Es un hecho que el presidente ecuatoriano Rafael Correa será reelecto este domingo con una holgada votación. Razones le sobran al pueblo de la meridional nación para mantener al joven economista al frente del país en esta nueva etapa histórica en que el llamado Buen Vivir se ha convertido en algo más que una consigna para poco más de 14 millones de seres humanos que dejaron atrás la miseria, la corrupción, los golpes de Estado y la sustitución de Mandatarios.
Ecuador forma parte, en la actualidad, del grupo de naciones de América Latina y El Caribe lideradas por gobiernos progresistas y de izquierda que construyen juntos una red integracionista para elevar la calidad de vida de sus poblaciones mayoritariamente pobres y olvidadas por el ya dejado atrás sistema neoliberal.
El gobierno de Rafael Correa, declarado antineoliberal y antiimperialista, con claras y sólidas posiciones políticas en el ámbito hemisférico e internacional, ha desplegado una serie de transformaciones estructurales –gracias a la creación de una nueva Constitución Nacional- que le ha permitido, aun cuando se encuentra bajo la presión de la oligarquía local apoyada por la reacción internacional, situar a su país en los primeros lugares de despegue económico en la región y la consecuente consolidación de millonarios programas sociales.
Ante los discursos gastados de los representantes de los viejos partidos ecuatorianos, Correa logró algo que antes resultó imposible en su país, una comunicación y empatía con la población, que desde que llegó al gobierno hace seis años, en enero del 2007, se ha convertido en su principal aliado, al extremo de deshacer un golpe de estado perpetrado por la derecha con el apoyo de Estados Unidos para derrocarlo en el 2010.
Tres gobiernos cayeron a consecuencia del desastre económico dejado por el neoliberalismo en la década del 2000 –entre ellos el del expresidente y corrupto Lucio Gutiérrez, sacado por el pueblo del Palacio de Carondelet y ahora postulado de nuevo-.
Correa, por el contrario, luego de crear la Asamblea Constituyente, redactora de una nueva Carta Magna, resultó reelecto en el 2009 por otros cuatro años.
A pesar de las trabas impuestas por el Congreso Nacional para impedir la promulgación de nuevas leyes que hagan avanzar la proclamada Revolución Ciudadana, el actual Ejecutivo ha logrado más beneficios para la nación que en los 50 años precedentes.
Hay que recordar que el Movimiento Alianza País, que candidateó al Mandatario, tenía el objetivo primario de lograr la Primera Magistratura, sin enfocarse entonces en el Congreso.
De ahí que el Mandatario pida a la ciudadanía que le apoya en más de un 60 por ciento en las intenciones de voto, que lo hagan por todos los postulados al Parlamento por Alianza País, con el fin de ocupar la mayoría de los 135 escaños en juego y consolidar y radicalizar la Revolución Ciudadana.
Recientes datos, aunque oficiales, no son del gobierno ecuatoriano, sino de la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (CEPAL), que ha elogiado al sistema político ecuatoriano por sus excelentes logros.
Alicia Bárcenas, secretaria ejecutiva de CEPAL brindó una información de los notables logros alcanzados por Ecuador, en momentos en que Estados Unidos y las naciones de la eurozona se encuentran inmersos en una crisis económica sin una eventual salida por el momento.
La nación ecuatoriana mantiene un crecimiento sostenido de su Producto Interno Bruto en torno al 5% (promedio anual), con el aporte de un 25% a la inversión pública. Del 2007 a la fecha, el Gobierno ha dedicado 20 mil millones de dólares a la inversión social, un hecho sin precedentes anteriores.
Ello ha permitido, por ejemplo, que la pobreza disminuyera a un 25%, - siete puntos porcentuales en 2012- . En 1990 ese flagelo afectaba al 60% de la población.
Las políticas económicas del Buen Vivir implantadas por el gobierno de Alianza País han aumentado los ingresos de las familias –el desempleo estaba el pasado año en un 4,8%, la más baja del hemisferio sur- lo que les permite ahora comprar con sus ingresos (en salario) un 93% del costo de la canasta básica, algo impensable en el 2007. Se entregó también el bono de desarrollo humano, que benefició a casi dos millones de personas, se atendió –por primera vez en la historia nacional- a miles de discapacitados incluso los residentes en los parajes más alejados de Quito, la capital, más de medio millón de niños dejaron de trabajar para subsistir. Varias de las Metas del Milenio trazadas por la ONU para el 2015 han sido ya cumplidas en Ecuador.
Para llegar a tales índices económicos el gobierno de Correa adoptó medidas fundamentales, entre ellas la renegociación de las ventas del petróleo, la expropiación a los banqueros que traficaban con dinero sucio, cambió los contratos a las petroleras trasnacionales para impulsar con las ganancias los programas sociales, desestimó la deuda externa en la forma en que estaba concebida, la que desde antes de ser Presidente consideró ilegitima, desterró el analfabetismo y dictaminó la salud pública y la escuela pública universales y gratuitas.
A pesar de estas medidas y logros – pues son muchos más de suma importancia puestos como ejemplo-, resultantes de las actuales políticas económicas reconocidas por la CEPAL y otros organismos internacionales, el presidente Correa pretende, en su nuevo mandato implantar renovadores programas que den un cierre absoluto a la pobreza en el país, la desnutrición infantil, y un impulso superior a la economía.
Por esas razones y muchas otras, tienen muy pocas oportunidades este domingo la desprestigiada partidocracia nacional y los viejos esquemas políticos, sin eco en la mayoría de la población, ya habituada a la institucionalidad, el respeto a sus derechos, la transparencia económica y el liderazgo de un político joven y honesto, uno de los líderes de lo que él llamó la nueva era de América Latina.
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