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lunes, 18 de noviembre de 2024

Guadaña contra la naturaleza

El presidente norteamericano no quiere saber nada de protección ambiental...

Néstor Pedro Nuñez Dorta en Exclusivo 04/06/2017
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Postestas Estasdos Unidos sale del Acuerdo de Paris
Las protestas contra la decisión de Donald Trump no se hicieron esperar.

Era de esperar, aunque ciertamente la decisión es tan notoriamente dañina y peligrosa, que algunos intentaron albergar esperanzas positivas hasta el último minuto.

Lo cierto es que contra toda lógica, razonamiento, sensatez y perspectiva de futuro, el magnate Donald Trump, convertido desde hace meses en jefe de la primera potencia capitalista, decidió apartar a los Estados Unidos de los acuerdos de París sobre protección del medio ambiente y reducción programada de las emisiones de desechos que atentan contra el equilibrio de la naturaleza.

Lo hace en un planeta en el cual su nación y el desarrollo de sus tecnologías han resultado de las primeras contaminantes globales.

Una casa común que, precisamente por la irresponsabilidad y el desprecio proyectados como rutas “divinas” hacia la opulencia, desde la década de los setenta del pasado siglo perdió toda su capacidad de regeneración autónoma frente a la avasallante polución desatada contras sus ríos, mares, selvas y la atmósfera, esta última herida directamente por las emanaciones de gases de efecto invernadero que están causando severos cambios climáticos.

No obstante, Trump ha decidido apostar por el desastre ecológico, acudiendo a los mal intencionados cálculos de quienes consideran los estudios cientificos como “mera farsa y puro cuento” y alegando el engaña bobos de que si Estados Unidos aplica los compromisos ambientales internacionales “acabará eliminando 6,5 millones de empleos para 2040.”

De hecho, ese argumento fue ya parte de su campaña electoral, y estuvo subyacente tras la dubitativa frase dicha a sus socios europeos días atrás en el sentido de que  Washington “seguiría pensando” sobre su membresía al acuerdo de París.

Pero hay más, y de tal talante, que invita a pensar si en este delicado asunto el presidente está aplicando únicamente su puro capricho.

 Y es que diarios occidentales informan que grandes monopolios estadounidenses como Exxon Mobil, Chevron, General Electric, Apple, Google, Microsoft, Intel, Nike, Gap, Levi´s y Starbucks habían advertido al jefe del ejecutivo que “la negación del calentamiento global pone en riesgo la prosperidad del país.”

Según las citadas fuentes, esos meganegocios “llevan meses de campaña intentando convencer al presidente Trump para que el país vaya de la mano del resto de los socios de las Naciones Unidas, porque ello redunda en el interés de los estadounidenses.”

 Además, “las empresas en cuestión quieren tener un asiento en el proceso que se seguirá a partir de ahora para aplicar los términos del acuerdo global y así aportar su perspectiva.”

Según otros analistas, y bien vale citarles textualmente, “los defensores del pacto de París insisten en que la lucha contra el cambio climático es a la vez una necesidad y una inversión. Además, con esta decisión de Trump los Estados Unidos se arriesga a perder liderazgo e influencia en el ámbito de la innovación en beneficio de China y Europa, lo que se suma a los costes derivados de su inacción ante el efecto de unas sequías más prolongadas, el aumento del nivel del mar y tormentas mucho más intensas.”

Y, por supuesto, ni que decir de la burda imagen que vende la Casa Blanca al separarse del resto del orbe en materias ambiental, y del disgusto de millones de ciudadanos nortamericanos partidarios de la defensa del entorno.

A escala mundial, la decisión de Trump ha caído como una gigantesca torpeza, y naciones tan influyentes como China, por ejemplo, han declarado que la  oficial ausencia norteamericana no va a hacer mella en el interés de Beijing de contrarrestar los efectos nocivos de la polución ni en el esfuerzo por frenar el cambio climático.

 De hecho, y algunos lo citan como notorio contraste entre dos políticas divergentes, “el repliegue puede ahondar la desventaja competitiva de los Estados Unidos, una potencia que el pasado año invirtió, aún bajo el mandatato de Barack Obama, unos 39 mil millones de euros en el fomento de energías limpias, en tanto China dedicó 91 mil millones de euros a ese rubro, cerca de tres veces más que la potencia hegemonista.

En fin mister president…vivir para ver.


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Néstor Pedro Nuñez Dorta

Periodista


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