Estados Unidos es una unión federal de cincuenta estados iguales en derechos. Cada uno de ellos cuenta con constitución, escudo, bandera, parlamento, leyes, sistema de administración de justicia, gobernador y alcaldes, incluso con un ejército local llamado Guardia Nacional. Según la Constitución todos los norteamericanos son ciudadanos del estado en que nacen o radican y del país⃰.
En casi todos los aspectos, excepto política exterior, defensa y algunos otros, los estados se autogobiernan. Una de las prerrogativas más debatidas en los tiempos fundacionales y más queridos por los estados es su derecho a, en calidad de tales, participar en la elección del presidente.
En la elección presidencial, el país no funciona como una circunscripción única, sino que, lo mismo que lo hace en otros asuntos, cada estado se pronuncia independientemente de los demás, y lo hace por medio de su Colegio Electoral que otorga todos los votos electorales al candidato que allí resulte más votado. Para elegir al presidente de los Estados Unidos no hay una elección, sino cincuenta.
Las aclaraciones son pertinentes porque, de tanto hablar de “voto popular” y “voto electoral” parecería que en Estados Unidos los ciudadanos votan dos veces, de dos formas o por dos alternativas y lo peor, hay quienes creen o sostienen que el Colegio Electoral usurpa, suplanta o conculca el derecho a elegir de los ciudadanos, lo cual es erróneo.
En esta elección, para obtener los votos electorales de California Hillary Clinton necesitaba alrededor de 4 100.000 votos y obtuvo más de cinco millones y medio. De haber podido utilizar el superávit de los estados en que venció para cubrir el déficit en aquellos en los que perdió, la elección hubiera sido otra.
En Estados Unidos el conteo nacional del voto popular es un ejercicio de referencia que no surte efecto alguno. Los votos se emiten en cada estado, allí se cuentan y: ¡Fin de la historia! Un argumento atendible es que el Colegio Electoral protege a los estados menos poblados de alguna maniobra mediante la cual los mayores y con más habitantes pudieran elegir al presidente sin contar con ellos.
Obviamente, tienen razón quienes afirman que la democracia norteamericana está cooptada por el sistema electoral lo cual, en realidad, ocurre en todas partes porque las elecciones no son mecanismos para cambiar el sistema, sino todo lo contrario, su función es legitimarlo y resolver otros asuntos como son la alternancia de líderes y fuerzas políticas.
Si bien es cierto que existe cierta incongruencia debido a que, al sumar los votos del país un aspirante puede obtener un mayor número de votos populares y perder la elección, ello se debe a que Estados Unidos no es un estado unitario, sino una federación formada por 50 de ellos, ninguno de los cuales parece dispuesto a renunciar a su derecho a ser protagonista en la elección presidencial. Así lo manda la Constitución, mañana les cuento. Allá nos vemos.
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