Aunque las elecciones celebradas en Brasil este domingo 7 dejaron sobresaltos para la izquierda, se cumplieron las previsiones: los candidatos a la presidencia por el Partido de los Trabajadores (PT) Fernando Haddad, y el ultraderechista Jair Bolsonaro, del pequeño Social Liberal, pasan a balotaje el próximo día 28.
De acuerdo con los datos oficiales del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Bolsonaro obtuvo el 46.27% de los votos, mientras Haddad alcanzó 29.33%, y el candidato progresista del Laborista Ciro Gómez, el 12,4 del porcentaje. El resto no alcanzó volúmenes destacables.
En una contienda efectuada en condiciones anormales, ya que Haddad solo fue designado oficialmente tres semanas antes de los comicios, era previsible que su rival obtuviera mayor cantidad de votos al basar su campaña en una estrategia novedosa: uso de las redes sociales, divulgación de noticias falsas y formación de grupos en Internet que propagaron sus ideas conservadoras.
Este excapitán del Ejército Nacional, defensor de dictadura y de la mano dura de los militares, que en momento alguno debatió con los otros postulados públicamente, desvió el interés de los grandes asuntos fundamentales del país, como las reformas neoliberales, para brindar un discurso misógino y discriminador contra los negros y los homosexuales.
Quien declaró que dejará los temas financieros en manos de los especialistas, enfatizó en sus discursos de campaña en asuntos como la recuperación de los grandes empresas ahora nacionalizadas, mantener los programas sociales y defender la soberanía nacional.
Bolsonaro, apoyado por más de 40 millones de evangélicos –casi la tercera parte del electorado- que se identifican con sus ideas–, afirmó que bajo su mandato terminará con los movimientos feministas, los negros y los gays brasileños.
Ante su verborrea fascista, levantó movimientos de protestas en su contra, pero insuficientes para derrotarlo en la primera vuelta.
Así votó Brasil: El rojo es Haddad, el verde Bolsonaro y azul Ciro Gomes (Fuente: Telesur).
Tampoco la contienda por las gobernaciones favoreció a los partidos progresistas, ya que también estaban en juego los 24 estados más el Distrito Federal de Brasilia. Un golpe muy duro para el PT es que en dos de los estados de mayor presencia progresista, Río de Janeiro y Sao Paulo, perdieron la posibilidad de una segunda vuelta. Minas Gerais, el estado más industrializado e importante, pasó en primera vuelta a manos de la derecha.
Algunos analistas, como el periodista y analista Betto Almeida, considera que el triunfo de este domingo de Bolsonaro, que podría ocurrir también en la segunda vuelta, constituye un grave peligro no solo para la ya deteriorada democracia interna brasileña sino para América Latina y el Caribe, dada su alineamiento con la política de la derecha regional y Estados Unidos.
La realización de una segunda vuelta es una buena oportunidad para la reorganización de las fuerzas progresistas de Brasil, que podrían unificarse para enfrentar los muros mediáticos creados por el exmilitar que lleva como vice al general Hamilton Mourao, 64 años, jefe del club militar y miembro del Partido Renovador Trabajador Brasileño (PRTB), defensor del régimen militar de 1964 a 1985 y sus prácticas de tortura y violación de los derechos humanos.
Solo la unidad suprapartidista –en la que seguramente habrá que contar con los empresarios, como hizo Lula da Silva en su momento- para salvar al país de una figura que entraña tantos riesgos como Bolsonaro, sería un pasaporte para ganar las elecciones el 28, lo que debió hacerse en esta oportunidad con un candidato único.
Haddad y quienes lo acompañen en lo que se considera "una nueva elección" deberán trabajar muy duro y llevar al ultraderechista a un escenario de debates en que presente su hasta ahora desconocido programa de gobierno, lo que quizás abra los ojos del electorado ante lo que se le avecina.
Para Betto, Bolsonaro es una figura fabricada por la cadena O Globo, otra representante de los intereses norteamericanos en Brasil, la cual posee un equipo de especialistas que supieron aprovechar muy bien el tiempo de indecisión sobre la eventual candidatura de Lula da Silva, hasta que el 11 de septiembre pasado el TSE avisó que no aparecería en la boleta.
Lula da Silva, aunque está preso desde el pasado 7 de abril en la cárcel de Curitiba, Paraná, tenía un 40% -aun en esas condiciones- de la intención de voto, lo que indica que de haberse inscripto fácilmente hubiese obtenido la presidencia en segundo vuelta.
En otra de las prácticas violatorias de los derechos constitucionales del expresidente de dos mandatos gubernamentales (2000-2009), este fue impedido incluso de ejercer el voto este domingo porque, según el TSE, no había suficientes detenidos para crear un colegio para una sola persona.
El 28 será la batalla definitiva para que se salve Brasil o se hunda por quien sabe cuantos años en el lodazal neoliberal en que lo hundió el golpe de estado parlamentado a la presidenta constitucional Dilma Rousseff, en 2016.
jessica moraes
8/10/18 14:45
O texto a seguir não foi nada imparcial. Bem distorcido da real situação do Brasil. Vivo neste pais e digo com certeza que a crise econômica que o pais vive atualmente e graças a uma "democracia" de mais de 10 anos seguido por um mesmo partido. Onde estão formando uma geração alienada que não possue direito a uma educação com qualidade e por haver uma impunidade tamanha, a violência contra todos está crescente. Estão enaltecendo assuntos superfulos nesta eleição e esquecendo o basico que é o de sobrevivencia economica.
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