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lunes, 23 de diciembre de 2024

México continúa la lucha por justicia sobre 43 estudiantes desaparecidos

Se cumplen seis meses de la desaparición forzada de 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, en medio de protestas y movilizaciones por la verdad y la justicia...

Clara Lídice Valenzuela García en Exclusivo 27/03/2015
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Las familias y el pueblo mexicano se niegan a dar por cerrado el caso de los 43 estudiantes secuestrados por la policía de Iguala, en el estado de Guerrero, ni aceptan el resultado de las investigaciones oficiales. Este día, en México y otros países se alzan las voces de quienes reclaman justicia para los jóvenes, ya perdidas las esperanzas de encontrarlos con vida.

Han sido seis meses de continua búsqueda por los parientes, amigos y organizaciones sociales que los apoyan, al igual que el pueblo en su conjunto, pero hasta ahora lo que han encontrado son decenas de fosas comunes con restos humanos, en un destape que corrobora la situación de violencia e impunidad vigentes en el antiguo país de los aztecas.

Sin embargo, el pueblo mexicano no se da por derrotado, a pesar de que la Fiscalía General dio por cerrado el caso, mientras mantiene presos al alcalde de Iguala, José Luis Abarca, quien dio la orden del rapto a la policía de esa localidad, su mujer, María de los Ángeles Pineda, y varios sicarios del grupo mafioso Guerreros Unidos, su cómplice en esta atrocidad atentatoria de los derechos humanos.

La excusa para la detención y secuestro fue que los jovencitos interrumpirían un acto donde Pineda se pronunciaría como candidata para sustituir a su marido, del Partido de la Revolución Democrática (PRD).

El 26 de septiembre fue el último que se les vio con vida en Iguala. Ellos procedían de la Escuela Normal “Raúl Isidro Burgos”, donde se formaban como maestros. Se trasladaron al municipio de Iguala, a pocos kilómetros, en un ómnibus de transporte público junto a otras personas desvinculadas de la acción de protesta.

Cuando llegaron a Iguala, la policía, por orden de Abarca, ya los estaba esperando y les entraron a tiros. En el acto murieron seis personas –tres de ellos alumnos normalistas-, 25 resultaron heridas y 43 fueron presas y encaminadas a una Delegación policial, muy cerca del Cuartel del Ejército de Iguala, al parecer también cómplice en la atrocidad.

Lo que ocurrió después fue una carrera vertiginosa de búsqueda y protestas. El presidente Enrique Peña Nieto se reunió con los familiares de los estudiantes, mandó a detener al Alcalde y la esposa y a un grupo de sicarios de Guerreros Unidos. Luego de las supuestas revelaciones, el Fiscal General, Jesús Murillo Karam, dio por cerrado el expediente oficialmente.

La confesión fue una mentira, según los dolientes, que siguen buscando la verdad y el apoyo interno y extranjero para que la verdad salga a flote y se haga justicia. Hasta ahora, los restos encontrados no pertenecen a los raptados.

Algunos sicarios presos aducen que recibieron órdenes del Alcalde de ultimar a los normalistas. Para ello, dijeron, los trasladaron al vertedero de la cercana localidad de Cocula, los quemaron vivos y echaron los restos al río San Juan. Sin embargo, la noche que indican para el supuesto brutal asesinato llovió durante horas en Cocula y ningún vecino vio atisbos de incendio, o siquiera un fuego pequeño.

Otros, como para burlarse, juraron que los mataron por equivocación, ya que los confundieron con  miembros del grupo rival Los Rojos.

Llama la atención que ninguna de las declaraciones de los 60 criminales detenidos se ha hecho pública, salvo los comunicados oficiales del Gobierno.

SIGUEN LAS MOVILIZACIONES

En estos días, al cumplirse los seis meses del rapto de los muchachos y su desaparición, una representación de los familiares recorre 43 ciudades importantes de Estados Unidos para divulgar la situación de violencia e impunidad que existe en la vecina México.

Los parientes mexicanos, de ascendencia humilde, protagonizaron una vigilia ante el Congreso estadounidense, pero sin que hayan sido recibidos en las Cámaras, donde hay una pugna interna por la situación de los emigrantes en ese país, en su mayoría mexicanos.

También se presentaron ante la prensa alternativa en Washington y anunciaron que seguirían rumbo a Nueva York, donde residen un alto número de coterráneos. La gran prensa estadounidense no ha escrito una línea sobre esa violación de los derechos humanos cometidos contra 43 alumnos que, una vez graduados, impartirían sus conocimientos a niños humildes.

La llamada “Caravana de los 43”, repartida en tres grupos, trata de sensibilizar al menos a la comunidad hispana de lo ocurrido en Ayotnizapa, en otra de las tantas fórmulas que han empleado los familiares y sus abogados para llamar la atención y obligar a las autoridades federales a reabrir el expediente.

En las últimas semanas, representantes de los estudiantes viajaron a la Ginebra, Suiza, para participar en la Comisión de los Derechos Humanos de Naciones Unidas, el día en que se analizaba la situación existente en México.

Una caravana, también por tres vías diferentes, recorrió México el pasado año para divulgar la acción criminal. Millares de personas, de manera espontánea, se lanzaron a las calles para acompañarlos.

En cientos de ciudades mexicanas, Universidades y otros centros estudiantiles se han llevado a cabo mítines, huelgas, y protestas callejeras para exigir al gobierno de Peña Nieto la verdad sobre el rapto y el asesinato de los muchachos sobre los cuales no pendía acusación alguna. No hay olvido para los estudiantes.

Hace dos días, el ex líder del PRD, el ex candidato presidencial Cuauhtémoc Cárdenas, quien renunció a esa agrupación política tras lo sucedido en Ayotnizapa y la desvergüenza del Alcalde perredista, informó que creará una nueva fuerza de izquierda sin fines electorales denominada Por México hoy.

Cárdenas –cuyo padre el expresidente Lázaro Cárdenas puso en marcha las Escuelas Normalistas para muchachos pobres en 1920-  dijo que los objetivos del movimiento serán frenar la violencia, la impunidad, la corrupción, y trabajar por conocer la verdad de lo ocurrido en Ayotzinapa.

Las protestas continúan en México. La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) viene realizando una serie de acciones de protestas, como la ocurrida el pasado día 20 ante Embajadas diplomáticas radicadas en el Distrito Federal para pedirles que el caso de Ayotzinapa sea conocido en sus países y exijan la devolución con vida de los secuestrados.

La CNTE convocó para este jueves la décima Acción Global por Ayotzinapa y por México, ante la sede del Instituto Nacional Electoral (INE), en el Distrito Federal, y movilizaciones simultáneas ante las instalaciones de este organismo radicadas en el resto del país.

En la capital mexicana también se realizará hoy el Encuentro Nacional de Resistencias, donde se presume participarán representantes de organizaciones estudiantiles, trabajadores, campesinos y otros actores de la sociedad civil.

Para mañana está previsto un encuentro internacional por Ayotzinapa, en Chilpancingo, Guerrero, y al siguiente día un acto especial en la escuela donde estudiaban los desaparecidos, junto a más de 500 muchachos en su mayoría de ascendencia indígena.

Estas escuelas, por la composición social de su alumnado, han sido consideradas desde la época de Cárdenas como formadoras de revolucionarios, por lo cual varias administraciones federales han intentado cerrarlas, aunque la realidad indica que se trata de jóvenes que buscan mejorar la calidad de vida de los niñas y niños pobres mediante la enseñanza.

Los días 28 y 29 de este mes, se anunció la celebración del Congreso de la Coordinadora Nacional de Madres, Padres y Tutores en Defensa de la Nación.

La búsqueda de verdad y justicia con seguridad mantendrá una firme actitud de la sociedad mexicana, no solo por estos muchachos, sino por la situación de corrupción, violencia e impunidad en que siete familias mafiosas han convertido a México, golpeado también en su economía por el Tratado de Libre Comercio que firmó con Estados Unidos y Canadá, con un rastro de pobreza y despojo en las capas más humildes de esa nación norteña.


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Clara Lídice Valenzuela García

Periodista


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