El multimillonario empresario Sebastián Piñera Echenique ganó este domingo la presidencia de Chile, por segunda vez, con un 55,57% de los votos, lo que demuestra, una vez más, que la población del llamado país del cobre no aprende la lección de la unidad política.
Su contrincante, el senador, profesor y periodista Alejandro Guillier, quien obtuvo 45,43% con la oficialista Nueva Mayoría, de acuerdo con el 99,90% de las mesas contabilizadas en la segunda vuelta de los comicios por la Primera Magistratura.
Con gritos de victoria y de ¡Pinochet, Pinochet! , el sustituto –por segunda vez- de la mandataria Michelle Bachelet, prometió en su primer discurso luego de su victoria, cubrir las necesidades del pueblo (no se sabe cuál segmento) y buscar más desarrollo nacional, lo que pocos creen pues lo que se avecina, conociendo su primer gobierno, es más neoliberalismo y más dinero para la llamada alta burguesía a la que pertenece.
No faltó el llamado a la unidad nacional en su intervención a nombre de su partido Vamos Chile, lo cual resulta lógico cuando sabe que le resultará difícil gobernar con un Congreso donde la oposición es mayoría y que en ese órgano jugará un papel de contención el Frente Amplio (FA), ganador del tercer lugar en la primera vuelta, con un 20,7% de las boletas, apenas 11 meses después de fundado por la periodista Beatriz Sánchez.
El FA, de izquierda, tenía como punto destacado de su programa la instalación de una Asamblea Constituyente que remonte al pasado el llamado pinochetismo, en alusión al general traidor Augusto Pinochet, quien derrocó mediante un golpe militar al legitimo presidente de Chile, Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973.
Piñera también es consciente de que la juventud está dispuesta a lanzarse de nuevo a la calle para reclamar sus derechos y él, como hizo antes, moverá a los Carabineros a reprimirlos, como en tiempos de la dictadura.
Fuentes oficiales indican que el nuevo Presidente, que lleva 12 años alternando con la socialista Bachelet, posee una fortuna personal de 2 000 700 millones de dólares. Cabe preguntarse; ¿alguien cree que a este político de la alianza Vamos Chile le interesa lo que ocurre en las comunas pobres o en los campamentos de los indígenas mapuches?.
Pero ganó el balotaje, y es un hecho que estará en La Moneda los próximos cuatro años, con su política de venta de activos del país y la represión a la juventud que ya lo enfrentó dos años en la vía pública durante su primer mandato (2010-2014).
Algunos analistas comentaron poco después de conocerse los resultados qué habría pasado si el FA le hubiese dado sus votos al perdedor Guillier, que hubiese tenido entonces una posibilidad más real de alzarse con la victoria.
El FA ha sido muy cauteloso en su toma de posiciones respecto al senador, quien centró su campaña en darle continuidad a las reformas iniciadas por Bachelet. Pero lo menos que le interesa a Sánchez es defraudar a su electorado, compuesto mayoritariamente por jóvenes.
Al respecto, la lideresa de la nueva agrupación, dijo hace dos semanas que ella votaría por el oficialista ¨para evitar, precisó, que gane Piñera, que es un riesgo para el país¨, pero dejó libre a la militancia de ejercer su voto según su conciencia.
Lo cierto es que Guillier, en el intervalo del balotaje, que sería ganado por quien obtuviera la mitad más uno de los votos emitidos, no mencionó en su programa ninguna de las reivindicaciones de Fuerza Popular, por lo que si esa agrupación le entregaba sus votos, estaría apoyando un gobierno de continuidad y no de cambios, como exige una gran parte de la población chilena.
Pero aun antes de que algunos observadores quieran culpar a la izquierda por el fracaso de Nueva Mayoría, ya esa agrupación, que no aprende de los errores cometidos en su país por la desunión, se desmembró en las elecciones primarias para elegir su candidato a las presidenciales.
La Democracia Cristiana, uno de los partidos tradicionales del país, decidió separarse de Nueva Mayoría y llevar la candidatura en solitario de la senadora Carolina Goic.
Ante la ruptura, el líder del Partido Radical, integrante de la coalición gobernante, Ernesto Velasco, precisó: "Creo que con esto se está poniendo fin a un ciclo histórico, que fue muy importante para este país, que fue el entendimiento de la centroizquierda".
Entonces coincidió con los criterios de otros miembros de Nueva Mayoría, al expresar que ¨Yo creo que hoy día la derecha debe estar muy contenta, Piñera debe estar muy contento, porque la división de la centroizquierda siembre beneficia a la derecha".
El senador Jorge Pizarro, expresidente de la Democracia Cristiana, señaló que la decisión de su partido ponía fin a la coalición de centroizquierda. "Con esto la Nueva Mayoría se acaba¨. Y al menos este domingo de diciembre terminó un ciclo del cual le será muy difícil recuperarse.
Goic, que pensó en situarse en segundo lugar en la lid, solo logró menos de un 6% del electorado, que no le perdonó la escisión de la coalición oficialista.
El próximo 10 de marzo, Bachelet le traspasará el mando al mismo mandatario de quien lo recibió en 2014, y al mismo que se lo entregó en 2010.
Lo ocurrido este domingo en Chile debe servir de experiencia a la izquierda de América Latina, atacada de continuo por las fuerzas más oscuras del capitalismo mundial.
El próximo año es de elecciones presidenciales en importantes países de la región: Colombia, Brasil, México y Venezuela. Por lo menos en tres de ellos hay posibilidad de una victoria izquierdista si desde ahora se logra la imprescindible unidad entre las fuerzas partidistas y los movimientos sociales y populares.
De lo contrario, la derecha internacional liderada por Estados Unidos hará aun más visible la reconversión de una región que en 20 años logró, por primera vez en su historia moderna, una unidad que parecía inquebrantable y que ahora, con la sucia guerra y su batería mediática, podría retornar a la total dependencia.
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