Ecuador, la llamada nación meridiana del mundo, vive una tensa calma tras las masivas protestas de la última semana contra el ¨paquetazo¨ neoliberal del gobierno de Lenín Moreno dictado para hacer frente a las exigencias del Fondo Monetario Internacional (FMI), con el que contrajo una deuda de 4200 millones de dólares.
Ese acuerdo forma parte de un plan más amplio, que incluye apoyo financiero de más de 6000 millones de dólares en los próximos tres años de otros organismos financieros, entre ellos el Banco de Desarrollo de América Latina, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Mundial (BM).
En el primer año y ocho meses de mandato de Moreno, Ecuador se endeudó por un monto de 8800 millones de dólares, utilizando el mecanismo de emisión de bonos soberanos, explicó el boletín oficial del Ministerio de Finanzas, unos mil millones de dólares más que la década del Gobierno anterior de Rafael Correa.
El pueblo ecuatoriano es experto en salir a las calles para sentar pautas políticas, entre ellas la expulsión de presidentes del Palacio de Carondelet.
Durante 48 horas, casi al final de la semana pasada, la población se unió en las avenidas de varias provincias en rechazo a una serie de medidas dictadas por el Ejecutivo, las que ejercerán una dinámica negativa en la vida de las familias.
Moreno, quien renunció a los ideales izquierdistas que decía profesar, informó en una cadena televisiva el pasado día primero el alza de la gasolina, a la que eliminó el subsidio estatal, con lo cual se espera, dicen economistas, una subida general de los precios.
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Para analistas, al Dignatario, que dio muestras de una arrogancia desmedida al dirigirse al pueblo, estaba entre la espada y la pared cuando hizo el anuncio, ya que el FMI no le entregaría un nuevo desembolso del crédito contratado si no implantaba con rapidez las reformas acordadas.
Sin embargo, en lo que se conoce como un apoyo entre clases, el dictamen oficial no perjudica a los grandes capitales.
En respuesta a las protestas, que dejaron un saldo de 350 detenidos, entre ellos dirigentes sociales, dictó un estado de excepción –lo que no ocurría en el país desde el 2005- por dos meses, que posibilita a la policía matar y luego preguntar, limita la circulación y prohíbe las manifestaciones.
Sus evidentes pretensiones son debilitar cada vez más al Estado y fortalecer a las grandes empresas. Con esas regulaciones obligará a la gente pobre a pagar la deuda externa a base de subida de precios.
Uno de los cuestionamientos populares está referido a la eliminación de los subsidios para el uso de combustibles fósiles y la liberación del precio del diesel y la gasolina extra y extra con etanol.
Protestas movilizan a los ecuatorianos. (Foto: Resumen Latinoamericano).
El mandatario dispuso que mantendrá igual el porcentaje de Impuesto al Valor Agregado (IVA), y que únicamente pagarán más las empresas que perciben por encima de los 10 millones de dólares al año.
Como otros países destruidos por el FMI, el supuesto amigo del ex presidente Correa, habló a la ciudadanía de que ¨era la hora de poner la casa en orden¨, ¨de sacrificarnos todos para lograr días mejores, y ¨apretarse los cinturones por un tiempo¨.
La intervención televisada de Moreno cayó como una bomba en los gremios sindicales, estudiantiles, organizaciones de indígenas y todos los que serán sacrificados en aras de tratar de salvar una economía agonizante a partir de su asunción al poder.
Aunque es amante de los referendos públicos, el presidente no consultó con el pueblo sus negociaciones con el FMI, y su obligación de seguir las órdenes del prestamista internacional. O sea, se trata de imposiciones poco democráticas.
Observadores coinciden en que ante la contracción de la economía –que se espera crezca menos de un 1% este año- Moreno cuidó, en sus decisiones recientes, no lesionar a quienes lo mantienen en el poder. O sea, la pequeña pero poderosa burguesía nacional unida de manera natural a las trasnacionales y los intereses foráneos.
Para que se tenga una idea de cómo fueron afectadas las clases populares en los dos años del actual gobierno, desde diciembre de 2018 hasta febrero de 2019 fueron despedidos 11 820 trabajadores del sector público, más otros 10 000 despidos previstos después de ese mes, refirió el ministro de Trabajo, Andrés Moreno, en comparecencia ante la Asamblea Nacional.
En el sector privado de la construcción, según esa fuente, la reducción de empleados es constante y es el que mas contrataba.
Ello significa que, de mantenerse la actual situación –y nada augura que mejorará- habrá un decrecimiento superior en el consumo familiar. Miles de personas buscan desde hace meses productos de primera necesidad en la frontera de Colombia, lo que aleja la posibilidad de un crecimiento local.
Además del aumento del precio de la gasolina, otras disposiciones atacan directamente a la clase obrera.
Entre otras, se especifica que los contratos ocasionales se renovarán con un 20% menos de remuneración, en violación de derechos adquiridos; los funcionarios públicos y privados solo tendrán 15 días de vacaciones anuales en lugar de 30. Los trabajadores de empresas públicas aportarán mensualmente, como mínimo, un día de su salario.
El panorama es diferente para los empresarios. Moreno indicó que se elimina el anticipo del impuesto a la renta, que ellos venían exigiendo al gobierno; supresión o reducción de aranceles para equipos, maquinarias y materia prima, tanto agrícola como industrial, lo que, insinuó, tengan “mayor competitividad”: la importación de teléfonos celulares, tabletas y computadoras..
Para la asambleísta ecuatoriana Gabriela Rivadeneira, ¨Moreno extiende alfombra roja para la especulación, y el alza indiscriminada de precios¨ y el, expresó, ¨sabe que los resultados se verán en poco tiempo¨.
A pesar de que el pasado sábado el gremio de los taxistas suspendió el paro nacional y espera llegar a un acuerdo sobre el subsidio estatal al combustible, el rechazo al neoliberalismo está latente, y así lo comunicaron dirigentes sindicales, como Emilio Bruns, quien exigió la liberación de sus compañeros, entre ellos Jorge Calderón, presidente del gremio de taxistas y otros del Sindicato de Choferes de la provincia de Azuay y de la Cámara de Transporte de la ciudad de Cuenca.
Además, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, a su vez, alertó que los anuncios son un “duro golpe al bolsillo de los pobres del campo y la ciudad” y agregó que no las aceptará, en tanto llamó al pueblo a unirse en las calles.
También la organización de Naciones Unidas (ONU) expresó su preocupación por la proclamación del estado de excepción.
Mikel Mancisidor, relator para Ecuador del Comité de la ONU de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, rechazó la postura del régimen, pues, destacó, suspendió los derechos a la libertad de asociación, asamblea y movimiento¨.
Moreno está en uno de los peores momentos de su gestión. Empecinado, dispuesto a cualquier sacrificio del pueblo para complacer al FMI, reaccionó duramente al rechazo público. ¨No habrá diálogo, aseguró,acójanse a las consecuencias¨.
Mientras ve como se reducen sus índices de popularidad (28,7%), el movimiento de apoyo a Correa, actualmente en el exterior, gana poder y su nuevo partido Revolución Ciudadana conquistó en las últimas elecciones regionales dos de las tres gobernaciones más poderosas de Ecuador: Pichincha y Manabí.
Aunque cuenta con miles de soldados que en los últimos días usaron gases lacrimógenos y porras para disolver las concentraciones, Moreno parece olvidar que la calle le toma el pulso a los gobiernos en su país y muchos de sus colegas han huido ante la presión pública.
Así ocurrió con Jamil Mahuald, quien contaba con Jaime Durán Barba como asesor, y ahora lo es del ecuatoriano y de su colega Mauricio Macri, quien perdió las elecciones primarias y ahora posiblemente la reelección. También salió por el clamor popular Lucio Gutiérrez, mientras Abdala Bucarán fue expulsado por el Congreso Nacional, luego que las masas lo tildaran de ¨loco¨.
Para el analista argentino Atilio Borón, cumplida su labor, el dignatario, sin mayoría parlamentaria, ¨quedará prisionero del chantaje de la derecha.
Los banqueros, la oligarquía empresarial, la “embajada” y el corrupto poder mediático impondrán su programa restaurador y contra-reformista a sangre y fuego, y el actual presidente podría correr la suerte de Jamil Mahuad que por aplicar el programa de los banqueros tuvo que huir raudamente de Carondelet y buscar refugio en la embajada de Estados Unidos¨.
O sea, que Moreno juega con fuego y puede quemarse en un santiamén.
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