Ironías de la vida o de quienes pierden la brújula: el acostumbrado contacto estratégico del ejecutivo español correspondiente al lunes 4 de febrero, fue suspendido porque Pedro Sánchez priorizó la comparecencia para reconocer a Juan Guaidó como “presidente encargado” de Venezuela. De haber ocurrido el encuentro –eso piensa y publica alguno- quizás se hubiera salvado el diálogo con los catalanes.
Sin la menor duda, Pedro Sánchez ha sido objeto de ataques y calumnias permanentes desde que asumiera el cargo. Ante la complejísima situación de la cual la manifestación en Madrid organizada por los partidos de la derecha (PP, Ciudadanos, Falange Española y Vox) el presidente del gobierno se defendió acusando a los promotores de la polarización social, con el pretexto de los tratos con la litigada autonomía.
“Nos llaman traidores, se lo han dicho a todos los presidentes y secretarios generales socialistas en 40 años de democracia, hacen una concentración en contra de mi persona cuando, en la declaración unilateral de independencia y se tuvo que aplicar el (artículo) 155 en Cataluña, permanecí siempre como líder de la oposición al lado del Gobierno del PP. Lo que estoy haciendo ahora como presidente, siempre respetando la Constitución, es solucionar una crisis de Estado que el PP contribuyó a agravar”.
¿Se equivocó al colocarse al lado de quienes judicializaron un asunto político o ahora, cuando intenta algún tipo de entendimiento? Aparte de lo evidente, siendo justos “le cayeron en pandilla” a Sánchez, porque no fue solo el Partido Popular (deseoso de recuperar el poder), ni Ciudadanos, donde aspiran a lo mismo y pactan con el diablo o con dios para lograrlo. Tanto así que se asociaron a los ultras de VOX en Andalucía ¿solo allí? y fueron junticos con los “peperos” a la madrileña Plaza Colón, pidiendo la cabeza del actual mandatario.
No es imposible que el impropio, tristísimo papel, jugado por Sánchez en lo que respecta a la posición, ultimátum y demás, hacia Caracas, fueran propulsadas por la agresividad con la cual los conservadores ibéricos lo estaban hostilizando, también sobre el tema o tomándolo de pretexto para ataques. Suponiendo fuera de ese modo, si creyó librarse de las pedradas cediendo, es obvio su fracaso. Ahora sus agresores se sienten más fuertes.
Repito: las circunstancias tomaron nivel de máxima gravedad y son muy serios los riesgos. De momento, y no se sabe bien hasta cuándo, la pérdida de un posible acuerdo con los catalanes, aumenta las posibilidades de un adelanto electoral. Esa fue la principal consigna de la manifestación del domingo 10 en la capital.
La ruptura de las negociaciones por un lado y la intensificación de la ofensiva conservadora, ocurren en vísperas del debate sobre la Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2019. Si el PP y Ciudadanos se juntan (lo han hecho con todas las propuestas del actual mandatario) disponen de 169 diputados. El PSOE solo tiene 85 escaños. Suponiendo que Unidos Podemos les sume sus 45, tendrían todavía 39 votos por debajo de sus oponentes.
Por tanto, para aprobar los fondos con los cuales administrar el país, necesitan los 38 apoyos de los partidos y coaliciones del ámbito autonómico catalán. Está por verse si el disgusto y la falta de una perspectiva razonable, les hace aliarse con esa derecha agresiva. Quedan en suspenso posibles contribuciones –a uno u otro bando- de formaciones menores como el Partido Nacionalista Vasco, En Marea y otros, pero, ¿estarán en favor o contra PSOE? Las circunstancias, es obvio, están repletas de interrogantes.
Conduce, eso sí, o la empujan, a provocar comicios anticipados y si estos se precipitan es posible los convoquen para el 26 de mayo, fecha marcada para seleccionar a los diputados del Parlamento Europeo y, el mismo día, están planeadas las elecciones autonómicas y municipales, a las que se añadirían estas de tipo general, buscando darle vía a un nuevo ejecutivo o ratificar el actual.
En este drama no hay un solo culpable. Si los partidos derechistas promueven chispas para convertirlas en llamas, no menos responsabilidad tienen figuras emblemáticas del propio PSOE que trabajan para el enemigo, como dirían equis, ye y zeta. La feroz campaña que hicieron contra el empleo de un relator “una persona que facilite la coordinación de los trabajos” y que “ayudará a crear las condiciones idóneas para el diálogo, dará fe de los acuerdos alcanzados y determinará el seguimiento de su aplicación” en la mesa de partidos formulada para discutir el futuro de Cataluña, dio alimento al fuego.
José Luis Rodríguez Zapatero hizo esclarecedoras afirmaciones sobre el tópico y no deben haberle caído muy bien a Felipe González o a unos cuántos afines. “Todos los que hemos sido presidentes hemos tenido mediadores en conflictos políticos – aseguró, explicando: El señor Aznar tuvo tres en el diálogo con ETA. Siempre hay personas que pueden ayudar a acercar posturas y todos sabemos que no tiene trascendencia jurídica ni política. La decisión última la tiene el Gobierno y la mayoría parlamentaria”.
Para el ex mandatario socialdemócrata el problema catalán tiene, como único camino, el del diálogo y se requiere de tiempo, esfuerzo, voluntad, no ataques dirigidos a quienes tratan de llegar a un arreglo. Pablo Iglesias, secretario general de Podemos, a su vez, plantea las soluciones a partir de una buena gestión de la plurinacionalidad de España, "desde el diálogo sin exclusiones y no desde el poder judicial".
Lo expuesto por el líder podemita tiene que ver con el también cercano juicio a las figuras soberanistas encarceladas hace un año acusados de rebelión y sedición. El caso promete nuevas crispaciones. Pero aparte del rechazo al relator ¿Dónde se tuerce la marcha de los diálogos entre el gobierno Sánchez y los independentistas?
Para la Generalitat (gobierno autonómico) los trabajos de la mesa de partidos acordada entre las autoridades de los dos lados: “tiene por objetivo trabajar para acordar una solución democrática al conflicto político existente entre Catalunya y el Estado español con respecto al ejercicio del derecho autodeterminación en aplicación del Derecho Internacional y los tratados internacionales”.
El jefe de gobierno en Barcelona, el president Quim Torra, fue el encargado de reforzar los conceptos de autodeterminación y arbitraje internacional en el mensaje que le dio el puntillazo a un esquema con muchas heridas abiertas y debilidades notorias. No le faltaron puntos ni íes al describir como autoritario y franquista al Estado español. El horno, desde luego, no estaba ni se encuentra ahora para admitir pastelillos.
Los catalanes dan por imprescindible someter a referéndum lo acordado. Ese aspecto también lo rechazan la derecha y los dinosaurios históricos del PSOE. ¿No se percatan de cuánto y cuán irreparablemente dividen, crean rencores, ahondan -o dan vida- a diferencias salvables?
Pablo Zuloaga, secretario general del PSOE de Cantabria, instó al sentido común “(…) y a la responsabilidad (partidista) porque el debate fuera beneficia a las derechas”, que “se quitan la máscara, nos ataca desde todas sus marcas y nos trae la política de alcantarilla”.
"El Gobierno de España trabaja por la unidad de España, que significa unir a los españoles y no enfrentarlos”, así consideró Pedro Sánchez ante el reto que le presentaron. Muy bien. Sería bueno si propicia que igual prerrogativa se le otorgue a otros.
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