el pensamiento. De tanto denostar a la FIFA, ya nadie le hace caso. Se convirtió, lamentablemente, con el tiempo, en el rebelde que le es funcional al sistema. La rebeldía, alargada, se encona. Un Mundial lo habría justificado, pero su impericia, la impericia de los incómodos, le abre finalmente las puertas a los Sabella. Y así nos va.

Con Messi encabronado. Con los técnicos improvisando a su cuenta. Con el Barcelona robándole dinero. En este mundo aplaudimos la belleza, y por la espalda le encajamos el puñal.

Hasta más ver, un abrazo a vos,

                                              Del tocayo menor.

P.D: ¿Acaso, furibundo fanático del Heat, quieres hablar de basket? Yo, simple seguidor de los Spurs, estoy dispuesto.


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Carlos Manuel Álvarez

Se han publicado 2 comentarios


Sergio
 17/6/14 20:41

Parradojas de la verborrea:Los que defienden a VM32, atacan a Maradona.

Mario
 17/6/14 20:38

Me asombro.En los ultimos mundiales--y disculpen la falta de tildes--, colegas que muchas veces no han visto ni un partido de futbol, tienen la osadia de criticar tecnicos de nivel y hasta de hablar de "sistema de juegos".De verdad, corren el peligro de que, en otros temas, los lectores no le crean.

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