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viernes, 15 de noviembre de 2024

Siria y la buena nueva

Aleppo fue declarada oficialmente ciudad libre de terroristas por el Comando General del Ejército Sirio...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 24/12/2016
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Toma de Alepo por el ejército sirio
La caída de Alepo tiene una enorme trascedendia.

Luego de largos combates y una trascendente labor de inteligencia que puso en evidencia las posibilidades reales de soluciones negociadas con respecto a otros grupos armados ajenos al Estado Islámico, EI, las autoridades militares de Siria y sus aliados han dado al pueblo de esa nación árabe uno de los mejores regalos de fin año.

En efecto, hace apenas unas horas, el Comando General de las fuerzas armadas nacionales anunció oficialmente la total liberación de la estratégica ciudad de Aleppo, que los terroristas del EI convirtieron en uno de sus bastiones, y en la cual, dicho sea de paso, trabajaban a favor de los extremistas no pocos asesores norteamericanos, euroccidentales, sionistas y de las satrapías árabes, muchos de ellos apresados por los combatientes de Damasco antes de que pudieran abandonar la semiderruida urbe.

Desde luego, la caída de Aleppo tiene una enorme trascendencia. En primera instancia, demuestra la efectividad del apoyo militar de Rusia, Irán y los combatientes libaneses de Hizbolá a las tropas leales al legítimo gobierno de Bashar el Assad, y la seriedad y firmeza del empeño antiterrorista con el que se han comprometido.

Pone en evidencia, además, que cada día será más difícil para los promotores externos de la destrucción de Siria el poder lograr su objetivos, entre los que se contaban aislar a Rusia e Irán del contexto mesoriental, afianzar el control hegemonista en una región de enorme importancia geoestratégica mediante el desmembramiento de Siria, y romper la comunicación, a través de suelo sirio, de Teherán con el Hizbolá libanés, propósito particularmente apetecido por el Israel sionista.

Por otro lado, el severo golpe dado al Estado Islámico, y el haber logrado la retirada negociada de integrantes de los llamados grupos rebeldes sirios de Aleppo, muestra el éxito de la política ejecutada por Moscú y Damasco de insistir en diferenciar con total exactitud a ambos segmentos, una solicitud que Occidente y sus aliados siempre obviaron.

Para las cuerpos de inteligencia rusos y sirios fue fundamental el trabajo en el deslinde minucioso de ambas facciones y el aprovechar sus siempre presentes diferencias, de manera de evitar mayores tragedias a la población civil y desbaratar el maridaje que, de alguna manera, los intereses imperiales han insuflado entre todos aquellos que, creados e impulsados desde el recalcitrante exterior, se alzaron contra Damasco en lo que suponían fuese un conflicto para nada complicado.

Confusa e intencionada mezcla, dicho sea de paso, que le permitió a los “coaligados” liderados por Washington entregar de trasmano abundante ayuda militar al mismísimo EI bajo el manto de enviarla a los titulados “rebeldes sirios”.

Desde luego, la guerra no termina con la victoria oficial en Aleppo, pero sin dudas, ese episodio acerca, en grande, un final que nada tendrá que ver con el planeado en Washington y otras capitales serviles.

Por demás, la primera victoria corresponde a Siria, a sus autoridades, sus militares y su pueblo, que ya por un lustro enfrentan y derrotan todas las maniobras y agresiones contra su autodeterminación e integridad.

Ganan Irán y el movimiento armado Hizbolá al afianzar su presencia en la zona y abortar los planes aislacionistas que, con el apoyo hegemonista, había diseñado Israel a través de la brutal guerra contra el pueblo sirio.

Y por supuesto, gana Rusia, y ya no solo porque evidentemente afianza la posibilidad de conservar sus estratégicas bases militares en suelo sirio, la naval de Tartus, y  la aérea de Jmeimim, vitales para la vigilancia de los movimientos en el mar Mediterráneo de la belicista y agresiva Organización del Tratado del Atlántico Norte, OTAN, sino además porque ha realzado su cabal y firme disposición de destruir, de una vez, al terrorismo en Asia Central y Oriente Medio a contrapelo de toda conspiración hegemónica y reaccionaria.

De hecho, no pocos analistas estiman que la balanza internacional en el tema sirio empieza a inclinarse hacia el lado opuesto de los intereses imperiales, con una Rusia, un Irán y un Damasco determinantes en el campo de batalla y, por tanto, en el terreno político y diplomático, un cercano cambio de presidencia en los Estados Unidos proclive, al menos en retórica, a poner fin a la amenaza que supone el terrorismo del Estado Islámico, una Europa irrelevante en la misma medida en que permanece relegada a absoluta segundona de los planes de Washington, y una Turquía que, de forma muy pragmática, parecería haber empezado a apreciar mucho más sus vínculos con Moscú que con Occidente.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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