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domingo, 24 de noviembre de 2024

Un “mal necesario”

Washington no abandonará el espionaje masivo...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 16/08/2013
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Espionaje
John Kerry, afirmó enfáticamente que su país no dejará sus actividades de espionaje global masivo. (Alfredo Lorenzo Martirena Hernández / Cubahora)

Si las ansias de gobernar al mundo llegan al punto de la paranoia, entonces no se espere que los enfermos de semejante chifladura actúen con decencia y comedimiento.

Es por eso que nadie debe sorprenderse de que, en medio de protestas internas, críticas y demandas foráneas, y denuncias tan peliagudas como las de Edward Snowden, ex pupilo de la Agencia de Seguridad Nacional, NSA, el secretario norteamericano de Estado, John Kerry, haya afirmado enfáticamente que su país no dejará sus actividades de espionaje global masivo.

Porque hurgar en busca de todo tipo de información clasificada, de criterios discordantes, de gustos e inclinaciones, de ubicación de puntos sensibles, de notas económicas, políticas o militares, entre otras “menudencias”, permite a los que sueñan con el trono mundial orientar sus golpes y establecer su labor de zapa a favor de tan retorcido interés.

Y los círculos de poder de los Estados Unidos, es sabido, acarician desde siempre el “paradigma” del hegemonismo absoluto y de liderar, a toda costa y a todo costo, a una mayoría internacional asumida como neta segundona imperial.

No es una historia nueva, desde luego. De hecho, la hoy tan cuestionada Agencia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, surgió en noviembre de 1952, en plena Guerra Fría, bajo los auspicios del presidente Harry S. Truman como “una entidad oficial de inteligencia criptológica” destinada a “obtener y analizar información transmitida por cualquier medio de comunicación, y de garantizar la seguridad de las comunicaciones del gobierno contra otras agencias similares de otros países.”

Y aunque en sus papeles fundacionales se indica que “la recopilación de datos de inteligencia de la NSA se limita a las comunicaciones extranjeras”, lo cierto es que más de una vez, y con especial fuerza e interés en los últimos  años, la Agencia ha hecho de las suyas -con la ayuda del desarrollo de las comunicaciones digitales- para conocer la vida, el pensamiento, los gustos, y los “amores y desamores” de millones de ciudadanos norteamericanos, y de infinidad de gentes de otras naciones, incluidos sus más colaboradores aliados.

En pocas palabras, la violación ultra masiva de la privacidad por el país y las autoridades que han hecho de la “individualidad” una suerte de altar intocable, al menos en discursos y proclamas.

Y no se trata de un juego de niños.

La Agencia de Seguridad Nacional, cuya base central radica en en Fort Meade, Maryland, aproximadamente a dieciseís kilómetros al noroeste de Washington, es un verdadero monstruo para el procesamiento de toda suerte de datos.

Tiene carreteras de acceso únicamente destinadas a sus empleados, cuyo número total se desconoce. No obstante, sus parqueos pueden albergar 18 mil vehículos en un día normal de trabajo, y su gasto de electricidad  supera los 21 millones de dólares por año, lo que indica el nivel de uso de sus sofisticados equipos.

La central de Fort Meade cuenta además con poderosas computadoras que recogen volúmenes enormes de información digital extranjera o nacional a partir de escrutar pretendidos sitios seguros como Google, Yahoo o Facebook, junto a millones de direcciones electrónicas. Según expertos, la NSA “pinchó centrales de recepción de datos ubicadas en los Estados Unidos y conectadas con el resto del mundo a través de fibra óptica submarina, y para ello contó con la colaboración de gigantes de las telecomunicaciones como AT&T y Verizon.”

Solo en los días posteriores a los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas y el Pentágono, la Agencia “grababa 320 millones de llamadas telefónicas por día en los Estados Unidos, y analizaba 10 gigabytes de información por segundo en Internet.”

A esa entidad pertenece también el sistema mundial de rastreo denominado Echelon, con capacidad de espiar prácticamente cualquier complejo de comunicaciones en el extranjero.

Y no es todo. Para este septiembre comenzará a operar en el árido valle de Bluffdale, en el estado de UTA, el mayor centro de espionaje del planeta, con la segunda macro computadora del orbe, cuya función será descomprimir la enorme cantidad de información acopiada en Fort Meade.

La nueva construcción ya ha costado a los contribuyentes estadounidenses más de dos mil millones de dólares, y está equipada con tanques de combustible que la hacen auto sustentable en caso de interrupciones graves de energía.

Posee cuatro secciones de 25 mil metros cuadrados cada una para albergar servidores, y gastará cuarenta millones de dólares en electricidad por año.

Sus sistemas de seguridad incluyen cercas especiales para detener vehículos pesados, y sistemas de identificación biométrica, entre otros artilugios.

Y si todo eso es así, qué esperar entonces de John Kerry, sino que avale descarnadamente lo hecho y por hacer por los Estados Unidos en materia de espionaje masivo, más allá de otras consideraciones, vengan de donde vengan.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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