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viernes, 22 de noviembre de 2024

Continúa injerencia contra Venezuela

Una nueva y peligrosa variante en la política de Estados Unidos contra el país sudamericano...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 28/01/2019
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Bandera de Venezuela
Maduro se ha reivindicado como único presidente de Venezuela. (Foto: Tomada de minci.gob.ve).

El arsenal hegemonista sigue creciendo, aun cuando de forma expedita ponga en riesgo todo el sistema global de conducta en las relaciones internacionales.

Y justo persisten en desvirtuar y desbaratar esa indispensable maquinaria política aquellos que eructan ser “fieles defensores” de la democracia, la estabilidad, la seguridad y el progreso mundiales, aunque bien se sabe que obvian la verdadera clave del asunto: “…en tanto convengan a nuestros intereses”.

La más reciente prueba de todo lo dicho anteriormente se relaciona con Venezuela, un país que Washington y sus aliados intra y extra hemisféricos se empecinan en devolver al redil de las naciones dependientes y bajo estricto control con relación a la ultraderecha imperial.

Conocido es que su cada vez más inútil carrera por intentar alcanzar el trono del planeta, la Casa Blanca y sus socios intentan mostrarse “altamente creativos” en métodos y actos: revoluciones de colores, demonización de los oponentes, papel preponderante de adversas campañas mediáticas, golpes “institucionales”, guerras antiterroristas, y ahora, en el caso venezolano, la aparición de la burda figura política de “presidente por encargo”.

Y la marioneta que estrena semejante ropaje ha resultado ser el parlamentario opositor Juan Guaidó, integrante por demás de una Asamblea Nacional opositora en desacato desde su propia formación por admitir en sus bancas a varios diputados probadamente electos mediante fraude en las urnas.

La actual maniobra, cuya génesis e impulso para nada niega la Casa Blanca, todo lo contrario, se apoya además en la complicidad de otros poderes extranjeros que habitualmente se colocan al lado de los planes de la primera potencia capitalista.

El asunto es, en plata, establecer autoridades nacionales paralelas contra los poderes democráticamente electos y desconociendo incluso los cuerpos legales vigentes, con vistas a crear situaciones de inestabilidad que justifiquen, entre otras cosas, posibles intervenciones armadas extranjeras previamente delineadas bajo el manto de acciones humanitarias y otros sofismas de similar talante.

Pero más allá de Venezuela, lo que tal vez pasan por alto aquellos que promueven estas “fórmulas mágicas” es que sembrar tales antecedentes solo favorece el caos global y puede incluso volverse en contra de sus propios progenitores.

Porque, quien quita que a la luz de la nueva “figura política” de presidente por encargo, uno de estos días cualquier legislador norteamericano decida autoproclamarse “mandatario de facto” en los propios Estados Unidos, frente a una administración como la de Donald Trump que, entre otras barbaridades propias de un nato y neto inepto político, ha provocado, por ejemplo, la mayor parálisis del gobierno nacional a cuenta de su tozudo capricho de arrancarle al Congreso los fondos para sellar la frontera común con México, sin contar el cambia-cambia permanente en su gabinete por su intolerancia para admitir criterios no concordantes con sus puntos de vista particulares.

Y aquellos que apoyen y sigan esta política a escala mundial que tampoco olviden sus propias realidades, muchas de ellas bastante controvertidas y factibles como para la aplicación de la fórmula de deslegitimación que hoy se intenta aplicar en Venezuela.

En pocas palabras, que no se puede lanzar piedras al vecino cuando se tiene techo de vidrio, y en América Latina o Europa Occidental, por solo citar dos casos donde abundan adeptos al Washington oficial, no son pocas las cabezas sin revestimiento.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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